La
siguiente galería de fotos busca describir una situación que afecta a
un sector desprotegido de la sociedad. Se trata de quienes viven y
trabajan en las fábricas -artesanales- de ladrillos ubicadas en El
Algarrobal, Las Heras. Los trabajadores son de origen boliviano y están
radicados en la zona desde la década del ’90, pero la mayoría de ellos
son inmigrantes ilegales para las leyes de nuestro país.
Una bienvenida
Los
chicos, hijos de los ladrilleros, caminan por la tierra descalzos y
desabrigados, no van a la escuela, juegan a la intemperie que les deja
sus cachetes “pelados” por el frío. Todo el tiempo rascan sus cabezas y
entre ellos se sacan los piojos, asumiendo que se trata de una realidad
irremediable en vistas de que siempre han padecido pediculosis.
Trabajo infantil
Los
niños empiezan a “ayudar al padre” alrededor de los 12 años, pero hasta
esa edad no van a la escuela. Sus padres creen que enseñarles este
oficio es la única manera de transmitirles un eficiente modo de
subsistencia. En esta realidad es imposible no alertar la falta de
atención municipal.
Condiciones de trabajo
Son
parecidas a la esclavitud. Los dueños de las tierras hacen contratos de
alquiler con inmigrantes bolivianos, de esta forma el primero pone las
materias primas (las tierras) y el segundo aporta el trabajo.
Posteriormente el propietario se queda con el 60% de todos los ladrillos
producidos durante la temporada, que va de agosto a mayo.
El
40% restante de los ladrillos les pertenece a sus verdaderos
fabricantes, quienes se ven obligados a vendérselos a sus empleadores,
patrones dueños de las tierras, porque no poseen una infraestructura
comercial para ofrecer los ladrillos a otros compradores. Así, quienes
adquieren la producción se aseguran un bajo desembolso y los revenden
obteniendo una significativa diferencia económica.
Con
este modo de contratación los dueños de las fábricas se desvinculan de
brindar cualquier tipo de protección laboral y de salud a los empleados,
eludiendo con un contrato de arrendamiento a las leyes laborales. El
sindicato al que podrían recurrir estos empleados, sólo se presenta una
vez al mes para cobrar sus necesarios “aportes gremiales”, que son
abonados directamente por el dueño de las tierras y la diligencia se
parece más a una coima que a una obligación civil.
Daño
ambiental. Es una actividad que utiliza recursos no renovables, pero no
está regida por las mismas leyes que abarcan a la minería, por ejemplo.
Las ladrilleras se instalan en un lugar, exterminan el suelo y cuando
se consumió la materia prima, la fábrica se esfuma dejando suelos
erosionados, zonas desforestadas (porque se utilizó leña obtenida de los
árboles para quemar los hornos) y altos niveles de contaminación en el
aire.
Los
terrenos que actualmente se erosionan con las excavaciones para
conseguir arcilla para la fabricación de los ladrillos, eran antes
utilizados para actividades agrícolas, pero con la instalación de
ladrilleras el ambiente se vio afectado por los hornos que con sus humos
generaron un daño ambiental tan grande que produjo la erradicación de
todos los frutales y viñeros ubicados en la zona. Y las plantas se
murieron.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/08/argentina-mendoza-los-explotados-que.html
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