lunes, 28 de junio de 2010

Mèxico Inseguridad : Crónica desde una isla de terror… Gerardo Albarrán de Alba. ¿Y qué es Tamaulipas hoy sino la humillante, dolorosa necesidad ciudadana de agachar la cabeza u ocultarla, so pena de sucumbir entre la violencia del crimen organizado y la autarquía implacable del mandatario priista?

Si Tamaulipas tiene un dueño ese es, además del cártel del Golfo, el gobernador Eugenio Hernández. ¿Y qué es Tamaulipas hoy sino la humillante, dolorosa necesidad ciudadana de agachar la cabeza u ocultarla, so pena de sucumbir entre la violencia del crimen organizado y la autarquía implacable del mandatario priista? Estado-espejismo donde la vida ya no se vive, donde la insólita comodidad de la autoridad estatal sólo es equiparable a la inaudita libertad e impunidad con que actúan los narcotraficantes en el estado, Tamaulipas se apresta a la escenificación de una farsa electoral, favorecido el PRI por su mejor aliado: el miedo que impone la narcoviolencia.

VALLE HERMOSO, TAMPS., 26 de junio (Proceso).- El silencio es más hondo que una tumba. Cualquiera sabe lo que pasa, pero nadie dice nada. Pueblos enteros tomados durante días por el cártel del Golfo o por Los Zetas; casas y negocios quemados y saqueados; ataques relámpago a instalaciones policiacas o casas de seguridad; combates que duran toda la noche y  masacres a plena luz del día que no dejan otra huella que muros y vehículos acribillados, sangre en las aceras, porque las víctimas más tardan en morir que en desaparecer sus cadáveres; amenazas por doquier contra quienes no se conforman a la primera; secuestros, asaltos y cobro de cuotas a quien se deje, y todos se dejan para llegar a mañana como se pueda. La vida controlada en las comunidades disputadas mediante retenes y volantas en las calles y avenidas principales, lo mismo si rondan el medio millón de habitantes, como Reynosa y Matamoros, que si no llegan a 5 mil, como Burgos.
Que no, que aquí no pasa nada, son hechos aislados, corean el gobernador y la mayoría de los presidentes municipales, al costo de sembrar sospechas sobre ellos mismos. La gente ejerce el derecho de réplica en internet. Los llamados de auxilio se acumulan, se prodigan los reproches. La impunidad indigna. Los testimonios saben a congoja. Es el desamparo.
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El convoy de más de 100 camionetas rotuladas CDG (Cártel del Golfo) y X M3 (Metro 3) llegó temprano a Valle Hermoso el miércoles 24 de febrero. El pueblo estuvo ocupado durante tres días de enfrentamientos a toda hora. Nomás chillaban los coches por las corretizas que pegaban. Nadie nos auxilió, ni el Ejército vino por más que lo llamaron. Hubo como 60 muertos. La historia se repitió el 6 de junio. Se fueron derecho a la Preventiva y otros a la Ministerial. Fue una matazón. Se llevaron a varios policías. Las entradas y salidas fueron bloqueadas, luego de varios días de rumores y tensión.
La violencia en el estado arreció a partir del primer asalto a Valle Hermoso, el mismo día en que una juez en Houston, Texas, sentenció a Osiel Cárdenas a un cuarto de siglo de prisión. Al día siguiente, en Ciudad Victoria se vaciaron las escuelas y las calles por los rumores de balaceras. El 11 de marzo lanzaron granadas y acribillaron las oficinas de la Policía Ministerial del Estado y de la Policía Preventiva. Hace apenas tres semanas, el 11 de junio, militares mataron a dos personas frente a la casa del procurador de Justicia, aunque la primera versión que se esparció por las calles es que el crimen ocurrió dentro.
Ni el gobierno se salva. Son varios los alcaldes abofeteados por los narcos, los altos funcionarios estatales despojados de sus aparatosos vehículos, los empleados federales impedidos de cumplir sus tareas. Ellos cobran la luz, el predial, el agua; se convirtieron en proveedores de servicios públicos. El gobierno del estado y los municipios sólo administran el desastre y trabajan con lo que les dejan, mientras se cuidan la espalda. ¿Ya notaron que el gobernador mandó pintar todas las unidades? Ahora son blancas, con logos grandes del gobierno del estado en el techo, para que no los confundan. Sólo así pueden salir a carretera seguros sin que los tiroteen desde los helicópteros de La Maña.
Extracto del reportaje publicado en la edición 1756 de la revista Proceso, ya en circulación.
fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/80754

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