Cuánta verdad encerraba
aquella frase, cuyo autor no he logrado recordar. El mundo gira veloz y
las situaciones, las opiniones y lo amores pueden cambiar con la misma
vertiginosidad que el planeta gira sobre su eje. Recuerdo que en el ya
lejano año 1967 mi corazón y mis esperanzas estaban al lado del joven
Estado de Israel en la “Guerra de los Seis Días”, pues el combate era
contra el medioevo árabe y sus monarquías totalitarias, su
fundamentalismo religioso islámico y aquel desdén perenne por el género
femenino.
¡Viva Israel, viva Moshé Dayán, su
gran general!, gritábamos en ese entonces, sin mucha información real
respecto de los orígenes y causas del conflicto, pero entusiasmados
merced a la información que gran parte de la prensa nacional publicaba a
favor de los intereses del imperialismo norteamericano, sólido aliado
de Israel.
Pero el mundo ha girado, gira y
cambia. Año tras año, Israel fue acercándose a la política sionista de
expansión clasista y totalitaria. Y de allí avanzó a saltos hacia el
aprovechamiento fascista de su propia experiencia sangrienta, aquella
aportada por una historia no tan lejana, escrita por los nazis alemanes
del Tercer Reich en los campos de concentración y en los guetos mediante
torturas, hambrunas, palizas y exterminio racista con que el pueblo
judío fue castigado severamente en esa década de 1935 a 1945,cuando
Yahvé, (Jehová, I-H-V-H, o como quiera que se llame Dios), una vez más,
decidió abandonarlo.
El “Síndrome de Estocolmo”
hizo carne en los dirigentes judíos, ya que de acuerdo a esa teoría
psicológica, el rehén finalmente terminaría aceptando y queriendo a su
captor, a su victimario. Es lo que sucedió entre judíos de Auschwitz y
Treblinka, con sus perros guardianes nazis, pues la historia de la
masacre genocida no sólo terminó en “cariño y afecto” hacia los
torturadores y asesinos por parte de los candidatos al holocausto, sino
que ella fue más lejos, ya que los sobrevivientes -y después su
descendencia- optaron por aplicar a los palestinos lo aprendido en
aquellos sitios arios donde eran recibidos con la terrorífica frase
“Arbeit macht frei” (El trabajo te hace libre) que señalaba el tránsito
hacia los hornos crematorios.
El examen de grado
en salvajismo fue rendido por los sionistas israelíes el año 1982 en
Sabra y Chatila, campamentos de refugiados palestinos situados en el
Líbano, a la sazón ocupado por las fuerzas armadas de Israel. Allí, a
las afueras de Beirut, algunos comandos libaneses derechistas ultra
católicos –con el visto bueno y apoyo del ejército y el Mossad
israelita- se introdujeron en los campamentos de refugiados palestinos
con la excusa de ‘buscar guerrilleros y terroristas’, pero finalmente (y
durante 30 horas) sembraron la muerte asesinando a 300 palestinos
indefensos e inocentes (hombres, mujeres y niños), en una de las
masacres más espantosas ocurridas en la década de los año 90, jamás
sancionada por la onU ni por los aliados de Israel (Estados Unidos,
Inglaterra y Francia).
Años más tarde, el
gobierno de Tel-Aviv continuó realizando contra el pueblo palestino
algunas acciones no sólo criticables sino, en estricto rigor,
repudiables. Entre ellas, invadir, ocupar y sitiar Gaza (territorio
palestino) el año 2007 estructurando un inhumano bloqueo para, luego,
iniciar la construcción de un muro vergonzoso, tanto o más que el ya
desaparecido Muro de Berlín, pues el que Tel-Aviv intentó alzar hizo
recordar las paredes de ladrillos y cemento que levantaron los nazis en
Varsovia para estructurar el ‘ghetto’.
No
satisfecho con lo anterior, el gobierno israelí decidió entorpecer
seriamente la entrega de suministros básicos a los miles de personas que
se encuentran asentadas en la franja de Gaza, y para coronar la acción
fascista Tel-Aviv ordenó a su fuerza aérea despachar dos escuadrillas de
aviones F-16 que bombardearon a discreción el territorio mencionado.
