Las escasas lluvias del año pasado provocaron un descenso de 30 por ciento en la producción de cereales en Níger en comparación con 2008, indicó la FAO. La baja, explicó, es de 62 por ciento respecto de las necesidades.
Ese desastre, detectado hace varios meses, sin que la comunidad internacional reparara en él pone a prueba la capacidad de gobiernos y organizaciones privadas para responder.
Incluso si se promete ayuda ahora, los obstáculos para acudir en auxilio de las comunidades más vulnerables y remotas del planeta suponen que cientos de miles de niños en Níger y Chad se enfrentan a un problema que pone en riesgo sus vidas.
El conflicto es que vamos demasiado tarde. Si se obtienen los fondos hoy, no se consigue la comida en el país hasta dentro de dos o tres meses, resaltó Malik Allaouna, director regional de emergencias para Save the Children en África Occidental y Central.
Éste es el inicio de la
temporada de sequía, la batalla anual por sobrevivir, que va del final de las existencias alimentarias de un año al inicio de una cosecha. Durante milenios fue la plaga de la mayoría de la humanidad, pero ahora es principalmente la reserva de millones de africanos.
La falta de lluvias el año pasado en el cinturón de la llamada región del Sahel, del sur del Sáhara, en Mauritania, a Sudán, significa que el costo humano esta temporada podría ser tan alto como en 2005, cuando imágenes en televisión de niños famélicos sacaron al mundo de la inercia, pero demasiado tarde.
Aunque no se estimó un balance final de muertos, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) consideró en el punto más alto de la crisis de 2005 que el hambre y la desnutrición amenazaban la vida de tres millones 600 mil personas sólo en Níger, con una población total de siete millones 100 mil individuos.
Desde octubre pasado, señales reveladoras del desastre inminente y de la falta de adecuación de la respuesta humana son hasta ahora sombríos recordatorios de los acontecimientos de hace cinco años.
La escasez de productos básicos en los mercados ha colocado algunos precios fuera del alcance de millones de personas que viven con menos de un dólar al día.
En Chad, un costal de 100 kilos de maíz ha duplicado su precio: 41 dólares. También se han elevados los precios del arroz, el sorgo y el mijo en la región.
Los colegios de algunos pueblos situados en las zonas más afectadas han cerrado, ya que las familias emigran a la ciudad en busca de comida. Los precios del ganado han caído. Los productores venden sus reses como último recurso para comprar comida para sus familias.
Pero pese al hecho de que la ONU y otras organizaciones estiman que 10 millones de personas están en peligro, la respuesta de los donantes –muchos de los cuales ya han escarbado en sus bolsillos este año por el terremoto en Haití– ha sido lenta.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios dijo que apenas 57 por ciento de la solicitud de recursos de emergencia para Níger –91 millones de dólares– se había cubierto a mediados de junio.
Al programa mundial alimentario le falta una tercera parte de su petición, de 65 millones de dólares para Chad, apuntó.
Los fondos son generalmente escasos para permitir una pronta distribución de ayuda, expresó Bruno Jochum, director de operaciones de Médicos Sin Fronteras, sobre los suministros de comida, que en algunos casos no empezarán a repartirse hasta el mes próximo.
Este año el Unicef espera tratar 859 mil menores de cinco años en Sahel por malnutrición severa, punto en el que un niño se enfrenta a un riesgo cada vez mayor de enfermedad o muerte.
Si la situación en Níger es mala, muchos creen que podría ser peor en Chad, que tiene menos agencias sobre el terreno y donde los suministros alimentarios de emergencia pueden tardar hasta cinco meses en llegar vía Libia y el Sáhara, o desde Camerún, en el sur.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2010/06/22/index.php?section=mundo&article=020n1mun
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