La economía cubana vive una situación crítica: baja
producción, bajos salarios y un desigual sistema de doble moneda; todo
ello bajo el férreo control estatal. Los cubanos esperaban el anuncio de
una gran reforma económica, estructural, pero Raúl Castro sólo ofreció
media aspirina y acabó con las expectativas que él mismo había
despertado. El ministro de Economía no deja espacio para la duda: “En
Cuba seguirá rigiendo la planificación centralizada. No vamos a entregar
la propiedad”.
LA HABANA, 25 de agosto (Proceso).- En Cuba pareciera que el
presidente Raúl Castro Ruz rema a contracorriente de sus propias
decisiones. Con una economía estancada y urgida de medidas contundentes,
el mandatario sólo le dio a los cubanos un respiro: reducirá las
plantillas laborales del sector estatal pero permitirá a los ciudadanos
abrir pequeños negocios y contratar personal.
Los grandes anuncios que esperaba la sociedad cubana en el informe
del presidente Raúl Castro ante la Asamblea Nacional del Poder Popular,
el pasado 1 de agosto, se volvieron pequeños parches que no tocan los
problemas de fondo del deteriorado sistema económico: el excesivo peso
del Estado, la demanda limitada del mercado, la apertura a la inversión
extranjera, la baja producción y la doble moneda.
El propio Raúl Castro había alimentado las esperanzas de cambios
importantes en julio de 2007, cuando anunció “cambios estructurales”,
metodológicos y de concepto en la economía isleña.
Incluso ese mismo año, como presidente interino, Castro convocó a una
consulta popular para que, en barrios, municipios, centros de trabajo y
cooperativas rurales, se discutiera el futuro del país.
De acuerdo con el discurso del mandatario el 26 de julio de 2007, en
el debate se presentaron 1 millón 301 planteamientos concretos, de los
cuales 48.8% fueron críticos. Los debates generaron esperanzas de
cambios en temas como migración, derechos sobre la propiedad, la
dualidad monetaria, el trabajo a cuenta propia y la apertura a la
iniciativa privada.
“Los resultados de esa actividad no se echarán en saco sin fondo”,
prometió Raúl Castro, quien reveló además que la consulta fue concebida
como un “ensayo”.
Al pasar de la presidencia interina, en reemplazo de su hermano
Fidel, al ejercicio pleno del cargo, en febrero de 2008, los cubanos
sintieron que la velocidad del tren de los cambios se frenó bruscamente.
Para el economista Óscar Espinosa las medidas anunciadas por Raúl
Castro “son insuficientes” ante lo que necesita la isla, y urgió a
elevar el poder adquisitivo de la población, pues con salarios que
promedian poco menos de 20 dólares mensuales muchos prefieren resolver
sus problemas en el mercado negro.
El ministro de Economía, Marino Murillo, lo dejó muy claro en su
presentación en la sesión del Parlamento del 1 de agosto: “No se puede
hablar de reformas, estamos estudiando una actualización del modelo
económico cubano donde van a primar las categorías (...) del socialismo y
no el mercado”.
Y remató: “En Cuba seguirá rigiendo la planificación centralizada. No
vamos a entregar la propiedad. El modelo económico cubano primero tiene
que tener una característica, la defensa de la revolución y la
ratificación del socialismo... No podemos olvidar que el país más
potente del mundo (Estados Unidos) es nuestro principal enemigo.
“Todo eso está en proceso de estudio, hay que hacer un grupo de
normas jurídicas que recojan todo eso; se está avanzando bien, no
tenemos apuro en su aplicación, pero sí se está estudiando profundamente
la actualización de nuestro modelo”, subrayó.
Adelgaza la nómina
En los próximos cinco años, más de 1 millón de trabajadores quedarán
desempleados, se jubilarán o serán reubicados en otros sectores a
consecuencia del inicio de la reestructuración de la fuerza laboral en
todo el país, anunciada por Raúl Castro el pasado 1 de agosto.
En las sesiones de la VII Legislatura del Parlamento, el mandatario
confirmó que se reducirán “por etapas” las abultadas plantillas del
sector estatal –que se estiman en más de 1 millón de trabajadores: 20%
de la fuerza laboral– en todas las dependencias del gobierno, que
controla 95% de la economía.
En Cuba el salario medio nominal mantuvo su crecimiento en 2009, pero
no ha logrado superar el deterioro ocasionado por el incremento del
Índice de Precios al Consumidor, lo que pone en dificultades a la
mayoría de las personas que cuentan con su sueldo como la fuente de
ingresos más importante.
Datos del Ministerio de Economía indican que en 2009 la productividad
del trabajo bajó 1.1% y los salarios subieron 2.9%. Según la Oficina
Nacional de Estadísticas (ONE), el salario medio mensual en 2009 fue de
429 pesos cubanos (unos 17 dólares).
