Más cerca lo presenciamos en 1994 cuando fue ejecutado Luis
Donaldo Colosio en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana, Baja
California. Esa
vez, para evitarse problemas de gobernabilidad, el estado mexicano se
las
arregló para convencerse (fuera de los círculos burocráticos nadie se
creyó la
versión oficial) de que había sido la obra de un delincuente solitario,
un
iluminado, un loquito.
Hace no mucho tiempo las mafias, que cada día se ven más
fuertes que el gobierno, dieron una muestra de su estrategia "política"
al
secuestrar y probablemente asesinar al destacado panista Diego Fernández
de
Cevallos. Aquí, de nuevo, el estado maniobró para convencerse (fuera de
los
círculos burocráticos, nadie cree en la versión oficial) de que se
trató de un simple caso de delincuencia común.
Cada vez que hay problemas graves el gobierno los atribuye a
cualquier cosa menos a fallas en la gobernabilidad de una nación, la
nuestra,
que cada día adquiere más características de un estado fallido.
Pero la realidad siempre termina por imponerse. Lo que le ha
ocurrido a Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI al gobierno de
Tamaulipas,
sólo puede ser atribuido a la mafia del narcotráfico que no se echó para
atrás
cuando Calderón le declaró la guerra y que parece decidida a acabar con
la
estabilidad en nuestro país.
Si había alguna duda del fracaso de la estrategia de
Calderón contra el crimen organizado, ya no la hay. Porque las mafias no
sólo
se han fortalecido y están dispuestas a pelear con todo y contra todos,
sino
que claramente ahora se ven encaminadas a alterar a impactos de balas el
curso
de nuestros procesos políticos.
¿Después de lo ocurrido a Rodolfo Torre Cantú, alguien se va
a sentir seguro de ir a votar a cualquiera de las casillas que se
instalarán en
los distintos lugares de México donde habrá elecciones el próximo
domingo?
Fuente, vìa :
http://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2010/06/28/1069210
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