Hubo más de doscientos muertos por tales ataques. Las potencias de
occidente, como siempre ocurre cuando uno de sus aliados incondicionales
comete un crimen alevoso,se limitaron a hacer inútiles y tardíos
llamados al diálogo y a la paz.
LA FLOTILLA
DE LA LIBERTAD
750 personas de 32
nacionalidades, incluyendo parlamentarios de distintos países, médicos,
un Premio Nobel y un sobreviviente del Holocausto, transportaban en seis
naves las 10.000 toneladas de alimentos y medicinas con destino a Gaza,
donde parte del pueblo palestino se encuentra aherrojado e invadido –en
su propio territorio- por tropas israelíes, las que no han querido
abandonar el lugar pese a las recomendaciones y solicitudes de Naciones
Unidas.
Desafiando el bloqueo impuesto a Gaza
por el gobierno sionista de Israel, la Flotilla de la Libertad zarpó
desde Chipre el domingo 30 de mayo pasado, y cuando se encontraba aún en
aguas internacionales a 90 kilómetros de Gaza, fue asaltada desde el
aire por tropas de elite israelitas. Las cifras de personas asesinadas
varían según la fuente que informe. El gobierno de Tel-Aviv habla de
nueve muertos, mientras que medios de prensa independientes aseguran que
la cifra de asesinados supera las 15 personas.
Uno
de los primeros países en sancionar con extrema dureza el violento
asalto israelí a la flotilla de voluntarios internacionales, fue
Turquía, cuyo gobierno, hasta ayer, reconocía ser en alguna importante
medida aliado de Israel, sin embargo el Primer Ministro turco, Recep
Tayyip Erdogan, exigió a la onU y a la comunidad mundial que Israel sea
castigado por el ataque de su marina a la "Flotilla de la Libertad"
que, sin armas y pacíficamente, viajaba en aguas internacionales rumbo a
Gaza para brindar apoyo humanitario a sus habitantes, un hecho que el
jefe del gobierno turco tachó de "masacre" ante parlamentarios, en
Ankara, la capital de Turquía.
Erdogan consideró
que fue un ataque "contra la ley internacional, la conciencia de la
humanidad y la paz mundial", y advirtió que la paciencia de Turquía no
debería ser puesta a prueba. "Esta sangrienta masacre a manos de Israel
contra barcos que llevaban ayuda humanitaria a Gaza merece todo tipo de
calificativos", opinó.
"Turquía no dejará las
cosas como están", agregó el Primer Ministro y jefe del partido
islamista conservador AKP, subrayando que Turquía ha sido siempre amiga
de Israel. Sin embargo, recalcó, por mucho que su país valore la
amistad, también reacciona de forma decisiva ante la enemistad. "Amigos,
hoy es un nuevo comienzo. A partir de hoy nada es como era", señaló
ante sus compañeros de partido e indicó que Israel nunca podrá lavarse
la sangre de sus manos. "Como ya he dicho, ellos saben muy bien cómo
matar. Se lo he dicho a la cara. Han mostrado al mundo una vez más
lo bien que saben asesinar", sentenció.
Por
otra parte, la Unión Europea, así como los gobiernos de la OEA
repudiaron mayoritariamente el ataque y reclamaron que se investigue
seriamente lo acaecido. Desde La Moneda, el gobierno chileno
encabezado por el Presidente Sebastián Piñera, también condenó el ataque
israelí a la flotilla de voluntarios internacionales, provocando una
desconsolada reacción en los directivos de la comunidad judía residente,
la que se ha unido a la voz del principal responsable de la masacre,
el ministro de defensa israelí, Ehud Barak, y de Benjamín Netanyahu,
quienes acusan a la onU de ser “hipócrita por condenar a Israel sin
haber analizado en detalle el cúmulo de antecedentes previos”.
