Diré,
primero, una trivialidad que, de tan obvia, resulta necio mencionarla:
parece que andamos inundados en dólares. Obviamente eso es tanto como
decir que las plantas en nuestro jardín están mojadas porque llovió
mucho ¿Podría existir manipulación del tipo de cambio? Esa es otra
trivialidad, tratándose de un mercado cambiario que, de tan chiquitillo,
hace que cualquier ardilla parezca un elefante. Pero, a lo sumo, ello
explica movimientos de corto plazo, no tendencias de largo plazo. Y esto
último es –como luego mencionaré- lo que parece que estamos viendo.
Resulta,
pues, que, según todas las trazas, Costa Rica sigue siendo muy
“exitosa” en materia de atracción de capitales extranjeros. Ese éxito
alcanzó nuevos niveles –previamente no vistos- durante este primer
decenio del siglo XXI y especialmente a partir del año 2004. El impulso
llega incluso hasta 2008, aunque sufre un serio revés en 2009 a raíz de
la crisis económica mundial. Sin embargo, esto no provocó escasez de
divisas puesto que al mismo tiempo las importaciones tuvieron un
desplome realmente dramático. De ahí que no sufriéramos ninguna
devaluación del colón.
Ya desde el cuarto
cuatrimestre de 2009, y seguramente favorecidos por la relativa
estabilización (y la vacilante recuperación) de la economía mundial, los
flujos de capital aumentan de nuevo. De seguro en esto también juegan
otros factores. Uno de ellos es las tasas de interés en Costa Rica,
altas relativamente a las que prevalecen en países desarrollados y no
tan desfavorables comparadas con los niveles internos de inflación. Y de
seguro, también repercute el narco. Decirlo es otra trivialidad, pero
ni modo, confío que usted sabrá disculparme ¿Cuánto representan los
dólares del narco? No sé si alguien lo sabrá (y muy gato ha de ser para
saberlo), pero este servidor admite su ignorancia al respecto. A lo sumo
repetiré lo que todo mundo dice: seguramente es mucho dinero.
El
caso es que hay hartos dólares en la calle. La revaluación del colón
resulta entonces esperable, especialmente dada la pasividad del Banco
Central. Pero el tema relevante aquí es que, en realidad, estamos
hablando de un proceso de mediano, incluso largo plazo. O sea, los
coletazos de los últimos días forman parte de un movimiento de mucho
mayor alcance. Es cuestión de revisar las estadísticas que elabora el
mismo Banco Central, pero guiándonos no por el tipo de cambio nominal,
es decir, el que se registra en las transacciones cotidianas del
mercado, sino en el tipo de cambio real, o sea, aquel que resulta
después de tomar en cuenta los niveles de inflación de Costa Rica,
comparativamente a los que se registran en los países con los cuales se
comercia; Estados Unidos el principal, como es bien conocido.
Los
datos son claros: desde los últimos meses de 2005 ese tipo de cambio
real viene en descenso, es decir, el colón ha registrado un movimiento
de mediano plazo (ya vamos por cinco años), tendiente a su
revalorización relativamente al dólar. Es un movimiento oscilante, no
lineal, pero el hecho perdurable que se hace manifiesto a partir de la
observación de los datos es claro: en su intercambio con el dólar, el
colón se ha vuelto relativamente más valioso.
Eso
es mala noticias para las exportaciones, cuya rentabilidad se ve
afectada por la diferencia entre la inflación de Costa Rica
relativamente a la de los países a los cuales se exporta. Si aquella es
mayor que esta, significa que, en términos generales, los precios que
las exportaciones reciben tienden a rezagarse relativamente a la
evolución de los costos en colones. Con el sistema de minidevaluaciones
se garantizaba que la devaluación compensara (y, con frecuencia, más que
compensara) esa diferencia. Con el sistema de bandas cambiarias, y en
el contexto de los abundantes flujos de capital que el país ha recibido
en los últimos años, esa protección –que a menudo devenía subsidio- ha
desaparecido. Pero, aún más, se ha entrado en un movimiento inverso: de
cinco años para acá el tipo de cambio evoluciona de una forma tal que
está penalizando a las actividades exportadoras, incluido el turismo
(conforme el colón se revalúa, Costa Rica va siendo un destino más caro
para quien lo visita).
Para empresas como Intel
–cuya producción incluye un alto componente importado- el efecto
posiblemente es mucho menor. Diferente es el caso para la pequeña
empresa exportadora o turística de capital nacional. A saber si la
mezcla entre crisis mundial y revaluación de la moneda habrá influido en
la reducción en el número de empresas exportadoras que se dio en 2009
(según datos de PROCOMER, de 2116 empresas exportadoras en 2008, se pasó
a 2003 al año siguiente, menos, incluso, que las que existían en 2006).
El “éxito” en la atracción de inversiones se
vuelve así en contra de las exportaciones. Es un resultado más que
paradójico, ya que se suponía que el capital extranjero vendría a
reforzar el potencial exportador. Pero su abundancia parece estar
teniendo el efecto contrario. Entonces, el modelo neoliberal deviene
inconsistente: sus dos pilares fundamentales –los flujos de inversión
extranjera y las exportaciones- entran en colisión.
La
paradoja se hace más grande cuando además uno observa que, con mucha
probabilidad, los efectos derivados del TLC con Estados Unidos podrían
reforzar esta tendencia. Recordemos lo siguiente: ese Tratado, en
términos prácticos, no aportó nada significativo en materia de acceso al
mercado de Estados Unidos para las exportaciones costarricenses. Lo que
ya se tenía con la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC) es lo que
el TLC da, con apenas la muy abstracta adición de que presuntamente este
último consolida jurídicamente posibilidades comerciales que con la ICC
podían estar en riesgo.
En cambio, el TLC
“abrió” diversos mercados al capital extranjero –por ejemplo
telecomunicaciones y seguros- y crea condiciones para que otros, que ya
estaban “abiertos” –por ejemplo salud y educación- resulten más
atractivos a ese capital. Sin duda, el TLC es esencialmente un poderoso
tratado de inversiones, más que uno de tipo comercial.
Ya
estamos viendo la entrada de inversiones –seguro aumentará en próximos
años- destinadas a esos sectores recién “abiertos”. Y, para profundizar
la paradoja, como que además el modelo neoliberal se pone parcialmente
de cabeza: estaba decididamente orientado “hacia afuera”; ahora se
introduce una faceta “hacia adentro”, puesto que ese capital que viene a
invertirse en los mercados recientemente “abiertos”, básicamente
producirá para satisfacer la demanda interna.
Si
este proceso de “apertura” de mercados tiene éxito, los flujos de
capital extranjero se mantendrán altos y, por lo tanto, la presión hacia
el aumento del valor del colón frente al dólar seguirá vigente. Lo
lamento por las exportaciones.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/09/costa-rica-turbulencias-cambiarias.html
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