Este texto fue enviado al director de El País el 15
de mayo, a las 11:37 de la mañana, con petición de ser publicado. El
periódico madrileño no lo tuvo en consideración
Un grupo de artistas
y escritores españoles ha lanzado una plataforma para democratizar a
Cuba. Y cuando un cubano opina diferente, decretan que sus argumentos
son cortinas de humo de la dictadura que padece y lo comparan con los
franquistas. Pero los dioses parecen haberles castigado. Porque,
precisamente por haberse atrevido a investigar los crímenes del
franquismo, el Consejo General del Poder Judicial acaba de suspender al
juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España. Esta sentencia
es un golpe durísimo a una democracia desde la que se pretende juzgar o
mandar a juzgar los supuestos defectos ajenos, pero ojo con quien toque a
los propios.
El veto a Garzón, considerado un héroe, ocurre en
el mismo país que hace pocos años dio al mundo una verdadera lección de
democracia, al votar contra el partido gobernante que los metió en una
guerra injusta, haciendo oídos sordos a enormes manifestaciones
populares. Personalmente no me explico cómo estas personalidades han
llegado a la conclusión de que la política hacia Cuba debe ser la del
aislamiento y el bloqueo. Es como si desconocieran que hace medio siglo
esa misma política no ha logrado mover ni un milímetro la determinación
de la mayoría de los cubanos.
Por otra parte, los cubanos también
queremos cambios, pero consensuados por nosotros. Esas transformaciones
ocurrirán más temprano o más tarde y la única política capaz de
acelerarlas es el fin del bloqueo. Todo lo que se nos haga con asedio y
presiones no podremos considerarlo a nuestro favor, sino como un insulto
a nuestra autodeterminación, una injerencia inadmisible en nuestras
vidas. Tantas agresiones y amenazas nos han enseñado que la
supervivencia pasa por una sociedad orgánica, íntegra, indivisible. Así
hemos salido airosos de embates artificiales y naturales. Pero sabemos
que somos el resultado de un apremio, por vivir acosados. No creemos en
un gobierno centralizado para siempre. Más bien solemos verlo como un
concepto de emergencia, un mal necesario que el camino de la
emancipación nacional nos ha impuesto para sobrevivir. El fin del
bloqueo nos despejará profundamente, creando condiciones para que
avancemos también en el concepto democrático. Subrayo que no quiero
decir que sólo sin el bloqueo seremos más democráticos, sino que estoy
seguro de que así lo conseguiremos más pronto.
La flamante
plataforma propone aislar aún más a Cuba y agravar nuestra ya precaria
economía. Pretende convencer al mundo de que la asfixia resolverá
nuestros problemas. Su hipotético éxito significaría mucho más
sufrimiento para nuestro pueblo, que lleva medio siglo enfrentando todo
tipo de dificultades. Nuestra larga experiencia en “propuestas” foráneas
nos dice que esta acción no es más que un nuevo artilugio para
obligarnos a hacer lo que otros consideran que debemos hacer. Partiendo
de que se trata de personas bien intencionadas, no sé cómo no entienden
la ofensa de pretender que nos volvamos como ellos, con las reservas que
despiertan esas democracias de banqueros ladrones y ejércitos
ocupantes. Para colmo, cuando respondemos que no estamos de acuerdo,
pretenden negarnos el derecho a que se nos escuche, porque todo lo que
no razone como ellos ―dicen― viene contaminado de dictadura.
Capitaneados
por un gran escritor peruano con un largo historial reaccionario,
ciertos intelectuales españoles han decidido gastar más horas
elucubrando cómo hacernos daño que investigando hasta qué punto viven en
una democracia. Algunos parecen más preocupados por Orlando Zapata ―un
hombre que tuvo el valor de escoger su propia muerte y enfrentarla―, que
de los más de cien mil españoles asesinados en la era de Franco. Es
triste ver lo poco que les interesa profundizar en la realidad cubana,
cuando sus conclusiones son las mismas que las de los peores enemigos de
nuestra dignidad. Por eso acabo admitiendo que esta página
efectivamente es una cortina, no de humo pero sí de albahaca, contra la
fetidez de su pretendida salvación.
fuente, vìa :
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=106036
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