El nefasto rol del Estado en materias ambientales, la
confortable democracia en la que la clase política obtiene importantes
dividendos, el fracaso de Bachelet como proyecto progresista, la puesta
en marcha de un nuevo medio de comunicación que represente a la
ciudadanía en un escenario democrático “bastante lejano a lo que
aspirábamos al salir de la dictadura”. Marcel Claude, el economista
incorrectamente político, dispara en El Ciudadano.
Es miércoles por la mañana y la ciudad luce vacía tras un día de
intensas lluvias. En la ex Maestranza Libertad un par de guardias secan
la cancha con una aspiradora, los alumnos están de vacaciones, el ex
director de investigación de la Universidad Arcis espera en su oficina.
Marcel Claude es economista, y tiene una dilatada trayectoria en
organizaciones de la sociedad civil. Entusiasta muestra una hoja en
colores, es el prototipo de Diario Uno: un impreso de circulación
nacional que sea “un medio de representación de una gran mayoría de
chilenos”. Sabe que la competencia es dura, en la prensa escrita hay dos
poderosos gigantes.
El ex director de la Fundación Oceana analiza la “acomodada”
democracia actual, cuestiona la noción de autoridad respetada sólo “si
tiene don de mando, si golpea la mesa, si patea traseros” y critica el
rol de un Estado que en materia ambiental es “inútil, nefasto y
contraproducente”. Es claro en señalar que la presidenta Bachelet:
“Tiene más bien la figura de esta madre abnegada, sumisa, dispuesta a
lavarle la imagen al bruto del marido”. Claude sabe que ser
incorrectamente político no es gratis, y que cada ataque cuesta caro: “A
mí no me da trabajo ni el Estado, ni la empresa privada, ni las
universidades tradicionales”, pero se sonríe al citar a Joaquín Sabina:
“Ojalá que ser valiente no salga tan caro, y que ser cobarde no valga la
pena”. En Chile, la frase es sólo una canción.
- Usted ha criticado la falta de democracia con métodos
“efectivos y reales” en Chile, sin embargo muchos políticos han hablado
de que la transición a la democracia es un proceso concluido. A su
juicio, la transición ¿cuándo terminará?Efectivamente yo creo
que la transición a la democracia terminó. Es un proceso concluido, como
dicen los voceros del Gobierno, porque esta es la democracia en la que
ellos se sienten confortables. Donde sus opiniones, su participación y
derechos políticos están consagrados, donde pueden ejercer libremente su
opinión: son entrevistados. Si quieren escribir libros se los publican,
si quieren hacer clases las hacen. Para quienes sostienen esa tesis, la
democracia que hoy existe en Chile es la a que a ellos les conforta,
funciona para ellos. Los derechos políticos de ellos, la libertad de
expresión de ellos está completamente asegurada. El problema es que esa
es una democracia elitista, para una plutocracia de funcionarios
públicos y grandes empresarios. Cualquier ciudadano no puede ser
diputado, no puede ser senador, tiene que tener 200 millones para pagar
la campaña. Estamos bastante lejos de lo que aspiraba el pueblo chileno
cuando quiso salir de la dictadura.
- Jorge Schaulsohn señaló recientemente que: “Michelle
Bachelet no debió haber sido Presidenta de Chile (…) Para ser un buen
Presidente hay que tener capacidad y habilidad para gestionar. Y la
Presidenta no tiene capacidad de gestión. Eso se traduce en que el
Gobierno es errático”. Tras dos años de gobierno, ¿Comparte la
apreciación de “Gobierno errático”?
Hay que tratar de entender el origen de esas palabras. El enojo y las
declaraciones provienen de Chile Primero no fue aceptado como partido
político, y se quedaron sin elecciones parlamentarias. No hay ninguna
otra razón de ser de esas declaraciones, hay que tomarlas en esa
dimensión. ¿Quién tiene esa habilidad política que le gustaría al señor
Schaulsohn?, nadie la tiene. Lo que quizás le falta a Michelle Bachelet
es una imagen, un buen asesor de marketing que la haga parecer como que
efectivamente tenga esas dotes. Hoy día los parlamentarios, los
ministros, los presidentes son mandatarios de la SOFOFA y de la CPC, de
la clase empresarial. Ellos están ahí por un acuerdo político y
económico con la elite empresarial de este país. En consecuencia, no
hacen sino ejecutar las decisiones de política que son consistentes con
ese acuerdo, con esa transacción, con ese país que quiere El Mercurio,
La Tercera, que quiere la elite empresarial expresada en esos dos medios
de comunicación.
