Desde tiempos inmemoriales los pueblos indígenas han identificado los
equinoccios y solsticios, correspondientes a la trayectoria del Sol,
examinando el comportamiento de su entorno natural. De acuerdo a esas
observaciones, trazaron calendarios anuales que les permitieron llevar
una convivencia armónica con la naturaleza. La profunda espiritualidad
indígena está directamente relacionada con la naturaleza que es la que
da la vida.
Fecha clave en esta concepción de mundo es el solsticio de invierno,
que marca el inicio del nuevo ciclo de vida. En el hemisferio sur esto
ocurre en el mes de junio, entre los días 20 y 24.
Los calendarios Aymara, Quechua, Likan Antai, Rapa Nui y Mapuche,
consideran los movimientos del Sol y la Luna para establecer los tiempos
de la siembra y la cosecha, celebrando las ceremonias espirituales de
agradecimiento correspondientes a cada proceso productivo.
¿Qué significa el Año Nuevo Indígena?
El solsticio de invierno es considerado por los pueblos indígenas como
un renacer. Es el período del año en que la naturaleza se renueva. Ha
finalizado la época de cosecha y el descanso necesario de la tierra y
está preparada para su nuevo tiempo de fertilidad. Se acerca la siembra.
Pronto, los brotes emergerán desde la tierra, los animales cambiarán su
pelaje y el agua de los ríos se nutrirá de lluvias y deshielos. Este
momento es visualizado como el tiempo en que “El sol emprende su camino
de regreso” a la Tierra. Regresa la luz y, con ella, la vida en todo su
esplendor.
La víspera del solsticio es la noche más larga del año, luego de ese
momento clave y durante los seis meses siguientes, las noches se
acortan y los días se alargan. En el ambiente hay más luz disponible y
con ello mayor abundancia.
Pero no sólo la naturaleza se renueva, también los seres humanos. Al
saberse parte de la naturaleza, los pueblos indígenas establecen con
ella relaciones de reciprocidad.
La importancia de esta relación primordial se expresa en la
identidad social, cultural y religiosa de los pueblos indígenas, siempre
vinculada al culto de la naturaleza, a los elementos que la
constituyen: el Sol (padre sol), la Tierra (madre tierra), los árboles
como el Canelo o la Araucaria y los animales, todos sagrados en este
mundo donde la vida es el mayor tesoro.
El Año Nuevo constituye un momento primordial en que ser humano y
naturaleza pactan su vida en armonía, celebrando la ceremonia ritual del
Año Nuevo o del inicio de un nuevo ciclo de vida.
¿Quiénes lo celebran?
Los pueblos de cultura andina: Aymara, Quechua y Likan Antai realizan
ceremonias rituales del Año Nuevo. En ellas dan gracias a la madre
tierra (Pacha mama) y al padre sol (Tata Inti) y le solicitan les traiga
un año productivo y rico en animales y cosechas para la comunidad. Los
Likan Antai ruegan a la Pata Hoiri (madre tierra) y las comunidades
Kolla en los últimos años han realizado ceremonias con el mismo fin.
El pueblo Mapuche celebra el Año Nuevo dando gracias a la madre
tierra (Ñuke mapu) por su generosidad y solicitándole sea benéfica con
la comunidad en el año que comienza, que la tierra sea productiva.
Ceremonias Rituales
Aymara: Machaq Mara
Ceremonia conocida históricamente como el Marat’aqa o separación del
año. Esta fiesta es un momento para corresponder con ofrendas a la
generosidad de la Pachamama. Se hace un pago que es el reestablecimiento
de la armonía.
Quechua: Inti Raymi
Es una fiesta de agradecimiento a la naturaleza y al astro solar que las
culturas andinas heredaron de los Incas. A mediados del siglo XX y
después que la conquista española suprimiera el rito, la Fiesta del Sol
volvió al Cusco, su antiguo centro ceremonial.
Likan Antai: Fiesta del Agua
En muchos lugares de los Andes, cuando las lluvias se atrasan demasiado,
se realizan ofrendas especiales para llamar a la lluvia con agua de mar
o de manantiales grandes que no se secan nunca.
Mapuche: We Tripantu
También llamado Wiñoi Tripantu (regresa la salida del Sol). La ceremonia
comienza antes que el Sol se oculte en el horizonte. Habitualmente se
realiza durante la noche del 23 de junio, y se espera hasta el amanecer
la llegada del “nuevo Sol que regresa” por el oeste. El ritual, que
invoca a los antepasados, es dirigido por una machi o por el lonko del
lugar.
Visibilización de los Pueblos Indígenas
Además de cumplir una función ceremonial y religiosa al interior de las
comunidades, la celebración del Año Nuevo es una forma de visibilización
sociopolítica de los pueblos.
Durante muchos años, estas ceremonias se hicieron en sitios
apartados y con participación exclusiva de las comunidades, pues la
ideología dominante privilegiaba las creencias cristianas por sobre
otras. Sin embargo, todo rito tiene un carácter colectivo, un elemento
que permite la cohesión interna del grupo y eso hace que muchas
costumbres no desaparezcan completamente.
Hace 15 años un grupo de jóvenes mapuche re instala el We Tripantu
como una forma de mostrar al resto de la sociedad que esta tradición no
había muerto. Poco a poco, estas celebraciones rituales se han vuelto
más populares y han ido tomando cada vez con más fuerza, espacios
públicos como plazas de Temuco y parques de Santiago.
En el Norte Grande, muchas de las ceremonias tienen por escenario
sitios aledaños a iglesias católicas edificadas sobre la base de otros
terrenos sagrados para los pueblos originarios. El sentido ritual que
tiene esta celebración, la aleja de la algarabía típica de una fiesta
occidental y la hermana con rogativas ancestrales y religiosas donde
priman una actitud respetuosa, de recogimiento y reflexión.
www.origenes.cl
fuente, vìa :
http://www.revista.serindigena.org/noticias/?p=336
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