Tampoco es muy riguroso hablar de
democracia, cuando nuestras naciones han estado constantemente
gobernadas por dictadores, cuartelazos militares o alzamientos armados.
Esta situación que parece ser propia de los otros países
latinoamericanos y de la cual Chile estaría ajeno, es quizás la mayor
mistificación histórica que haya sufrido el desarrollo del país desde la
Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810 hasta el gobierno de Ricardo
Lagos y nombro a este período porque, si bien, el gobierno
civil se recuperó en 1990, no se puede dejar de recordar la famosa frase
de Aylwin: “En la medida de lo posible” y los
ejercicios de Enlace y Boinazos, muy impropios de un país libre y
democrático. El Gobierno de Eduardo Frei tampoco estuvo
exento de problemas, recuérdese las presiones de la derecha para
liberar a Pinochet de su detención en Inglaterra.
La intención de este proceso escritural
es abordar los hechos políticos de nuestro país que se olvidan o se
ocultan y develar cuán lejos hemos estado de ser un país de continuas
democracias. Al mismo tiempo rescatar algunos personajes importantes en
la historia del pueblo, pero que la historia oficial no los ha
reconocido. Después de todo, como decía Walter
Benjamin, la historia la escriben los vencedores.
Este artículo se dividirá en tres
segmentos correspondientes a los períodos comprendidos entre 1900 a
1940, desde la década del 40 al 70 y desde la década del 70 al 90
contando con una introducción que pretende resumir lo que ocurrió en el
siglo XIX en Chile y la tan mentada historia independiente y
democrática.
INTRODUCCION: SIGLO XIX: CHILE,
PAÍS GUERRERO
Gabriel Salazar Premio
Nacional de Historia 2006, haciendo referencia a un ensayo del
historiador Mario Góngora señala que, según éste, el
Estado importante formador y constructor de la sociedad chilena, fue en
el siglo XIX un estado guerrero (1).
El estado chileno habría sido
constructor de la sociedad, a través de la guerra. Históricamente se
procedió por medio de las armas, se incorporó la violencia como
tradición institucional que ha constituido una memoria cultural para
resolver nuestros conflictos. Se comprende entonces el lema del Escudo
Nacional “por la razón o la fuerza.” La hipótesis de Salazar plantea
que la memoria social chilena fue modelada en la violencia. Si se
analiza la forma en que se han resuelto los problemas y las
contradicciones sociales tanto en el plano institucional como en el
plano político y social, la solución ha sido militar en todos los casos,
sin excepción. La sociedad chilena, ha estado marcada por el ejercicio
de una violencia, que a veces ha sido militar y a veces de otro tipo.
Dice Salazar: “En el tema que me
proponían de las raíces históricas, yo estaría entendiendo, por tanto,
cómo el ejercicio de la violencia se ha estructurado en este país de
manera tal, que ha pasado a configurar profundamente nuestra memoria
histórica y nuestra memoria social habitual, a partir de la cual,
normalmente, uno construye proyectos de identidad; de identidad
personal, identidad grupal, identidad intersubjetiva, identidad comunal y
la identidad de nación” (2).
Ya en el siglo XVII España mantenía un
ejército de 2.000 hombres. La segunda mitad del siglo XVIII se
caracterizó por una intensa militarización destinada a defender el
territorio de los ataques ingleses. Se comienzan a disciplinar y
militarizar a las milicias vecinales que no habían sido antes
incorporadas a la guerra. En el siglo XIX después de la Primera Junta
Nacional de Gobierno se vive permanentemente en guerra. Desde la
ofensiva de 1813 lanzada por el Virrey del Perú, para la reconquista de
Chile, hasta la derrota definitiva de los españoles en 1818 donde
comenzaría realmente la vida independiente de España.
Declarada la independencia en 1818,
comienza la expedición libertadora del Perú liderada por San
Martín y O’Higgins mientras se proyectaba la
construcción del Estado chileno lo que condujo a nuevas batallas,
problemas de caudillaje y escaramuzas.
O’Higgins nombrado Director Supremo en
1818, debe renunciar a su cargo en 1823 debido al rechazo de su mandato
el cual fue una verdadera dictadura. El poder lo asume el general Ramón
Freire, quien emprende una guerra contra el resto de los
realistas afincados en Chiloé. Freire se vuele impopular y su gobierno
cae. Después de una sucesión de breves gobiernos en 1828 se produce un
levantamiento militar a cargo de José Joaquín Prieto
quien controla rápidamente el sur de Chile. Luego con la unión de los
pelucones (conservadores), estanqueros y o’higginistas, vendrá la
batalla de Ochagavía que produce la caída del régimen liberal e instaura
el gobierno de José Ovalle. En 1830 en la batalla de
Lircay se produce el triunfo definitivo de los pelucones y sus aliados
iniciándose así la república conservadora.
En 1831 el general vencedor José Joaquín
Prieto quien gobierna el país, de la mano de Portales,
en forma dictatorial se embarca en la guerra contra la Confederación
Perú-Boliviana de Santa Cruz que duró desde 1836 a
1839. En 1851 después del gobierno del general Bulnes y
para evitar la asunción de Manuel Montt como
presidente se produce un levantamiento que es sofocado en la batalla de
Loncomilla.
