BUENOS AIRES, 20 de julio (apro).-- La madrugada del
pasado jueves 15 estaba helada. El termómetro marcaba dos grados bajo
cero y se especulaba con una inminente lluvia de aguanieve. Frente al
Congreso de la Nación, cientos de varones y mujeres buscaban la tibieza
en vasos de café y pequeñas piras con fuego. A las 4:50 de la mañana, la
temperatura subió abruptamente: luego de 16 horas de debate, el Senado
aprobó la Ley de Matrimonio entre personas del mismo sexo y la multitud
que aguardaba frente al Parlamento estalló en gritos, besos y llanto.
Con la sanción de esta ley, Argentina se convirtió en el primer país
de América Latina en dar idénticos derechos civiles a toda su población,
un avance jurídico que hasta el momento sólo existe en España, Canadá,
Sudáfrica, Bélgica, Portugal, Suecia, Holanda, Noruega, ocho estados de
Estados Unidos, el Distrito Federal mexicano e Islandia, donde la
primera ministra se casó días atrás con su pareja.
“Argentina ha llegado a tiempo a la cita con la igualdad”, asegura a Apro
Alex Freyre, quien logró contraer matrimonio hace seis meses
interponiendo un oficio judicial, y de este modo protagonizó el primer
matrimonio gay de América Latina.
“Hasta la sanción de la ley –explica--, las parejas nos casábamos
mediante recursos de amparo y adoptábamos niños como solteros. Pero esta
ley permite que tengamos los mismos derechos que un matrimonio
heterosexual. Es decir, que podamos heredar a nuestro cónyuge, compartir
obra social, firmar indistintamente el boletín de calificaciones de
nuestro hijo y darle la contención jurídica de cualquier otro niño con
madre y padre”.
La Ley de Matrimonio entre personas del mismo sexo consiste en la
aprobación de una norma que anula en el Código Civil las palabras
“marido” y “mujer” y las reemplaza por el término “contrayente”.
Curiosamente, este último vocablo existió en la Ley de Matrimonio
argentina hasta 1987. En esa fecha, frente a las presiones crecientes
para que se sancionara una Ley de Divorcio, la Iglesia católica cedió
terreno a cambio de un detalle: que en vez de “contrayente” se dijera
“marido” y “mujer”.
Lo que se decidió en la madrugada del 15 de julio es que se regresara
a ese término original, ya que se considera que las palabras “marido” y
“mujer” --mencionadas en los artículos 172 y 188 del Código Civil-- son
inconstitucionales y discriminatorias. Este avance ya está teniendo
consecuencias: aunque la ley entrará en vigor en un par de semanas
--cuando sea publicada en el Boletín Oficial--, los registros
civiles de todo el país ya están dando turnos para el casamiento de
parejas homosexuales.
Iglesia vs. Kirchner
El debate por la ley de matrimonio dejó al descubierto una puja de
poder mayor: la que enfrenta al kirchnerismo --con mayoría en el
Senado-- y la Iglesia católica, cuyos obispos presionaron durante el
último mes a los legisladores y les ofrecieron dinero para candidaturas
futuras en función de la decisión que tomaran en el recinto.
“Muchos legisladores votaron en contra sin saber qué estaban votando.
La senadora Liliana Negre de Alonso, miembro del Opus Dei, llegó a
decir que la ley fomentaría la aparición de un mercado negro de semen…
Esa es la clase de gente que restó su apoyo”, explica a Apro el
periodista y escritor Osvaldo Bazán, autor de Historia de la
homosexualidad en la Argentina, un libro que fue entregado a los
senadores con el fin de que se informaran antes de votar.
“Este libro le dio asco a la mayoría de los que votaron en contra,
pero estoy convencido de que ayudó a los indecisos a definirse a favor
--agrega Bazán--. Es un error discutir sin saber. Hay
gente que todavía cree que la obligación del matrimonio heterosexual
aparece en La Biblia, y no es así. Esta ley se aprobó porque
hubo más información, y también porque el gobierno nacional puso una
presión muy fuerte”.
Bazán se refiere a algo muy puntual: Néstor Kirchner es un candidato
fijo a las elecciones presidenciales del año próximo. Aunque él y su
mujer sostienen algunas posturas conservadoras --por ejemplo, están en
contra de la legalización del aborto-- en este caso los Kirchner sí
respaldaron la Ley de Matrimonio Gay. ¿La razón? Con este gesto creen
meterse en el bolsillo a una porción de electorado progresista, y creen
hacerlo sin costos políticos (el costo sería pelearse con la Iglesia,
pero los “K” ya están peleados).
Para tomar este tipo de decisiones, Kirchner no usó la
intuición, sino las encuestas. Un sondeo nacional dado a conocer a
principios de este mes por la consultora Analogías arrojó que el 81% de
la población estaba de acuerdo con que homosexuales y heterosexuales
tuvieran los mismos derechos, y un 69% se declaraba a favor de una Ley
de Matrimonio igualitaria. Además, el 57.6% estaba en desacuerdo con que
la Iglesia católica rechazara el matrimonio entre personas del mismo
sexo, aun cuando la mayoría de esas personas se definía como “católica
practicante”.
A diferencia de Néstor Kirchner, la Iglesia se empeñó en
desoír estas cifras. El cardenal Jorge Bergoglio, máxima figura del
Episcopado argentino, llegó a usar expresiones medievales como “guerra
de Dios” y “proyectos del Demonio” para referirse a la ley. Además, los
obispados promovieron marchas en todas las provincias, y en la ciudad y
la provincia de Buenos Aires las escuelas católicas enviaron 700 mil
cartas a padres pidiéndoles adhesiones explícitas en contra de esta
norma.
En el Senado, los legisladores más conservadores acompañaron a su
modo la postura de la Iglesia. El senador Mario Cimadevilla dijo que él
aprobaría la ley “cuando los hombres puedan amamantar”. Y la senadora
Liliana Negre, luego de plantear su hipótesis sobre el contrabando de
semen, dijo que la ley era “el resultado de los lobbies
turísticos, que se ven beneficiados por un país flexible y gay
friendly”.
Para Osvaldo Bazán, los sectores que se opusieron a la ley estaban
incurriendo en mecanismos que, en rigor, son tremendamente antiguos.
Hace 350 años, compara Bazán, Galileo Galilei se atrevió a decir algo
que sonaba absurdo: que la Tierra giraba alrededor del Sol, y no al
revés. Por decir cosa semejante las autoridades de la Iglesia católica
amenazaron con quemarlo vivo salvo que desmintiera sus investigaciones.
“Ahora sabemos que la Tierra siempre giró alrededor del Sol, aunque
no fuese evidente --aclara Bazán--. Del mismo modo que sabemos que en el
mundo nunca hubo sólo heterosexuales, aunque no fuese evidente”.
En síntesis, tuvo que pasar mucho tiempo para que una idea
considerada “natural” fuera interpelada y corregida hasta límites
insospechados. Tres siglos y medio después, el Parlamento argentino dio
una muestra histórica de que puede y se anima a revisar sus certezas.
fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/81471
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