Los salarios, según datos del propio Ministerio de Economía, son
insuficientes para cubrir los gastos de una familia, principalmente por
los elevados precios de los alimentos en los diferentes mercados,
estatales o privados; la falta de oferta de productos alimentarios en la
moneda nacional y la falta de su revalorización frente a la moneda
dura, conocida aquí como CUC.
La dualidad monetaria –el salario se cobra en pesos cubanos y el
consumo se paga en moneda dura– resulta excesiva por lo elevado del tipo
de cambio (24 pesos por un CUC), lo que incide en el aumento de la
desigualdad social.
De acuerdo con dos funcionarios del Ministerio de Economía y
Planificación, la reubicación de por lo menos la quinta parte de la
fuerza laboral del país, estimada en 5 millones de trabajadores, forma
parte de los primeros pasos para modificar el sistema económico de la
isla.
Las dependencias del gobierno de todo el país recibieron la orden de
revisar sus plantillas y recortar las posiciones sobrantes, sin que
importen las consecuencias sociales, según apuntaron los mismos
funcionarios que pidieron no revelar sus nombres pues no están
autorizados para dar esa información.
Pero economistas cubanos aseguran que el problema para evitar en los
próximos años el estancamiento o recesión de la economía de la isla es
más complejo.
Omar Pérez, del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) de la
Universidad de La Habana, considera que Cuba está en un “proceso de
desaceleración continua de los ritmos de crecimiento”, con altos
coeficientes de importaciones por las mismas dificultades estructurales
que siempre ha tenido, como la elevada dependencia en la importación de
alimentos debido a una “no adecuada política agraria”.
El investigador cubano explica que la economía había mantenido un
elevado ritmo de crecimiento en años anteriores, especialmente a partir
de 2004; en el periodo 2000-2008 se logró un promedio anual de
crecimiento del PIB de 6.10% a precios constantes de 1997.
En 2008 y 2009 la economía cubana sufrió la reversión abrupta del
ciclo de crecimiento de 2004 y 2007. El crecimiento del PIB se redujo en
2008 a 4.1%, comparado con 7.3% en 2007 y 12.1% en 2006.
En este momento los problemas principales, precisa Omar Pérez, son la
desaceleración del ritmo de crecimiento del PIB a sólo 1.4 % en 2009
–se estima un valor similar o inferior en 2010– y el agudo déficit
financiero externo, lo que se expresa en un drástico recorte de la
capacidad del Banco Central de Cuba para cumplir sus compromisos de más
de 600 millones de dólares con el sector empresarial externo.
“En la estructura del PIB se manifiesta un bajo peso relativo en la
composición de los sectores de la agricultura, industria, construcción y
transporte, y se destaca un incremento importante de los servicios
(misiones de cooperación o de otro tipo en Venezuela y otros países),
que ya aportan al PIB casi 75.5%.
“En general, la producción de manufacturas ha mantenido una
disminución sistemática; su participación relativa en el PIB ha estado,
en 2009, en 13.4%, pero los desempeños son muy diferenciados por
divisiones industriales. Por ejemplo, níquel, bebidas y licores,
elaboración de tabaco y otros crecen moderadamente, aunque la actividad
azucarera se desplomó y se logran zafras de menos de 15% de las
obtenidas a principios de los noventa.”
Bancos sin liquidez
Para Pavel Vidal, también investigador del CEEC, el sistema bancario
de la isla tiene una crisis de liquidez que no es capaz de superar.
Las manifestaciones de esta crisis de liquidez, acota, no están
relacionadas hasta el momento con un retiro masivo de las cuentas de
ahorro de la población, que mantiene la confianza en el sistema
financiero. La liquidez en manos de la población sigue elevada, explica,
aunque se redujo muy ligeramente a finales de 2009, manteniéndose sobre
los 25 mil millones de pesos, 40% respecto del PIB a precios
corrientes.
Los dos economistas cubanos de la Universidad de La Habana
participaron en un seminario organizado por la Iglesia católica de Cuba
sobre la economía de la isla. Ahí Pavel Vidal advirtió sobre las
probabilidades de que la economía cubana se sumerja en un periodo de
estancamiento o recesión.
Omar Pérez urgió a analizar una reforma del sistema económico cubano
donde queden enunciados el papel del mercado, la regulación estatal de
las formas de propiedad y la organización empresarial.
Los especialistas señalan las causas de la pérdida de dinamismo de las exportaciones, las inversiones y el PIB:
Algunos de los grandes problemas, siempre de acuerdo con los
economistas, son la expansión de los servicios mientras que la
agricultura y la industria se mantienen rezagadas, y la poca diversidad
del comercio exterior, donde el equilibrio de la balanza de pagos recae
en la exportación de servicios profesionales.