- ¿La presidenta estaría atada de manos?…
Quizás al principio. Pero hoy ya no, se hace lo que se debe. La
coyuntura actual es compleja: el aumento del IPC, la crisis
internacional producto de las alzas del petróleo, hay descontento,
además está el factor desgaste de la Concertación. Lo que efectivamente
no tiene Michelle Bachelet es esta imagen de padre autoritario, mandón,
abusador, que tenía Lagos y que tienen, en general, todas las
autoridades. Una autoridad se respeta y se le rinde la dignidad que
corresponde si tiene don de mando, si golpea la mesa, si patea traseros.
Esta es la figura de autoridad que tienen instalada en Chile hace mucho
tiempo. Es la imagen del padre, del jefe, del presidente. Uno escucha
eso como gran característica de una autoridad, sobre todo en la gente de
derecha. La Bachelet tiene más bien la figura de esta madre abnegada,
sumisa, dispuesta a lavarle la imagen al bruto del marido. Por ejemplo
el caso del señor Bernales, que ella lo lamentó, lloró, se condolió
tanto con la muerte de este comandante de Carabineros que, dicho sea de
paso, tiene una trayectoria bastante oscura como General Director. Era
un tipo que cumplía esa imagen de autoridad: bruto, abusador,
autoritario, que golpeaba la mesa. Eso es lo que está detrás finalmente
de la declaración del señor Schaulsohn, por eso me parece repugnante y
asqueroso. Esa noción de autoridad no me interesa, la detesto, reniego
de esa figura y creo que hay que asesinar esa figura del padre y
cambiarla por un hombre democrático que escucha, que es capaz de dar su
brazo a torcer, que acepte sus equivocaciones, capaz de tomar
decisiones.
Entre el Estado y la clase empresarial hay un acuerdo por
construir esta democracia. Hay un acuerdo en que esta elite ejerce el
poder, los puestos de dirección política. Uno de los puntos
fundamentales en esta alianza es poner al Estado al servicio del proceso
de acumulación de capital de la clase empresarial. Entonces se rebajan
los impuestos, se sube el IVA, pero no se tocan las ganancias, los
mecanismos de protección del capital financiero, no se regula el mercado
del trabajo, no se fiscaliza el funcionar de los patrones, hay bastante
holgura con eso. Sabemos que la rentabilidad del capital tiene dos
fundamentos: explotación del trabajo y explotación de los recursos
naturales, está más o menos claro que el Estado no tiene ningún rol
eficaz para evitar la depredación ambiental, la dilapidación de recursos
naturales. La tasa de ganancia se sostiene en que los recursos
naturales no tienen regulaciones, hay bastante laxitud en las
fiscalizaciones. En consecuencia, el rol del Estado es inútil, nefasto y
contraproducente.
- Hablemos de la madre, ¿Cree que Michelle Bachelet tiene
buenas intenciones?
Ya no tiene buenas intenciones, quizás alguna vez las tuvo. Las
buenas intenciones importan un verdadero carajo, lo que importa es lo
que has hecho. ¿Qué hizo la señora Bachelet? Efectivamente no mejoró las
condiciones de quiénes lo necesitaban, efectivamente no combatió la
desigualdad, efectivamente no tenemos un país con más libertad de
expresión, efectivamente no tenemos un país más democrático. La señora
Bachelet, como candidata del mundo progresista, es un rotundo y absoluto
fracaso. Sus intenciones que se las ponga en un maletín y se las lleve
de La Moneda de la misma manera como las trajo.
- Según cifras del Instituto Nacional de la Juventud, sólo un
7% de los jóvenes están inscritos en los registros electorales. Ante un
sistema electoral que no es proporcionalmente equitativo, y una clase
política desacreditada ante la sociedad. ¿Cómo avizora el futuro de la
democracia chilena?
Los pronósticos son siempre tan azarosos. Actualmente la función de
la Concertación es contener, asegurar que la paz social esté operando,
que no haya descontento. Ellos son como malabaristas, dan vuelta y dan
vuelta y administran el descontento, y van a las elecciones, ofrecen
cosas, no las cumplen, tienen unas moneditas por ahí. La clase política
es como administradora del descontento y permite contener la
movilización social. ¿Para qué?, para que el capital haga su
acumulación, para que la elite empresarial tenga sus ganancias
aseguradas. En el caso de que se desate una gran crisis económica, la
inflación se destape, los salarios bajen de manera violenta, la clase
empresarial no va a querer rebajar sus ganancias, tampoco el capital
trasnacional dejará de llevarse las riquezas del país. Lo que puede
suceder es que la ingobernabilidad haga inútil a esta clase política y
sea reemplazada a través de un golpe de Estado. Los mecanismos
institucionales para reponer un gobierno de facto y autoritario, no
están eliminados. Eso es probablemente lo que pueda pasar, más aún si
tenemos un país totalmente atado, especialmente la ciudadanía. No hay
mecanismos de participación, de regulación. La asimetría entre la clase
empresarial con los trabajadores es tan grande, que bastaría con que
sacasen los tanques, rodearan La Moneda y se acabó la historia. El
Mercurio y La Tercera darían una buena explicación y volveríamos a la
frase que se decía en esa época: “Con una bayoneta en la raja, todo el
mundo trabaja”.
- En el sitio Atinachile.cl usted afirmó: “Lo que yo intento hacer
primero es crear un estado de conciencia para convencer a la gente sobre
los cambios que debemos hacer, para luego convocar a una amplia mayoría
de personas que quieran hacer las transformaciones necesarias”. Ha
hablado de un contexto de explotación y de descontento, ¿Por qué la
ciudadanía no se moviliza por los grandes temas?
Está la estructura sicológica del chileno, que es autoritaria. Se
obnubila y se doblega ante las figuras de autoridad. Hay un país con
distintas zonas llenas de estos señores Lagos, patrones de fundo.
Entonces los jefes son patrones de fundo. Hay temor, hay miedo. Por otra
parte hay una desinformación gigantesca, individualismo, difusión del
consumismo rápido, mucha gente se mantiene atada a sus pequeños
salarios. Yo creo que el factor más relevante es que no hay libertad de
expresión, ese es el factor crítico. Si hubiese un medio de comunicación
que representara ese sentir, ese malestar, ese abuso, e hiciera que
muchas personas coincidieran en ese malestar, se podría activar una
movilización mucho más poderosa. Tenemos una izquierda
extraparlamentaria que no ha tenido la lucidez para convertirse en una
fuerza política mayor. Los medios de comunicación son la fuente de
fortalecimiento del poder ciudadano, justamente fue lo que se hizo a
fines de la dictadura. Yo no creo que la ciudadanía esté dormida, yo
creo que está atada de manos, el problema es que no han encontrado la
forma de desatarse. El día que puedan, lo van a hacer. La gente se
siente separada, aislada, y en eso han contribuido los medios de
comunicación.
- El Consorcio Periodístico de Chile (COPESA) y El
Mercurio-SAP controlan gran parte del mercado de la prensa escrita del
país. En este contexto han sucumbido diversos medios alternativos como
Plan B, Diario Siete, El Metropolitano, entre muchos otros. Actualmente
encabeza el movimiento por una Prensa Libre y Crítica para Chile, ¿Cuál
es la forma posicionar un nuevo medio de comunicación que pueda
sobrevivir a las lides del libre mercado?
Yo creo que el problema siempre ha sido financiero. Esto va a resultar
en la medida de que este medio asegure ser un medio de representación de
una gran mayoría de chilenos. El Mercurio es el diario de Edwards que
representa los intereses de una oligarquía católica-conservadora y La
Tercera es de los grupos económicos emergentes. Representan a quienes
les acomoda este país, esta democracia, las figuras políticas y las
autoridades existentes. Son distintos sectores de la elite, que nunca
van a representar los problemas del país, a los ciudadanos. Si logramos
articular a un grupo de ciudadanos, vamos a poder operar todos los días.
Si lo logramos, vamos a vender al menos 100.000 ejemplares diarios.
Existen 100.000 chilenos que están dispuestos a hacer este esfuerzo,
tenemos que encontrarlos y convocarlos. Ese es el desafío en el que
estamos metidos.
- ¿Cuál es el costo de ser “incorrectamente político” en
Chile?
Es muy alto el costo. En mi caso, el principal costo es que tú nunca
puedes nunca realizar y construir, siempre estás en una postura crítica,
porque no te dan el espacio de realizar y construir. Significa “nunca
verás la tierra prometida”. Te estigmatizan, te acusan. En cuanto a las
oportunidades laborales son bastante difíciles, a mí no me da trabajo ni
el Estado, ni la empresa privada, ni las universidades tradicionales.
Pese a las experticias que uno tiene, no te dejan ser. Te niegan el
derecho a ser, a opinar, a pensar, a escribir. Además de la ausencia
total y absoluta de reconocimiento. Como dice Sabina: “Ojalá que ser
valiente no salga tan caro, y que ser cobarde no valga la pena”, pero
esa es una canción (ríe). Ser cobarde vale la pena en Chile, y ser
valiente cuesta caro. Esta es una sociedad muy enferma, muy mentirosa.
Abusa, pero como el abuso es malo, se pone como legítimo. Se miente, se
roba, pero siempre hay argumento para un buen acomodo. Entonces, en esta
sociedad tan cínica es difícil sobrevivir sobre la base de ser honesto
con la base de lo que a uno le parece correcto.
fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/05/23/marcel-claude-economista-en-chile-vale-la-pena-ser-cobarde/
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