En el más reciente Estudio Nacional de Opinión Publica (CEP Nº 62) se
advierte que la figura de la ex presidente Bachelet mantiene una
importante simpatía en la ciudadanía, convirtiéndose, en los hechos, en
el personaje más atractivo de la oposición. Este antecedente, con todo
lo importante que es para los sectores opositores, debe ser tratado con
mucha cautela, pues puede inducir a lecturas perversas.
Es evidente que la tarea de
renovación de los sectores democráticos es una empresa de largo aliento
que se fragua en un trabajo serio que comienza en los partidos políticos
y se despliega en la capilaridad de la sociedad chilena de hoy. El
anhelo de vivir en un país más digno y más justo no ha perdido en
absoluto su lozanía ni su pertinencia, sin embargo, para llevarlo a cabo
se requiere líderes capaces de atender a esas voces soterradas que hoy
miran con afecto y no poca nostalgia a la primera mujer que se convirtió
en presidente de Chile.
Aclaremos,
en primer lugar, que el nombre de Michelle Bachelet se escinde del
conglomerado político que sostuvo su gobierno. Esto significa que el
liderazgo y atractivo de la ex mandataria que se traduce en una alta
tasa de aprobación a su gobierno no se transfiere, de buenas a primeras,
a la Concertación. En este sentido, el nombre Bachelet no puede agotar
todos los esfuerzos para una eventual política electoral.
Más
allá de las simpatías que despierta la ex presidente, lo cierto es que
la Concertación de Partidos por la Democracia ha evidenciado una serie
de debilidades y vicios que determinaron su salida del gobierno y que
bien merecen una reflexión seria y profunda. Digámoslo con toda
claridad: Las contradicciones concertacionistas exigen renovar sus
planteamientos, acaso sus rostros, frente al futuro del país. Esta tarea
comienza, por cierto, en los partidos políticos.
Sacar
cuentas alegras por las cifras que muestran el apoyo a la gestión
Bachelet sería una irresponsabilidad política, pues, en último trámite,
se corre el riesgo de impedir la necesaria renovación del conglomerado
opositor. Para nadie es un misterio que se hace indispensable hacerse
cargo de las críticas que han venido de diversos sectores políticos en
cuanto a superar una serie de prácticas copulares excluyentes,
burocráticas y verticalistas que tanto daño han hecho al ideario
democrático que se quiere defender.
Un
conglomerado que se propone como alternativa democrática frente a un
gobierno de derecha que ocupa la primera magistratura por voluntad
popular, debe comenzar por democratizar sus propias prácticas políticas y
expurgar aquellos vicios que la aquejan. Negarse a la indispensable
renovación democrática es hacerse cómplice del actual estado de cosas.
Ya no basta decir No. Se hace indispensable concebir una concertación
democrática mucho más amplia, inclusiva y participativa, con un proyecto
político a la altura de los tiempos que restituya sus colores al
desteñido arco iris.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/08/bachelet-y-la-concertacion.html
http://www.argenpress.info/2010/08/bachelet-y-la-concertacion.html
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