
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas.
Cuando planté rosales, coseché siempre rosas!
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno;
mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno.
Hallé sin duda largas las noches de mis penas
mas tú no me ofreciste tan sólo noches buenas;
en cambio tuve otras santamente serenas.
¡Ame! ¡fui amado!!!, el sol acarició mi faz
¡Vida, nada me debes! Vida, estamos en paz...
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