Los bancos y cajas de ahorro de la Península ibérica se tambalean
preocupantemente. Un mayor endeudamiento de España no dejaría ni a las
bolsas ni al euro indemnes.
Uno de cada cinco
españoles está actualmente en el paro, más de cuatro millones de
personas carecen de trabajo. El porcentaje de paro superará este año la
marca del 20%. España tiene asimismo la mayor tasa de paro juvenil de
toda la Unión Europea –oficialmente se admite que llegará al 40%–, por
lo que se enfrenta a una catástrofe a largo plazo. De hecho, a los
menores de 25 años sólo les depara un trabajo temporal con escasos
derechos laborales o prácticas de trabajo no remuneradas.
A todo
ello se suma una corrupción endémica, que nada tiene que envidiar a la
griega, un sector de la construcción sobredimensionado, una industria
financiera débil (pese a todos los que se han aprovechado de la crisis)
[1] y un sector turístico que gimotea bajo la excesiva sobrecapacidad.
Exacto: España no es Grecia. Su producción económica es más de cuatro
veces mayor: un peso pesado en Europa. En comparación, Grecia es un
enano. Pero justamente ahí reside el problema.
El foco del
incendio no ha de buscarse en Grecia sino en España, según el premio
Nobel de economía Paul Krugman. En el 2007 Madrid aún tenía un superávit
presupuestario del 1'9%. Mientras tanto, el déficit oficial –esto es,
la cuota anual de nuevo endeudamiento para la refinanciación del
endeudamiento del estado– era del 11'4 por ciento. Y eso bien tiene un
nivel griego. La cuota de endeudamiento asciende hasta este momento a
nada más y nada menos que algo más del 60% y el estado español puede aún
situar sus préstamos sin problemas en los mercados financieros
internacionales, aunque cada vez con mayor dificultad. Pero esto puede
cambiar rápidamente. La deuda privada –con un 225%, más que el Reino
Unido o los Estados Unidos– es un problema tan ciclópeo como la deuda
pública. Y lo peor aún está por llegar, cuando en toda Europa, también
en España, aumenten los intereses y millones de españoles no puedan
satisfacer más sus deudas hipotecarias. Hasta este momento la crisis
laboral ha originado un torbellino de insolvencia privada. Los bancos y
cajas de ahorro españolas se tambalean de manera preocupante.
El
gobierno del primer ministro Zapatero persigue ahora un severo plan de
ahorro: se recortarán en los próximos años 50 mil millones de euros de
la administración pública. Pero eso no alcanza. Como era de esperar,
después de Grecia y Portugal, también los españoles han sido castigados
por las agencias de calificación: Standard & Poor's rebajó
sustancialmente a finales de abril la calificación de los bonos del
gobierno español a diez años. Como Atenas, Madrid también presentó
expedita y rápidamente una elevada factura en forma de crecientes primas
de riesgo. En los últimos dos años el pinchazo de la burbuja
inmobiliaria ha afectado a las cajas de ahorro y bancos regionales
españoles, tradicionalmente los más importantes financiadores de
hipotecas. Casi 30 de las 45 cajas de ahorro españolas buscan salvarse
de la crisis mediante fusiones. Una de estas instituciones, Cajasur, ha
sido intervenida tras el fracaso de las negociaciones de fusión y será
administrada por el banco central, que junto con el gobierno, apremia al
sector a acelerar las fusiones. Eso supone la liquidación de los
créditos hipotecarios basura, que en España contrataron muchas personas.
Si se llegase a una acción de rescate como ésa, llevaría al estado
español –siguiendo el patrón británico– al desembolso de varios miles de
millones adicionales y nuevas medidas de austeridad. Ni la deuda
pública y mucho menos el euro saldrían sin rasguños como consecuencia.
En
una crisis de estas proporciones no puede ahorrarse nada, ninguno de
los excesivos planes de austeridad modifican en nada los problemas
estructurales de la eurozona: la crisis se convertirá en una larga y
persistente depresión. Europa, el mayor rival del poderío económico
estadounidense en el mundo, se dispone a recibir una soberana paliza en
el siguiente round.
Nota T.:
1]
Krisengewinnler, en el original. Juego de palabras con Kriegsgewinnler,
palabra alemana que designa a quien obtiene sustanciosos beneficios de
la guerra.
Michael R. Krätk, miembro del Consejo Editorial de
SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la
Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto
Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de
economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la
Universidad de Lancaster en el Reino Unido.
Traducción: Ángel
Ferrero
vìa, fuente :
http://www.argenpress.info/2010/05/espana-proximo-foco-del-incendio.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario