La frase de Jorge Eliecer Gaitán, no puede ser más lapidaria: “En este
país –dijo en 1928- el gobierno tiene para los colombianos, la metralla
homicida; y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano”.
82 años después (2010) no solo que el gobierno de turno
(cada uno más fascista que el otro) ha seguido ametrallando a los pobres
colombianos sino que ha ensayado “técnicas genocidas” viejas y nuevas
(los falsos positivos, las fosas comunes, los hornos crematorios) y han
entregado su país (7 bases militares) al “oro americano”
Lo más
grave, de los nueve candidatos presidenciales, cinco se declararon
abiertamente partidarios de seguir la misma senda trazada en los últimos
ocho años por el para presidente Álvaro Uribe Vélez; y solo uno con
posibilidades ciertas (Antanas Mokus) no es que esté totalmente en
contra de esta política fascista sino que promete someterse a la ley; la
ley nacional y la ley internacional.
La derecha fascista no
perdona
Es decir, si no gana Mokus, la premonición de Gaitán
seguirá aplicándose pero no solamente dentro de Colombia sino en otros
países, como ya lo ensayó el dueto Uribe-Santos, con Ecuador, y ha
tratado de hacerlo con Venezuela.
El problema de geopolítica
regional es que, por el momento, son mayoría en Latinoamérica y El
Caribe los países con tendencia hacia el cambio, hacia el rescate de la
soberanía y la dignidad nacionales. Pero, quién sabe si la tendencia
pueda consolidarse y seguir adelante. Por lo menos, la derecha
tradicional ya se ha establecido (o ha logrado un continuismo) en
Honduras, en Panamá, en Chile, en Costa Rica, en Guatemala, Perú,
México. Están en duda (mejor dicho, a medias) en Argentina, Paraguay,
Brasil. Ya no tienen la menor duda de a adónde van, Cuba, Venezuela,
Bolivia, Nicaragua y también el Ecuador, a pesar de que los pachakutecs
ecuatorianos, otrora en posiciones de izquierda, “han descubierto” que
Correa es neoliberal, ya que no hace lo que ellos quieren que debe
hacer.
Es casi un axioma político ineludible que, tras la
izquierda viene la derecha; pero no esa derecha candorosa, pacífica, que
todavía cree sinceramente en Dios y en Cristo; sino esa derecha
cavernaria, esa derecha troglodita que piensa que si desaparece a todo
anticristiano o que suene a ello, están sirviendo a Dios, a la Iglesia
y, desde luego, a sus bolsillos, que han dejado de llenarse durante un
tiempo. Y eso no lo pueden seguir permitiendo.
La tragedia
colombiana
“En Colombia existe una política de exterminio de la
oposición; una banda de criminales organizada desde el Estado para
asesinar” ¿Quién dice esto?: Sandra Piedad Córdova, esa senadora que se
las ha jugado sin miedo porque en Colombia se den por lo menos algunos
rasgos de humanismo y que ha logrado salvar a varios rehenes de las
FARC, especialmente el último, el célebre sargento Moncayo, a quien la
gran prensa sipiana, no solo de Colombia sino del Continente, de pronto
“lo olvidó” a pesar de que hasta hace muy poco, fue figura principal de
la prensa de espectáculo. ¿Será porque cometió el desliz, tan pronto
como fue liberado, de insinuar que había que conversar con las FARC,
porque “las FARC están ahí” y esa expresión estaba fuera de libreto?
Pero
la senadora Córdova, que ha demostrado ser “muy macha” (muy berraca
como dicen los colombianos) como diríamos en Ecuador y ha desafiado las
iras imperiales del moderno fascismo y hasta ahora ha salvado su vida,
no habla ni acusa en retórica barata, como los nuestros: recuerda a cada
rato que en Colombia hay nada menos y nada más que 18 millones de
pobres; y que de estos, por lo menos 7 millones no comen todos los días
Recuerda
también que Colombia registra uno de los más altos índices de
desplazados (internos y externos) por la violencia: más de cuatro
millones (solo en Ecuador, se han refugiado, en los últimos años, más de
100.000) En esta lista, no hay que olvidar que más de 5.000 fueron
asesinados por sicarios al servicio de la clase dominante; y de estos,
más de 4.000 pertenecían a la izquierda.
Constan, aparte de este
espantoso recuento, más de 1.700 jóvenes desempleados que fueron
asesinados por soldados de carne y hueso en descampados de Colombia;
fueron vestidos de “terroristas” (guerrilleros) y presentados como
“muertos en combate”. Por esta práctica, que supera cualquier ficción
literaria, los asesinos cobraban premios en dinero, en medallas, en
canonjías. Y ninguno ha sido sentenciado, a pesar de que fueron
identificados por un auditor de las Naciones Unidas, en sus repartos
militares.
Los por qués de un por qué
Ahora, ¿por qué
Colombia no puede salirse de semejante conjura? Las explicaciones son
varias. Recogemos algunas:
- El miedo; el miedo que ha logrado
imponer la clase dominante colombiana en más de medio siglo de violencia
bestial (no olvidemos que, por los años 60-70 se denunció que soldados
de la extrema derecha jugaban fútbol con las cabezas de liberales
oposicionistas)
- Ese miedo que impera en poblaciones rurales, a
donde llegaban los paramilitares con armamento ligero y muy eficaz,
sacaban de una reunión social o de sus casas, a hombres y mujeres, lista
en mano, les enfilaban en la plaza principal y los fusilaban sin más.
Después, obligaban a los sobrevivientes (ancianos, mujeres, niños) a
huir antes de que les pase lo mismo, para luego adueñarse de sus
tierras.