Entre 1864 y 1866 vendrá la guerra naval
contra España y trece años más tarde la guerra del Pacífico desde 1879
hasta 1883. La estabilidad durará sólo nueve años ya que el gobierno de
Balmaceda generaría la guerra civil de 1891. Entre
medio de estas guerras, están las continuas batallas contra los
araucanos, las que provocan un gran alzamiento en 1880, el cual es
aplastado en 1883.
Como es posible observar desde 1813
hasta 1881, las guerras, batallas y alzamientos militares fueron una
constante en el estado chileno. Las luchas políticas, alianzas y
características de los gobiernos no son abordadas en esta apretada
síntesis histórica por cuanto no es el objeto del artículo. Lo que éste
pretende sacar a luz es la inexactitud del discurso que nos dice que
hemos sido siempre una nación pacífica y democrática.
Ahora bien, la historia del siglo XIX ha
recogido los nombres de generales y gobernantes autoritarios, pero ha
olvidado la importante participación de personajes verdaderamente
democráticos que estuvieron junto a las clases populares, luchando por
libertad y justicia social. De entre muchos que trataron de hacer
realidad las ideas progresistas del siglo XIX, es interesante rescatar a
dos de los más preclaros: El franciscano penquista Fray Antonio
Orihuela y el intelectual Francisco Bilbao.
Los primeros Juntistas no tenían
intención de separarse de España, es posteriormente con la llegada de José
Miguel Carrera y su gobierno, que empieza la idea de la
independencia y la lucha contra la corona española. En 1811 en medio de
la efervescencia Fray Orihuela lanzaba una incendiaria proclama dirigida
al bajo pueblo:
“Mientras vosotros sudáis en
vuestros talleres; mientras gastáis vuestro sudor y vuestras fuerzas
sobre el arado; mientras veláis con el fusil al hombro, al agua, al sol y
a todas las inclemencias del tiempo, esos señores condes, marqueses y
cruzados duermen entre limpias sábanas y en mullidos colchones que les
proporciona vuestro trabajo: se divierten en juegos y galanteos,
prodigando el dinero que os chupan con diferentes arbitrios que no
ignoráis; y no tienen otros cuidados que solicitar con el fruto de
vuestros sudores, mayores empleos y rentas más pingües, que han de salir
de vuestras miserables existencias, sin volveros siquiera el menor
agradecimiento, antes sí, desprecios, ultrajes, baldones y opresión”
(3).
Esta lectura clasista de la situación
social del siglo XIX, ha sido casi desconocida en la historia oficial la
cual realza el papel de Fray Camilo Henríquez como
aporte a la libertad por su contribución con la imprenta y la
publicación de La Aurora de Chile. Sin embargo
se olvida que en esa época eran muy pocos los que sabían leer. Sólo un
puñado de aristócratas y por cierto de ningún modo el pueblo. En la
práctica, Camilo Henríquez escribía para los ilustrados, Fray Orihuela
hablaba para un pueblo que no sabía leer ni escribir. Sus discursos
proponían una sociedad igualitaria, la toma del poder por el pueblo y
una nueva organización social.
Treinta y tres años después la idea de
sociedad igualitaria de Fray Orihuela va a ser tomada por un joven
Francisco Bilbao en su libro Sociabilidad Chilena.
Con la República Conservadora se afianzó
un gobierno aristocrático de la sociedad chilena. La represión a los
sectores populares a través de castigos físicos como azotes, cepos,
trabajos forzados, y las jaulas rodantes atestadas de prisioneros
inventadas por el ministro Diego Portales, mostraban las desigualdades
sociales y las injusticias de un gobierno dictatorial.
Para Bilbao, la sociedad chilena estaba
organizada según el modelo feudal español. Con un clero comúnmente
aliado de las monarquías absolutas fustiga la religión católica por ser
autoritaria, simbólica y formulista. El trabajo del pobre –escribía- es
apropiado por un sistema explotador y represivo. Los ricos poseen la
tierra por el derecho de la conquista:
Sociabilidad chilena escrita en 1844,
fue un golpe a la sociedad conservadora. El libro fue declarado blasfemo
e inmoral. Bilbao fue despedido del Instituto Nacional donde dictaba
clases y finalmente debió exiliarse, por un período, en Europa.
Bilbao escribe en su libro: “Separación
eterna, amo y siervo, riqueza y pobreza, orgullo y humildad, nobleza y
villanos. Sin industria intelectual ni física, nadie podrá elevarse sino
el rico, y como el rico es el hacendado, y el hacendado es aristócrata,
sale por consecuencia que la clase poseedora está interesada en la
organización monárquico-feudal (…). El pobre necesita que comer y busca
trabajo. El trabajo no puede venir sino del que tiene industria o
capital. La industria o capital son las tierras: luego los hacendados
son los dueños del trabajo, de aumentar o disminuir el salario. La
riqueza o regalía puede pasar algún tiempo sin el trabajo del pobre.
Pero el hambre no admite espera: luego el rico es dueño de fijar las
condiciones del salario: he aquí el despotismo feudal “ (4).