Brasil,
miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, fue
particularmente duro y convocó al embajador de Israel en Brasilia para
manifestarle su “indignación”. El canciller Celso Amorim precisó que
Brasil confía en que el Consejo de Seguridad adopte “una declaración
fuerte” ante el asalto.Pero, como era de esperar, Estados Unidos, al igual que Canadá, se abstuvo de condenar el asalto. Usando el habitual lenguaje diplomático enrevesado cuando uno de sus aliados se ha metido en serios problemas, Washington se manifestó “preocupado” e interesado en obtener mayor información por este asunto que calificó de “tragedia”. Y difícilmente irá más allá de esa inicua declaración, ya que no querrá molestar a su mejor aliado en la región del medio oriente donde tiene más adversarios que socios. Sin embargo, al interior de EEUU, el prestigioso diario The New York Times ya tomó posición en este asunto, y ella es contraria a la expresada por el acomodaticio e inefable Barack Obama, rey de la verborrea academicista tendiente a la mantención del satu quo pro imperialismo yanqui en el planeta.
CURRICULO Y OBJETIVOS DEL ESTADO SIONISTA DE ISRAEL
Fundamentalistas fanáticos, religiosos ultramontanos estancados filosóficamente en la época conocida como Alta Edad Media, racistas de la peor especie que no solamente prohiben que un(a) judío(a) contraiga matrimonio con un “gentil” (un no judío), sino también que jamás se integran de lleno a la comunidad, a la sociedad del país que les ha acogido y donde nacieron sus hijos, nietos y parientes, los judíos recibieron el año 1948 un ‘regalo’ por parte de la naciente Organización de Naciones Unidas, quien le proporcionó territorio en la zona costera del Mediterráneo donde por derecho propio también se encontraba sito el pueblo palestino.
Los enfrentamientos han sido una constante en esa zona, e Israel ha contado siempre con el total apoyo y avituallamiento bélico por parte de los Estados Unidos de Norteamérica, nación donde se encuentra la mayor población judía en el planeta y donde, obviamente, es posible hallar a los principales banqueros y financistas especuladores del mundo, muchos de los cuales engordan económicamente con el tráfico y venta de armas.
En los últimos treinta años, el estado israelita ha demostrado a la comunidad internacional que le importa un soberano pepino la paz mundial y el respeto a las naciones del orbe. Una y otra vez, Tel-Aviv se ha sentado en las recomendaciones y decisiones de la onU bajo el pretexto de “preservar su paz interior”, paz que por supuesto niega a quienes no aceptan sus afiebradas intenciones.
Lo sucedido el año 1982 en los campamentos libaneses de Sabra y Chatila, así como la brutal invasión a Gaza y los posteriores bombardeos a la población civil, y ahora el asalto bestial, cobarde y fascista a una flotilla de naves que transportaban ayuda humanitaria a los habitantes de Gaza, demuestran que el Estado de Israel es, definitivamente, un buen alumno (y quizá admirador) de la maquinaria genocida del nacionalsocialismo que encabezaron en Alemania políticos afiebrados como Hitler, Bormann, Goering y otros.
Pero, es posible que exista algo más en este asunto; algo que, en gran medida, podría afectar directamente a chilenos y argentinos, pues desde hace varios años alguna prensa independiente ha venido insistiendo en que el ala más dura y derechista de la dirigencia judía en Israel (y también fuera de Israel), ha trazado un plan a largo plazo mediante el cual podrían agenciarse finalmente la Patagonia chileno-argentina, donde se encuentra hoy el 70% del agua dulce del planeta.
Lo anterior siempre lo consideré un “cuento enloquecido de la teoría de la conspiración”…pero hoy, luego de lo acaecido a voluntarios internacionales y, peor aún, después de escuchar las sandeces expresadas por los dirigentes judíos en Tel-Aviv –así como la insoportable soberbia y prepotencia del gobierno israelita- mi opinión respecto del tema “Patagonia Sionista” ha dado paso a la duda razonable, y considero que ellos –los sionistas- son los nuevos y renacidos nazis que el mundo libre y democrático deberá combatir.
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