Además: la baja productividad de gran parte del sector empresarial
estatal; la baja eficiencia económica en general, con altos consumos
energéticos, y una elevada distorsión en la relación consumo-acumulación
e ingresos-consumo.
El panorama en el sector bancario es igual de desolador, de acuerdo
con la investigación de Pavel Vidal presentada en la Décima Semana
Social Católica, el pasado junio.
Los efectos negativos sobre los bancos, tanto de la desaceleración
abrupta del crecimiento del PIB como de los desequilibrios
macroeconómicos, han sido amplificados por algunos factores agravantes
asociados a la desdolarización y la centralización.
“Los bancos cubanos se han visto afectados por un exceso de emisión
de pesos convertibles, muy por encima de la liquidez en divisas
necesaria para hacer funcionar integralmente el sistema de pagos.
También han sido congeladas cuentas millonarias en dólares
estadunidenses, euros y otras divisas, de empresas mixtas y extranjeras.
“Es decir, se han combinado una crisis cambiaria y una crisis
bancaria que además tienen una variedad de determinantes provenientes de
un entorno internacional y macroeconómico en extremo desafortunado
–caída abrupta de los términos de intercambio en 2009 (-5.8%)–, que ha
provocado un deterioro de la solvencia externa con significativos
desequilibrios externos e internos y efectos amplificados por errores de
política económica.”
La crisis cambiaria se inició a partir de la desdolarización en 2003 y
2004, cuando desaparece la caja de conversión que mantenía el respaldo
en reservas internacionales de 100% de los pesos convertibles en
circulación. Tras su desaparición no se creó una regla monetaria
sustituta que estableciera los límites para la impresión de pesos
convertibles.
La emisión monetaria, asegura Vidal, incrementó en exceso la cantidad
de pesos convertibles en los balances en los bancos, sin una cobertura
adecuada en reservas internacionales.
Las dificultades actuales en el sistema bancario tienen implicaciones
negativas directas e inmediatas sobre la economía real; en especial,
precisa, sobre el crédito, los flujos de inversión extranjera y las
operaciones de comercio exterior.
Las soluciones a la economía y al sistema bancario no son tan
simples. Vidal señala que la estabilización del sistema bancario cubano
requeriría de un prestamista de última instancia, función que no ha
podido asumir el Banco Central de Cuba.
Por lo tanto, subraya, se requeriría de un prestamista internacional
de última instancia. Se necesita un préstamo externo multimillonario que
pueda cubrir el déficit de liquidez y poner en orden el sistema de
pagos.
“Sin un préstamo de última instancia el ajuste debe ser mayor para
enfrentar una situación que tiende a agudizarse por la pérdida de
confianza y por los impactos de la crisis bancaria en la economía real”,
insiste el investigador de CEEC.
Pérez considera que para darle un respiro al sistema económico y
retomar la estabilidad y la credibilidad financiera de la isla se
deberán hacer reformas estructurales a la economía, con énfasis en la
descentralización y en el diseño de formas de propiedad no estatal en la
agricultura, la manufactura y los servicios, que le permitan al Estado
concentrarse en su función de control, en vez de desgastarse en la
complicada tarea de gestionarlo todo.
“Dicho de otra manera: que aparezca la estrategia económica cubana de
mediano y largo plazos, que aún no es visible, y aunque se plantee que
las medidas deben avanzar con gradualidad, lo cual comparto, esa
gradualidad tampoco debe significar inercia o temor a distorsiones que
necesariamente surgirán en la etapa inicial de los cambios.”
En los dos años y medio de gobierno de Raúl Castro las medidas
tomadas en el sector económico son limitadas, lentas y a cuentagotas,
como las anunciadas el domingo 1 de agosto en el Parlamento.
Empiezan a notarse indicios de que el gobierno de Castro se ha
propuesto ser más eficiente en la utilización del gasto público; por
ello se inició una reducción del aporte del Estado al rubro de gasto
social, según comentaron a Proceso diplomáticos acreditados en La
Habana, miembros de la Iglesia católica y dirigentes del Partido
Comunista de Cuba (PCC).
Diplomáticos de España, Italia, Argentina y Brasil coinciden con los
economistas cubanos en que, para hacer despegar la economía, Cuba
tendría que suavizar los controles del Estado y realizar una “verdadera
apertura a la inversión extranjera”, ofreciendo facilidades que superen
los riesgos financieros actuales, lo que permitiría tanto atraer
capitales como dinamizar la economía ante la ausencia de préstamos
externos.
fuente, vìa : http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/82711
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