Desde que fuera anunciado el paquete de rescate para Grecia, la
situación financiera internacional no ha dejado de deteriorarse.
Mientras los argentinos se paseaban, unos por el país, otros por la
avenida Nueve de Julio, las Bolsas caían en picada y hasta la bancarrota
de una minúscula Caja de Andalucía, manejada por el clero, desataba el
pánico internacional, como una premonición del tipo que había dejado la
cesación de pagos de un fondo paraestatal de Dubai, a fines de 2009. Los
temblores de esta semana no afectaron el pulso del comentarista
financiero de Ámbito, que el miércoles pasado, aseguraba que todo no
pasaba de “un desmayo” - una lipotimia menor. Mucho más perspicaces
fueron los dueños del Cronista, que ese mismo día habían decidido
reproducir un artículo del Financial Times que, a lo María Elena Walsh,
caracterizaba que Grecia deberá, en poco tiempo, salir al rescate de
Alemania.
En efecto, Alemania se encuentra en
la incómoda posición del acreedor al que le deben un billón de dólares.
Es que de la penumbra de las cuentas bancarias acaba de emerger que los
principales bancos alemanes no han dado de baja a los créditos en
cartera que revistan como incobrables o de cobro de dudoso, por una
cifra que oscila entre los ochocientos mil millones de euros y un billón
doscientos mil de la misma moneda. Esto significa que no han hecho las
provisiones para cubrir está pérdida cuando el crédito llegue a su
vencimiento. De esto se desprende que el capital que declaran no es tal.
Enterado de la situación, el secretario del Tesoro de Estados Unidos,
T. Geithner, decidió reclamar un “stress test” de esos bancos a la Banca
Central Europea, o sea, determinar sin los bancos europeos continúan
siendo viables. Antes de esto, la Reserva Federal de Estados Unidos
había abierto una cuenta a favor del Banco Central Europeo para
satisfacer la enorme demanda de dólares que esta situación había
provocado en Europa. La deuda europea, entre los doce billones de sus
Estados, y los cincuenta billones de sus compañías, se encuentra
repartida por todo el mundo, pero principalmente entre los bancos de
Europa. La imprevisión por pérdidas de estos bancos ya ha creado un
infarto en el sistema financiero internacional, pues los bancos
norteamericanos están rehusando otorgar créditos de plazo instantáneo a
sus contrapartes europeas, con lo que se reanuda la parálisis del
sistema monetario que se manifestó en septiembre-octubre de 2008, cuando
se produjo la ya famosa quiebra de la banca de inversión norteamericana
Lehman Brothers. Aunque nunca hubo la menor duda al respecto, es claro
que el paquete para salvar a Grecia tenía otro destinatario: el rescate
del centro financiero de Francfort. El miércoles pasado se vino a saber
que China tiene 700 mil millones de dólares invertidos en los bancos
europeos y en la deuda pública de los países que se manejan con el euro.
Los chinos ahora están con los pelos de punta porque la devaluación del
euro es imparable. Los especuladores internacionales se están
endeudando en euros, que devolverán a una cotización menor, para
reinvertirlos en plazas más rentables o, como es el caso de Estados
Unidos, que enfrentan un período de revalorización del dólar. Ante lo
crítico de la situación, crece el número de observadores que opina que
la señora Merkel se apresta a deshacer su coalición con la derecha
liberal y probar segundas nupcias con la socialdemocracia – una nueva
Grosse Koalition. Zapatero palpita con el corazón de sus mandantes. Es
precisamente un gran banco español, del paño del oficialismo madrileño,
nos referimos al BBVA, que acaba de anunciar que no puede refinanciar
sus deudas en Estados Unidos, como consecuencia del infarto que la
insolvencia alemana está provocando en los mercados monetarios
(préstamos o canjes de monedas a cortísimo plazo).
En realidad,
el paquete UE-FMI está bloqueando una salida a la crisis, como el
default de Grecia, que permitiría desbloquear las arterias de los países
endeudados. Aunque el paquete pague las deudas que vencen en Grecia, no
puede financiar el déficit de pagos corriente de Grecia, ni los bancos
están en condiciones de hacerlo. El stock de “revolving credits”, que se
aplican al comercio exterior y renuevan de hecho, comienza a disminuir.
España hizo la prueba de ello en la semana que ha transcurrido cuando
debió pagar una sobretasa de interés considerable para refinanciar su
deuda pública.
A pesar de todo esto, no solamente el cronista de
Ámbito bate la tecla del “desmayo”, apelando al argumento de que la
“recuperación” norteamericana. Dan la impresión de creer en los partes
oficiales, porque el precio de las viviendas y el empleo, en Estados
Unidos, sigue cayendo, incluso cuando en el caso de las viviendas hay un
incentivo a la compra porque en diez días vencen los subsidios
oficiales para ello. La devaluación del euro y la revalorización del
dólar ante el conjunto de las monedas, perjudica al comercio exterior de
Estados Unidos – una de las vías de una recuperación. Consciente de
estos bloqueos la Reserva Federal ha vuelto a decir que no venderá los
activos invendibles que ha comprado a los bancos, porque no tienen
mercado y porque los bancos no sobrevivirían a una absorción de moneda y
a un aumento de los intereses para refinanciar sus deudas. La
devaluación del euro también ha desubicado a China, porque afectaría a
sus exportaciones a Europa. Pero China, contra lo que dice todo el mundo
necesita revaluar, para poder subir la tasa de interés interna y, por
esta vía, frenar la especulación inmobiliaria y bursátil que la podría
llevar a un colapso. Una reciente misión económica norteamericana ha
advertido a China que no alcanza con revaluar su moneda para estabilizar
su mercado financiero, sino que tiene que “abrirlo” a los bancos
extranjeros. La próxima estación de la crisis será China.
Claro
que, por nuestros pagos, todo es sonrisa; ¿o acaso no tenemos un
gobierno capaz de ofrecer alternativas al resto del mundo? Sin embargo,
uno de los países más afectados por la crisis europea es Brasil, cuya
moneda se ha desvalorizado un 25% (desde su tope) al compás de la salida
de capitales. De este modo, Argentina es afectada en sus dos mercados
principales. Pero Argentina no puede devaluar, porque con una inflación
anual del 30% corre el riesgo de desatar una hiperinflación. Los títulos
del canje se cotizan a precio de “default”: por ejemplo el Boden 2012
paga 15% de interés, una tasa estratosférica para un título al que le
quedan solo tres vencimientos.
Asistimos al fracaso de los
rescates estatales y a la necesidad de rescatar al Estado. Esto no lo
puede hacer, dada la envergadura de la crisis, ningún “ajuste”, por la
simple razón de que ningún pueblo tiene los recursos líquidos para
rescatar al capital o siquiera indemnizarlo. Un comentarista del
Financial Times caracteriza lo que se está haciendo como “represión
financiera”, de nuevo el “corralito”. No ha habido crisis capitalista
que haya zafado de la bancarrota capitalista y de la destrucción de
fuerzas productivas correspondientes.
Por eso ahora viene el
capítulo de la crisis política en grande y de la lucha social a gran
escala. Por la nacionalización sin compensación de la banca mundial y
del capital financiero internacional.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/05/del-corralito-griego-al-corralito.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario