viernes, 30 de abril de 2010

Panamà: “De estupefaciente ciudadano” Ariel Banqué Estrada

Ocurre que últimamente hemos observado el estado de interdicción (por no decir un término malsano) de nuestros conciudadanos, en cuanto a la realidad sociopolítica de nuestro país, lo que es relativamente comprensible al conocer que la base del clientelismo político que nos circunda, es deponer principios y valores por prebendas, es decir, aguantar callados mostrando inacción ante las calamidades que nos abruman por los beneficios particulares recibidos. No obstante, también hemos constatado en nuestro devenir escolar y ciudadano, que existen factores somníferos que pasman al ciudadano, lo aletargan e idiotizan, inhabilitándolos para interpretar la edificación de la “Catedral del futuro y los cambios de falsos valores como la pillería y la astucia, por la justicia y la solidaridad” de la que se refiere Francisco Rubiales. Y es que nos dominan más por la ignorancia, decía Bolívar, que por la fuerza.
Lo que en esta ocasión incide en nuestro parecer, no es la conducta mediática del Gobierno o de los medios de comunicación, sino, la postura ofuscadora y desorientadora de las iglesias; y nuestra osadía de subrayar que la iglesia es parte del opio de los pueblos, como promulgó Marx, aflora de la desconcertada conversación que sostuvimos con una letrada y profesora (erudita del Derecho), que en su calidad de cristiana evangélica, no titubeó en aludirme “hay que obedecer a las autoridades, que están ahí por Dios, y orar para que hagan las cosas de manera correcta”. “Pues contra ti, sacerdote, es mi demanda…, mi pueblo esta siendo destruido, porque le falta conocimiento”… (Oseas 4 y 6).
¿Cuál es la misión de la sociedad religiosa fundada por Jesucristo, llamada iglesia? ¿Por qué nos presenta un Dios mudo y apático a nuestros males humanos? ¿Por qué nos acallan ante las injusticias instándonos sólo a las fe y no al repudio de lo mal hecho? Y ¿A qué se deberá la creciente proliferación de nuevos templos evangélicos en lugares contingentes pero radicalmente descuidados y empobrecidos? ¿Podría deducir que se debe a una política sosegadora ciudadana? Cuando de por sí, los ciudadanos esperan prodigios de sus líderes (como cuando Moisés, usó su vara para hacer milagros), sin la mínima intensión de luchar por su bienestar social.
Insisto, si hay algo que puedo destilar de la vida de Jesucristo, es su repudio a las injusticias y la lucha por alcanzar lo justo. “Cristo nos liberó para ser libre .manténganse pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud”… (Gálatas 5; 11). Por tanto, es absurdo que se degrade el intelecto de la persona al ceñirlas con verborrea a que se sometan y obedezcan a sus autoridades, pues aunque malos, son los líderes que nos merecemos. ¿Será un pecado exigirles a quienes le hemos delegado nuestro poder político, las cuentas claras de su actuar? Sí sólo bastarán las oraciones para oprimir a los líderes y gobernantes, ¿De qué sirven los foros, los debates y lo que hay se analiza? ¿Cuál sería el sentido de la Constitución y las leyes? Sin obviar el estudio del Derecho. Hay que te taparles la boca, pues enseñan en forma interesada y desconciertan a familias enteras (Tito 3; 1).
Entendida la revolución, como “la acción de cambiar todo lo que debe ser cambiado, como la igualdad y libertad plenas; como ser tratados tratar a los demás como seres humanos, el emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos y desafiar poderosas fuerzas dominante”; ¿Sería difícil que entendamos que Jesucristo, nuestro salvador, fue un gran líder revolucionario de todos los tiempos? Ojalá que no, Pues, requerimos emprender nosotros mismos a base de esfuerzo, el camino al cambio de la sociedad, relegando a los enviciados e incultos de manejar nuestro erario público, y como cristianos y letrados tomar parte y revolucionar la política para ser activistas de la justicia, ya que las autoridades no solucionan nuestros problemas, aunque debieran hacerlo, pues “lo más atroz de los malos, es el silencio del bueno”… 
fuente, vìa:
http://www.panamaprofundo.org/boletin/opinion/de-estupefaciente-ciudadano.htm

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