Revolta Global
El pasado domingo 22 de agosto se encontraron con vida a 33 mineros atrapados a mas de 700 metros de profundidad en la mina San José (norte de Chile) Después de mas de dos semanas de búsqueda infructuosa, de lanzar sondas a ciegas (los planos existentes no se actualizaban desde el año 2007 así que no se tenia muy claro en que punto podían estar) y, por supuesto, después de mas de dos semanas sin saber ni siquiera si estaban vivos, los medios de comunicación calificaron de “milagro” el hecho de encontrarlos a todos sanos y salvos.
Hasta aquí la noticia que más o menos todos conocemos.
Pero, si se observa en más profundidad todo lo ocurrido, no se nos puede
pasar por alto ciertos detalles que hacen chirriar los odios.
El primero y fundamental es el tema de las
responsabilidades del derrumbamiento de la mina. Acto seguido de
encontrar a los mineros con vida empiezan a surgir las informaciones que
muchos podíamos sospechar: la mina no estaba en condiciones, las normas
de prevención de riesgos no se estaban aplicando, irregularidades
graves en las condiciones laborales de los mineros etc. Resumiendo: como
la mina es de propiedad privada, el gobierno se lava las manos y acusa
(y afirma que cobrará indemnización) a los dueños. En mi ingenuidad
supina creo recordar que debió ser alguna entidad estatal la que dio
permiso para reabrir la mina (ya había sido cerrada anteriormente por
irregularidades) y creo también recordar que es el Estado el que tiene
que supervisar que las leyes laborales se cumplan. Pero el presidente
Piñera y los suyos se lavan las manos y yo solo puedo concluir dos
cosas: o son unos cínicos o están admitiendo que las empresas mineras se
mandan solas en este país. No puedo evitar en este punto recordar que
hubo un presidente que quiso nacionalizar la industria minera chilena y
todos sabemos como terminó por pensar eso. Demasiados intereses detrás.
Pero por si acaso, y para que gente como yo no piense todo esto, después
del accidente el gobierno ha iniciado un proceso para cerrar 18 minas
que no cumplen las condiciones de seguridad (ya veremos si esos cierres
se hacen efectivos y ya veremos que pasa con todos los trabajadores que
se irán al paro, incluidos los de la mina San José)
El segundo punto es el desproporcionado despliegue
mediático que se ha producido antes, durante, y después del rescate.
Aparentemente pareciera lógico que los medios (sobretodo televisivos)
informen continuamente de la situación aunque rocen el “reality show”.
Lo que no es tan lógico es que cuando se encontró a los mineros se diese
la indicación de no informar (ni siquiera a las familias que estaban
allí acampadas) hasta que no llegase el presidente puesto que era él el
que tenia que dar la noticia. Tampoco parece lógico que las
conversaciones entre los mineros y miembros del gobierno (incluido el
Presidente) hayan sido grabadas, transcritas y televisadas en una
sospechosa operación propagandística. Menos aceptable son las
declaraciones “populistas” del Presidente donde explicaba a todos los
chilenos todo lo que ha sufrido y todas sus noches sin dormir.
Evidentemente, todos sabemos como funciona el aparato mediático y
durante estas semanas ha dejado de existir el conflicto mapuche, la
represión contra el movimiento estudiantil, la huelga de trabajadores
del sector publico y hasta se aprovechó para “colar” la aprobación de la
instalación de una termoeléctrica en Punta de Choros, saltándose así
Piñera su promesa electoral de no instalarla por los daños que causaría
en el ecosistema del lugar.
Pero hay un tercer punto, delicado y complejo, que es el
tema de la identidad nacional y como se ha tratado y explotado tanto
por el gobierno como por los medios. Y es que da la sensación que los
mineros han sobrevivido porque son chilenos y esto es Chile. Llama la
atención que cuando se encontró a los mineros con vida el Presidente
acabase sus primeras declaraciones gritando “Viva Chile”. Pero no solo
él, lo han hecho también miembros del gobierno, de la Iglesia y todas
las personas que se congregaron en la Plaza Italia (Santiago) para
celebrar la noticia. En los medios nos dicen continuamente que este es
un logro de todo Chile, que con este hecho se demuestra que cuando todo
un país se vuelca en algo puede lograr cualquier cosa. Aviva este
sentimiento el hecho que, en uno de los primeros contactos con los
mineros, estos se pusieron a cantar el himno nacional. Y para añadir más
sentimiento al asunto, el 18 de septiembre se cumplen 200 años de la
independencia del país. Lo ocurrido en San José se esta usando de forma
casi absurda como emblema de identidad nacional. Digo casi absurda
porqué los mineros no se salvaron por ser chilenos (de hecho hay un
boliviano en el grupo) Sobrevivieron porque conocen su oficio y porque
uno de ellos ya había vivido una situación parecida. Tampoco es un logro
del país (en abstracto) el haberlos encontrado (y hasta el minuto solo
se ha hecho eso, se estima que tardaran 100 días en sacarlos) Pero la
presión mediática ha sido tan sospechosamente agresiva que al final se
consigue el efecto deseado: la identidad de clase se supedita a una
identidad nacional, unitaria, y con un “gestor” con nombre y apellido:
Sebastián Piñera, el presidente del Bicentenario.
Chile no es un país unido (y precisamente por eso el
esmero en tratar de que si lo sea, aunque sea artificialmente) No solo
por un tema territorial ya que la geografía peculiar del país genera
tener regiones aisladas unas con las otras. Si no por la diferencia de
clases todavía existente en el país debido a un neoliberalismo brutal
aplicado por los “Chicago boys” durante la dictadura y, como no, por el
conflicto mapuche.
Todos sabemos lo peligrosos que pueden llegar a ser los
nacionalismos si estos tratan de ocultar realidades como las que se ha
vivido en la mina San José: 33 mineros explotados quedaron atrapados
porque la lógica del sistema dice que los intereses económicos pesaban
más que sus vidas.
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