No soy ni hincha ni fanático del fútbol, ni tampoco
asisto a los estadios a ver jugar a los equipos. Que yo recuerde, desde
antes de la dictadura hasta ahora, por una sola vez asistí a un recinto
deportivo (Estadio Nacional), pero no precisamente para ver un partido
de fútbol, sino para asistir a un recital de Joan Manuel Serrat tras una
larga ausencia involuntaria de éste, por habérsele prohibido la entrada
a nuestro país por parte de la dictadura militar.
Sin embargo, eso no quiere decir que no me guste el
fútbol lo que me lleva, cual reacción refleja,-cuando se realizan los
mundiales- sumarme a esa inmensa mayoría que prende su televisor para
ver, donde se supone, se dan cita los mejores equipos del mundo. Una vez
finalizados éstos hasta ahí no más llega mi entusiasmo, informándome
del resto de los eventos deportivos, en forma muy ligera, nada más por
los titulares que aparecen en portadas de los diarios que cuelgan en los
kioscos.
Entonces, no siendo ni hincha ni
fanático ni nada que se le parezca, todo haría suponer que no tendría
autoridad para estar opinando sobre un tema que, supuestamente, poco
conozco. Sin embargo, influenciado bajo la ola mundialera y mi costumbre
de analizar los problemas con mis propios ojos y no con los ojos de los
demás, me atrevo a dar mi opinión sobre este asunto, así corra el
riesgo de ser vilipendiado por una masa irredenta de fanáticos de cuya
reacción se puede esperar cualquier cosa.
Quiero
empezar recordando que, en sus inicios, el fútbol nació plenamente como
deporte amateur. Eran los tiempos en que el jugador mojaba la camiseta y
daba todo de sí por el equipo de sus amores. Hoy con la
profesionalización del fútbol todo ese original encanto ya es cosa del
pasado. Como sabemos el jugador hoy ya no juega por amor a la camiseta y
por ser fiel al club de sus amores. Sólo juega para auto referenciar su
propia imagen y por el club que le de una mejor paga. Es decir, en el
fútbol de hoy el jugador no juega, “trabaja”, y los clubes
deportivos no fomentan el deporte, hacen “negocio”. Dos aspectos
esenciales que, de algún modo han llevado a desnaturalizar la
esencia estrictamente deportiva que dio origen al fútbol.
Por esta y otras razones es que el fútbol me produce
sentimientos encontrados. Por una parte, está su lado bueno. La fuerza
de los músculos y la destreza en los pies de los jugadores dan garantía
de ofrecer un bello espectáculo deportivo. También me gusta el fútbol
porque lo practican masivamente los jóvenes en nuestras poblaciones.
Como se sabe, la sociología ha demostrado que es preferible que los
jóvenes practiquen y fomenten el fútbol, antes de caer en las redes de
las drogas. Por eso es que me gusta el fútbol y pienso, por tal, que hay
que estimularlo y promoverlo en todos los niveles.
En lo que dice relación con su otra cara, su lado
anverso, no me gusta el fútbol por todo el entorno que lo rodea
(publicidad, negocio, política, dirigentes, etc.). En efecto, tanto para
el jugador como para el club, lo que más cuenta es la obtención de
mayores réditos, tanto material como de mayor figuración y fama. Para
las multinacionales, otro tanto, sus ojos puestos atentamente en el
mundial, pero para hacer negocios. De otra parte, la publicidad y los
medios de comunicacióncon sus mensajes subliminales hacen, como que no
quiere la cosa, su aporte ideológico. En efecto, tratan de hacer
aparecer, con el fútbol, un sentido de unidad e identidad nacional, a la
vez que exacerban un sentimiento nacionalista en los fanáticos.
Sin embargo, en tanto la sociedad chilena siga
excluyendo y marginando a un gran número de pobres, y a una clase media
cada vez más proletarizada, que vive y se sostiene a través de la
ilusión que les ofrecen las tarjetas de crédito, cualquier intento de
unidad y fijación de una identidad nacional será en vano. Más aún, si
sigue manteniendo ese impresentable expediente, -vergüenza para
cualquier país-,que Chile se encuentra a la cola del listado de países
con peor distribución del ingreso de sus habitantes. En un país con esas
desigualdades no puede haber unidad, ni menos identidad como pretenden
los agentes de la ideología dominante en el ámbito del fútbol.