Francisco Bilbao va a escribir ocho
textos entre 1844 y 1852 en los cuales va revelando el carácter de la
sociedad conservadora y pacata de su época y las consecuencias sociales
que involucran: El pueblo, dice, llena las cárceles, abastece el
cadalso, trabaja para el cura, para el Estado y para el rico, está
animalizado por el trabajo.
Los ideales bilbaínos son la libertad,
la igualdad política y social. Su proyecto de sociedad igualitaria va a
tener seguidores.
José Victorino Lastarria
político y jurista liberal va a escribir en 1849 El manuscrito del
diablo un ensayo sociológico donde señala que “hay una clase
privilegiada, cuyo privilegio no está en la ley ni en los derechos de
que goza, sino en el hecho, en la costumbre. La sociedad está dividida
en dos clases: una que todo lo puede y lo goza todo, y otra que nada
vale… El gobierno se apoya en los ricos y mantiene la superioridad que
éstos se arrogan sobre el pueblo. La aristocracia conservadora que
dirige el país es retrógrada e inmovilista, detesta la novedad, la
innovación” (5).
Destacamos este párrafo por lo actual: “Mas
como esa aristocracia rechaza el nombre que le conviene de retrógrada, y
prefiere llamarse ‘conservadora’ justifica su denominación aparentando
que quiere reformas, con tal que no se destruya lo existente: su modo de
reformar, consiste pues en remendar, en refaccionar: así es que Chile
en poder de esas gentes es una casa vieja y ruinosa con puntales por
aquí, alzaprimas por allá, paredes remendadas y agobiadas de
promontorios por acá y goteras por todas partes” (6).
A modo de reflexión debemos decir que
todos los chilenos se saben el discurso de Arturo Prat
de memoria o las hazañas bélicas de los “Padres de la Patria”, pero
desconocen las contribuciones de aquellos intelectuales y luchadores que
trataron de conformar una sociedad más justa e igualitaria, guiados por
ideas verdaderamente progresistas. Del cura penquista Orihuela no se
habla, como tampoco de Bilbao y se desconoce el aporte de Carlos
Rodríguez Erdoíza, hermano del guerrillero Manuel, quien fue
un destacado diputado y Ministro durante el período liberal, luchando
por la implantación de leyes progresistas lo que lo llevó al
encarcelamiento y el exilio en algunas ocasiones. De él se rescata su
rectitud para asumir las responsabilidades y su adhesión a la idea de
república que posibilitara la libertad y el progreso. Comprendía que
había inexperiencia para gobernar con ideas progresistas pero “… era
preferible incomprensiones que dar un paso a una nueva dictadura
militar, como la estimulaban los partidarios de O’Higgins. No se dejaba
guiar por mezquinas pasiones ni intereses personales. Defendía los
derechos del Congreso ajustándose a los deberes que le imponía el cargo
de diputado y a los imperativos de su conciencia republicana y
libertaria” (7).
Para finalizar este apretado resumen me
parece necesario enfatizar que la Primera Junta Nacional de Gobierno
fue más una adhesión al rey Fernando VII de España,
prisionero de los Bonaparte, que un verdadero grito de independencia. En
parte del Acta del Cabildo se puede leer lo siguiente: “… y a ejemplo
de lo que hizo el señor gobernador de Cádiz, depositó toda su autoridad
en el pueblo para que acordase el Gobierno más digno de su confianza y
más a propósito a la observancia de las leyes y conservación de estos
dominios a su legítimo dueño y desgraciado monarca, el señor don
Fernando Séptimo… defender al reino hasta con la última gota de su
sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo y reconocer al Supremo
Consejo de Regencia… Todos los cuerpos militares, jefes, prelados,
religiosos y vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a
dicha junta instalada así en nombre del señor Don Fernando Séptimo, a
quien estará siempre sujeta” (8).
Habría que agregar que el Bicentenario,
si de independencia se trata, debería ser conmemorado el 12 de Febrero
de 2018 ya que ese día declara O’Higgins la Independencia de Chile e
incluso en forma más rigurosa el día 5 de Abril, puesto que en esa fecha
ocurre la derrota definitiva de las fuerzas realistas.
NOTAS
1) Mario Góngora, Ensayo histórico
sobre la noción de estado en Chile en los siglos XIX y XX.
Editorial Universitaria. 1986
2) Gabriel Salazar, Revista Psicología,
Depto. Ciencias Sociales Universidad de Chile. Vol. VIII Nª 2 Pag. 19
3), 4), 5) y 6) Sergio Grez Toso, La «Cuestión Social» en Chile.
Ideas y Debates precursores. (1804 – 1902)
7) Alejandro Chelén Rojas,
El Guerrillero, Prensa Latinoamericana S.A. Santiago, 1954, p.
174
8) Acta del Cabildo de Santiago (18 de
septiembre de 1810)
fuente, vìa :
Luisa Bustamante B.
Bicentenario: ¿200 años de qué?
http://www.elciudadano.cl/http://www.elciudadano.cl/2010/06/23/bicentenario-%C2%BF200-anos-de-que/
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