Como bien sabemos los chilenos, todavía
hoy existe una polvareda de prejuicios auto justificatorios y de
desinformación interesada tendente a desprestigiar todo lo relativo al
gobierno que precedió al golpe militar de 1973. Más allá, entonces, de
la mitología construida como una retahíla de lugares comunes, convertida
hoy en “historia oficial” para las masas, es necesario volver a
examinar aquella experiencia llamada Gobierno Popular, encabezada por Salvador Allende, tratando de comprender aquello que excede lo contingente de aquella época.
Lo acontecido en Chile entre 1970- 1973
fue, en primer lugar, una experiencia radical de democracia que al igual
que otras experiencias históricas comparables culmina un proceso e
inaugura otro. Se trata de un momento original y originario, inédito,
que por lo mismo, reclama hasta el presente un examen detenido como uno
de los posibles de la historia de la humanidad. Pocas veces los pueblos
alcanzan cimas en su historia, sea por la radicalidad del reclamo, por
la estatura de los anhelos, por la profundidad del cuestionamiento. La
“vía chilena al socialismo”, es, a nuestro entender, una de aquellas
cumbres.
Si bien el gobierno del doctor Allende
se inscribió en las coordenadas internacionales de su momento histórico,
marcado a fuego por la llamada Guerra Fría, no se puede negar que el
proceso que lleva a esta nueva constelación de sentido obedece al
desarrollo de una cultura popular en el seno de la sociedad chilena
durante la primera mitad del siglo XX. En pocas palabras, la experiencia
radical de democracia, a la que aludimos, es una experiencia social y
política chilena ligada a la madurez alcanzada por el movimiento
popular. Esto significa que en la sociedad chilena se halla entre sus
posibles una experiencia de este tipo, así como su violenta negación.
Más que apelar a las “lecciones de la historia”, lo importante es
advertir aquello de fundamental que se hizo manifiesto en un momento
dado de nuestra historia, pues ello nos mostrará, justamente, lo
inacabado, lo inconcluso, lo pendiente. Ello hace posible que la
política haga inteligible la historia, convocando lo esencial de un
Otrora para convertirlo en un Ahora.
Cada once de septiembre nos trae a la
memoria, a todos los chilenos, aquella clausura de una experiencia. Para
algunos pocos reafirme y justifica, todavía, la violencia de la
negación. Para otros, en cambio, muestra que es posible y legítimo
aspirar a una forma de gobierno radicalmente democrático de nuevo cuño,
en suma es concebible un Chile otro en que cualquier figura de
privilegio económico, social o político resulte abusiva, inaceptable, en
suma, prescindible; y por tanto, es posible y necesario para los
chilenos trascender los límites actuales de esta pseudo democracia
concebida como instrumento de dominación.
Álvaro Cuadra
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad Arcis
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/09/08/chile-once-de-septiembre/
http://www.elciudadano.cl/2010/09/08/chile-once-de-septiembre/
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