De otra parte, muy pocos saben que detrás de un
deporte que mueve y fanatiza multitudes, se encuentra una de las 20
economías más potentes a nivel mundial y un negocio multimillonario,
concentrado en el poder económico que hoy ostenta la FIFA. De ese sano
amateurismo de décadas pasadas, de esa sana idea del fútbol de los
orígenes, de esa fervorosa pasión que mueve multitudes, en lo que es
estrictamente deportivo, sólo va quedando el sano y honesto fervor de
los hinchas, puesto que clubes de antaño han dado paso a poderosas y
lucrativas empresas que mueven millones de dólares por compra y ventas
de jugadores, vendidos éstos en sofisticadas “ferias humanas”
que poco se distinguen, en su esencia, a la venta de reses en las “feria
de animales”.
En estos últimos días se ha dado la noticia que David
Villa, jugador de la selección española, ha sido vendido (recordar que
los jugadores se venden) al Real Madrid por la friolera de 10 millones
de Euros. Sin embargo esta cifra es una bicoca si lo comparamos con los
94 millones de Euros como fue vendido Cristiano Ronaldo. Esto último
hizo que un indignado articulista (Carlos de Urabá) redactara un
artículo bajo el título “Una puta de 94 millones de Euros”.
Habría que sacar la calculadora para saber a cuanto equivale eso en
nuestros escuálido pesos chilenos. Cualquiera sea el resultado, se puede
concluir que hoy un ídolo del fútbol gana más, que lo que gana el mejor
pagado de los presidentes, más que el mejor y más prestigiado de los
profesionales, más que el más destacado de los científicos. Ese es el
estado de alienación que hoy presenta el fútbol. El que chutea una
pelota gana más que el mayor de los inteligentes, no importando si en su
cabeza en vez de cerebro tiene alojado pura viruta. Cuánta razón tenía
el filósofo Nietzsche cuando afirmaba que los valores de nuestra
sociedad estaban “invertidos”; y más razón tenía, cuando
recomendaba que había que “transvalorarlos”
Ahora bien, Chile ha sido eliminado por Brasil en las
instancias finales del Mundial de fútbol. Algo previsto; la lógica
terminó echando por los suelos las falsas ilusiones estimuladas por los
programas deportivos criollos, de llegar cerca o hasta el mismo pináculo
de la fama. Si hasta para no pocos, entre los que me cuento, la
eliminación de Chile por Brasil ha representado todo un alivio, un
respiro, un desahogo, ante tanta esquizofrenia y estupidización
colectiva que los medios de comunicación armaron en torno a una simple
pelota.
¿Se imaginan si nuestra selección
hubiera seguido escalonando posiciones más altas en el tablero?... ¿O si
hubiera salido Campeón del Mundo?...Francamente, honestamente, así lo
creo, Chile se habría transformado en un país insoportable, mucho más de
lo que ya lo es. Se habrían llenado de parrillas con asados
antejardines y patios de las casas y los balcones de los departamentos;
habría chorreado el vino por todas partes escanciado sobre los manteles
en las mesas, y muchos curados botados en las veredas de las calles.
Mientras tanto, Carcuro y Solabarrieta, esos tediosos charlatanes del
fútbol, con lágrimas en los ojos, frente a las cámaras de televisión, se
estarían abrazando emocionados y agradecidos de vivir en un país tan
Súper y lindo como éste y, sobre todo, tan bueno para la pelota.
En todo caso, con la eliminación de Chile, no se vaya a
creer que la parafernalia futbolística va a parar. No nada de eso, al
fin y al cabo los mundiales se viven cada 4 años. Así, los que crean que
vamos a tener algún respiro, están totalmente equivocados. Ya vendrán
los campeonatos de Apertura y los de Clausura. También los de Primera,
Segunda y Tercera División. Más aún, pronto nos atosigarán con las copas
por aquí y copas por allá. Ahí estarán las transmisiones, en vivo y en
directo, de la Copa Libertadores, la Copa UEFA, la Copa del Rey, la
Champion League, el Campeonato Sudamericano, las ligas europeas, las
Recopas y todas las demás copas que se quieran. Por si fuera poco,
también vendrán los mundiales de la Sub17 y la Sub 20, y también el
Mundial de Mujeres. Al paso que vamos capaz que a la FIFA se le ocurra
organizar un mundial para niños y otro para guaguas, este último, algo
así como una Sub 2, es decir, guaguas de dos años para arriba, una vez
hayan dejado el chupete.
En fin, todo válido
para seguir anestesiando al vulgo con el fútbol, tal como lo hacían los
romanos hace mas de dos mil años con su Pan y Circo. Eso bien lo saben
los manipuladores ideológicos que sirven al poder (publicistas,
sociólogos, políticos, sicólogos, medios de comunicación, etc.).
Chilenas y chilenos, no se equivoquen, tenemos fútbol para rato.
Descansen, respiren profundo, miren que pronto se nos viene la próxima
oleada. Y no podría ser de otro modo, el mejor narcótico ideológico, el
fútbol, siempre se encontrará ad portas para reiniciar su labor de zapa:
adormecimiento y bálsamo para olvidar nuestros problemas reales, y sólo
pensemos nada más que en fútbol.
