El odio oligárquico por los indígenas no conoce límites. Recordemos
tres citas textuales: “El indio incásico es sombrío, asqueroso, uraño,
prosternado y sórdido” (Gabriel René Moreno, cuyo nombre lleva la
universidad estatal cruceña)
“Los indios son seres inferiores y su eliminación no es un delito
sino una selección natural” (José Manuel Pando, Presidente de Bolivia,
1899-1904)
“El indio es apenas una bestia de carga, miserable y abyecta, a la
que no hay que tener compasión y a la que hay que explotar hasta la
inhumanidad y lo vergonzoso” (Bautista Saavedra, Presidente de Bolivia
1920-1925).
La respuesta del indianista Fausto Reinaga aglutinó a oligarcas,
cholos y mestizos, cuando dice: “Los indios necesitan una verdad de
fuego. Hay que golpear su cabeza y su conciencia hasta que se convierta
en un volcán, vomitando océanos de odio, odio de 400 años. Hay que rugir
como un león hasta desatar la tempestad que hará polvo a esta sociedad
mentirosa y criminal…”. Añade que el primer deber del indio no es
combatir al imperialismo, sino al “cholaje nacional mestizo-blanco
occidentalizado, que nos domina y bestializa” (Del libro “ La Revolución
India”, 1969).
Para la ley colonial, “mestizo es el habido de la infamia”. Según
Schopenhauer, el mestizo “es una naturaleza pútrida y nociva del
continente”. Los españoles calificaban a los mestizos de “hijos de puta”
(Laureano Lima). El odio de indígenas a no indígenas y viceversa
bloquea la convivencia pacífica. La confusión campea al no existir
límites de separación entre indios y los múltiples mestizajes. Ni el
lugar de nacimiento, residencia o idioma resuelve la incógnita. Sólo
queda la “auto adscripción” gelatinosa de pertenencia a determinado
grupo social. Reinaga dice que todo lo que llegó de Occidente es veneno y
explotación. Pero escribe sus libros en castellano. Se destaca la
importancia de idiomas nativos, que a veces los usan menos de cien
individuos, agrupados en naciones, pero avergüenza plantear la
preservación del castellano que hablan en Indo América 600 millones de
personas.
En el censo del 2001, se suprimió la posibilidad de adscribirse al
mestizaje, con lo que se buscaba, según Xavier Albó, “mayor
sofisticación en las respuestas”, lo que pudo ser válido académicamente,
pero que arrasó el entramado indo mestizo, forjado, pese a las
tragedias, injusticias y penurias que permanecieron después del
coloniaje hispano. Se proclamó la imposibilidad de convivir
armónicamente en sociedades aquejadas por antagonismos históricos.
Mandela y Obama demostraron lo contrario. El empeño de Evo Morales por
remodelar a Bolivia y lograr transformaciones culturales es positivo,
pero a condición de postular un proyecto común.
Recuérdese que la división es la palanca de dominación imperialista.
El capital financiero inventó, después de atomizar a la URSS , a nuevas
repúblicas en el Báltico (Letonia, Estonia y Lituania), en el Caúcaso
(Georgia, Armenia y Azerbaiyán) y en Europa oriental (Ucrania,
Bielorrusia y Moldavia), sin olvidar la secesión de Checoslovaquia y
Yugoslavia. En nuestro continente, la Patria Grande se astilló en 36
repúblicas.
La unidad africana está fracturada en 54 Estados, casi todos
enfrentados por luchas fratricidas. En Oriente Medio, las metrópolis
fundaron países alrededor de torres de petróleo, como en Kuwait y los
emiratos árabes. En Bolivia, la autocrítica del racismo anti indígena y
el rescate racional de culturas in visibilizadas es el camino para
construir un destino compartido, capaz de impedir que el país se
convierta en tablero de ajedrez, dominado por contrabandistas y
narcotraficantes, que ahora practican linchamientos escudados en la
justicia comunitaria.
fuente, vìa :
http://www.lahaine.org/index.php?p=46388
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