- O el miedo impuesto por el sicariato. Un político de
oposición, un dirigente sindical, un sospechoso de “castro comunismo”
era sorprendido por un criminal en cualquier sitio o lugar y ejecutado
ipso facto. El criminal (generalmente un joven desempleado) huía del
escenario como que se iba de compras. Muy pocos fueron identificados y
casi ninguno llegó a recibir la sentencia que se merecía. Peor, los que
encargaban “el trabajito”
- O el miedo a que su majestad Álvaro o
cualquiera de sus lugar tenientes los “anatematice” en público y les
obligue a salir de Colombia precipitamente, para salvar por lo menos la
vida. Muchos periodistas colombianos viven en el exilio forzado pero por
ellos ni la SIP, o el Grupo de Diarios de América, Fundamedios o
Participación Ciudadana, dijeron jamás esta boca es mía. Bastaba que el
“gran demócrata” les dijera públicamente que eran “terroristas de
corbata” para que tuvieran que poner los pies en polvorosa o atenerse a
las consecuencias: el asesinato en la vía publica.
- ¿Otros
miedos? los otros sicarios, que recurrían a los hornos crematorios o a
las fosas comunes; una sola (del Llano) con más de 2.000 restos de seres
humanos que fueron asesinados. Acaso se puede pedir a toda una
población que denuncie, que increpe a sus verdugos. Que tenga valor.
En
lo de los sicarios, me temo que esta atroz práctica se está empleando
en Ecuador. No de otra manera pueden explicarse esos asesinatos
ocurridos en Guayaquil, Quito, Esmeraldas, Manabí, que tienen la misma
“técnica” que los sicariatos colombianos.
Otro factor -volviendo a
lo de Colombia- ha sido y sigue siendo, el absoluto control mediático
que las fuerzas represivas y sus empresarios tienen sobre los medios de
comunicación más importantes, especialmente prensa escrita y televisión .
Desde hace rato, en esos medios solo se publica lo que le conviene a la
“seguridad democrática”. Es decir, el pueblo colombiano (no todo)
ignora los crímenes del uribismo y sus antecesores. Y como que creen que
“si no dicen nada” no les pasará nada. Tremendo error que le ha costado
a millones de personas sus vidas, sufrimientos sin fin. Solo hay que
revisar la historia de Alemania, de España, de Italia.
Para el
Ecuador, las elecciones colombianas tienen alto significado. Juan Manuel
Santos, a quien pintan como favorito pero seguido muy de cerca por
Antanas Mokus, no tuvo empacho en declarar, en un panel de principios de
campaña, que “había tenido el honor de ordenar el bombardeo del
terrorista Reyes en territorio ecuatoriano” y que volvería a hacerlo si
fuera necesario y de acuerdo con el “derecho a la defensa anticipada”
una de las genialidades del imbécil de Bush hijo. Bueno, después se supo
que fue la Condolessa esa, la que se ideó estas y otras frases para
tratar de justificar lo injustificable (la invasión de Irak, por
ejemplo)
Desde luego, Rafael Correa reaccionó como debía
reaccionar y por lo menos logró que el candidato fascista trate de dorar
la píldora y de endosarle el problema “al Estado colombiano” Pero, una
corresponsal en España de la agencia franquista EFE se aprovechó para
tratar de poner en boca de Correa que había dicho que la posible
elección de Juan Manuel Santos, como presidente de Colombia, “sería un
problema para Ecuador” cuando en verdad lo que le preguntó fue que si no
era un problema que un juez ecuatoriano había sindicado y ordenado la
prisión de Santos por ser el autor confeso y directo de la masacre de
Angostura (26 personas y tres heridas) a lo cual Correa respondió “que
si, que ese podía ser un problema” ya que él como Presidente de Ecuador
no puede, por si y ante si, ordenarle al juez que deje sin efecto esa
disposición judicial.
¿Podremos los ecuatorianos sentirnos
seguros si llega a la Presidencia Juan Manuel Santos y su equipo
depredador? ¿Podrá sentirse seguro Rafael Correa y su equipo de gobierno
y su Alianza País y su revolución ciudadana, si la mayoría de
colombianos designa presidente a este genocida confeso?
Serán
cuatro años de lo mismo o peor ya que de la hermana Colombia llegan
informaciones que don Álvaro Uribe Vélez está aprovechando al máximo los
días que le quedan como presidente para visitar pueblos y aldeas a los
que nunca fue y reafirmar su decisión de que “cualquier gobierno que
venga” debe profundizar su “seguridad democrática” (un práctico
autoritarismo de la peor especie) ya que ello garantizará que finalmente
sean derrotados los “terroristas” de las FARC a quienes su gobierno ha
asestado “duros golpes”
“Los mal pensados de siempre” (que en
Colombia todavía quedan) ven en esta actitud un anticipo de que Uribe y
su combo se disponen a regresar después de un período de 4 años ya que
no le fue permitida su segunda reelección. Para ello, necesita de
urgencia en el Palacio de Gobierno, alguien que le cuide las espaldas y
que no vaya a tranzar (ni de broma) con los “terroristas”. Ya que con
los narcotraficantes –al parecer y según reiteradas denuncias- tiene muy
buenos puentes al extremo que en estos ocho años de uribismo, la
producción de hoja de cosa y otros elementos se ha más que duplicado.
Quizá
entonces (para el 2014) ya las bases militares norteamericanas se hayan
establecido a plenitud en toda Colombia, hayan por lo menos “provocado”
militarmente a la vecina Venezuela (o hayan logrado matar a Chávez) y
desplazar “para siempre” las veleidades de esos gobiernos “díscolos” que
tanto dolor de cabeza les están dando al Imperio y a sus aliados
locales.
Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/05/uribe-se-va-pero-el-fascismo-lo.html
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