En efecto,
fútbol por aquí, fútbol por allá, fútbol hasta en las orejas y en todas
partes. Pero digámoslo, está bien, está correcto estimular y alentar el
fútbol, eso está fuera de toda duda. Un deporte que desata pasiones y
mueve multitudes no puede ponérsele freno. Sólo reivindico que todo esto
no se transforme en una exageración, en un exceso, como si el fútbol
fuera lo más importante del mundo, como si no hubiera nada más
importante que aquello. No se puede seguir viviendo la vida con puro
fútbol, quitándole espacio a otros temas que, por su relevancia,
resultan ser más gravitantes para la vida de cada uno de nosotros.
Ahora bien, del fútbol no sólo sacan provecho las
multinacionales y los medios de comunicación, tanto o más usufructo
sacan el Estado y los poderes políticos de turno que gobiernan. Para el
caso de este mundial hemos visto a la ex presidenta Bachelet, acompañar a
la roja en toda su campaña, y según se ha dicho, ha servido como una
cábala al equipo, claro está hasta que perdió con Brasil. Todo esto,
mientras en Chile, el nuevo gobierno está destapando olla y más olla de
corrupciones en Intendencias, Gobernaciones e Instituciones del Estado,
cometidos bajo el gobierno de la ex presidenta futbolera. A su vez, el
actual presidente Piñera, no ha encontrado mejor forma de promocionar su
alicaída imagen, que yéndose a la zona afectada por el terremoto, a ver
los partidos de la Roja junto a los pobres vecinos terremoteados.
Resulta increíble contemplar el candor de estas dos figuras políticas,
el enternecimiento que promueven en la masa, por ese compromiso a puro
corazón que mantienen con la Roja de todos. A no dudar el futbol, como
uso político por parte del gobierno, los partidos políticos y los grupos
económicos cierra el círculo de enajenación y control sobre la sociedad
entera.
La política, como se sabe, es la
esencia de la actividad del hombre en la sociedad. Una actividad, una
idea, un recurso, una personalidad, son palancas políticas en la medida
en que conmueven a las masas y son capaces de unificar voluntades para
movilizarlas en pos de un objetivo concreto. En tal virtud, cobran
importancia y reciben atención preferente de los partidos, políticos y
clase gobernante que buscan palancas políticas eficaces para agrupar a
las masas en su derredor y hacerlas marchar bajo su dirección.
En este orden, no resulta raro que funcionarios de
alto nivel, incluido el propio presidente de la República y sus
ministros, hagan a un lado asuntos de mayor importancia y se muestren
más preocupados por los resultados de los partidos que por los problemas
de sus respectivas carteras. En dicha línea, reciben en sus despachos a
futbolistas de prestigio con más atenciones y honores que a un
diplomático de alto rango, y les otorgan premios que ya se quisieran
para sí algunos investigadores destacados.
Sin
embargo, la cosa cierta es que el Estado, administrado y dirigidopor los
políticos de turno, escaso interés suelen mostrar por incentivar la
educación físicay el deporte en la juventud y de la sociedad entera. En
la práctica, la casi nula actividad deportiva se remite a los reducidos
balbuceos que maestros mal preparados enseñan a los jóvenes en la
enseñanza básica, media y universitaria, En efecto, en ninguno de estos
referentes se implementa actividad física-deportiva programada. Fuera de
las escuelas, la intervención del Estado en la actividad
físico-cultural y deportiva de la sociedad es totalmente insignificante y
marginal. La actividad deportiva descansa, totalmente, en manos
privadas que la explotan comercialmente.
Por
último, y para cerrar esta nota, es cierto, Chile logró conformar un
buen equipo, una generación joven logró asimilar un estilo ofensivo que
nunca antes había tenido nuestra selección. Mérito notable de su
entrenador, que logró mentalizar tal estilo. Mérito también de los
propios jugadores que supieron que en el fútbol no basta con ser diestro
para la pelota, sino también constancia y auto disciplina. Fueron los
propios jugadores y su entrenador los únicos que siempre actuaron y se
comportaron con prudencia. En ningún momento se envanecieron ni se
sobrevaloraron, a pesar de estar conscientes que habían llegado a un
nivel futbolístico de los mejores nunca antes alcanzado.
La parte negra de todo este asunto tuvo sus
protagonistas en una prensa deportiva criolla ramplona, por una parte,
y, por otra, una hinchada fanática que llegó al máximo grado de
estupidización colectiva, exhibiendo un nacionalismo barato que cayó
muchas veces en la picantería y en lo rasca.
fuente, vìa :
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