jueves, 8 de abril de 2010

Argentina: Soberanía y recursos naturales: Malvinas, la isla del tesoro negro Por: Arturo M. Lozza (ACTA)


En las aguas del Atlántico Sur ya opera la plataforma pirata del saqueo petrolero. Ante el atropello hay que pensar en soberanía: soberanía territorial, energética, minera, financiera y alimentaria. La Plataforma Ocean Guardian, de la compañía británica Desiré Petroleum, ya explora y perfora en aguas del Atlántico Sur adyacentes a nuestras islas Malvinas.

En cualquier momento, extraerá y robará nuestros hidrocarburos. Suplantará así el balido ovejuno heredado del viejo colonialismo, por la rotación de los trépanos horadando plataforma argentina, signo de la nueva etapa del capital expansionista. Londres se niega al diálogo, atropella.

A la empresa Desire Petroleum está previsto que le sigan, sucesivamente, la Rockhopper Exploration, la Border & Southern Petroleum y BHP Billinton.

Se trata de una nueva agresión: si en 1833 Inglaterra invadía las islas para establecer el enclave colonial, hoy, en el nuevo panorama geopolítico global del imperialismo, avanza “en profundidad” sobre los dominios de los recursos naturales de esa zona invadida.

La globalidad

Es que ese primer mundo, que solo reúne al 20 ó 25% de la población mundial, consume el 80% de la energía que se produce en el planeta y, por lo tanto, para abastecerse ha establecido una estrategia de dominación que es también global.

Por eso, este nuevo avasallamiento a nuestra soberanía sobre Malvinas e islas del Atlántico Sur no lo debemos ver como un hecho aislado sino como parte de medidas coordinadas y actualizadas por la crisis capitalista que buscan imponer a América latina las reglas de juego del poder imperial.

En este sentido podríamos añadir muchos datos de la realidad de estos días: el traslado del submarino atómico inglés a Malvinas, la presencia de la IV Flota norteamericana frente a las costas latinoamericanas, la instalación de las bases yanquis en Colombia, la ocupación militar de Haití, la presencia de la CIA y los enclaves militares de EE.UU. en la Triple Frontera (Argentina-Brasil-Paraguay) con la máxima atención puesta en la apropiación del acuífero Guaraní... Pero hay más.

Los que siguen de cerca la política internacional nos recuerdan una serie de hechos ocurridos en el último año: en marzo el Reino Unido elevó una propuesta al Parlamento Europeo proponiendo transformar en europea la base militar inglesa en Malvinas; en mayo presentó en la secretaria de CONVEMAR de las Naciones Unidas la extensión a 350 millas en torno a Islas Malvinas, Sándwich y Georgias del Sur (se trata en total de una superficie de 3.500.000 km2, casi equivalente a todo el territorio continental argentino); en octubre, en una actitud abiertamente belicista, se conoció el envió de cuatro aviones Typhoon de máxima tecnología de combate a la base militar Mont Pleasant en Malvinas, donde a la par se realizaron intensísimos ejercicios militares presididos por el Jefe de Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas británicas; además se nombró como gobernador de las islas a un militar británico proveniente de Irak, experto en misiones en regiones de alta conflictividad como Líbano e Irlanda del Norte; y en dici
embre entró en vigencia del Tratado de Lisboa que aprobó la Constitución Europea e incorporó como territorio de ultramar europeo a las islas Malvinas, Islas del Atlántico Sur y Territorio Antártico Británico.

Como se puede apreciar, lo diplomático, lo militar y lo económico están conectados en la política global. No hay puntada sin hilo. Y si no resistimos a esta política con unidad y pluralismo, con nuestras propias estrategias en la confrontación, fortaleciendo la integración de nuestros pueblos y naciones, flaco favor le estaremos haciendo al futuro.

Frente a la estrategia de la prepotencia militar y diplomática del imperio, la clase trabajadora, incluidos los movimientos sociales e indígenas de nuestra América y del Caribe, se manifiestan solidarios con nuestras demandas, y resulta altamente esperanzadora la intención reciente de los presidentes reunidos en Cancún de crear la Comisión Permanente de Países Latinoamericanos y Caribeños, una unidad sin las presencias del norte, es decir, de EE. UU. y Canadá. Ese foro se solidarizó con la posición de Argentina y en ese mismo conglomerado de naciones también votaron su respaldo, por primera vez, aquellos países de habla inglesa que fueron colonias británicas.

Claro está que esto no alcanza, que debería ser acompañado, en el caso de Argentina, por pasos importantes en el marco interno, porque lo cierto es que si no se profundizan cambios, inexorablemente se le estarán abriendo las puertas al globalismo imperial y a una derecha vernácula ávida por borrar los procesos de avanzada que vivimos en la región y que no tuvo siquiera vergüenza de enviar a seis de sus exponentes a Londres, a rendir pleitesías a la corona en momentos que la Desiré Petroleum inauguraba el accionar pirata de la plataforma Ocean Guardian en aguas de la isla del tesoro negro.

Si Malvinas es zona de prepotencia imperial contra el país, ¿cómo responderemos nosotros a la ilegitimidad del robo de nuestros hidrocarburos? Si la Comunidad Europea ha incorporado a nuestras Malvinas como territorios propios de ultramar, ¿cómo mantener el objetivo oficial de firmar con esa Comunidad un Tratado de Libre Comercio?, ¿podemos seguir aceptando, por ejemplo, que a las multinacionales que se aprestan a extraer el petróleo de nuestras Malvinas, las tengamos también enquistadas impunemente en el continente y que, como si fuera poco, sea el socio principal de la Desiré Petroleum, la banca inglesa Barclays, la que haya sido encargada como coordinadora del canje de la deuda externa argentina?

También aquí

Hablar del petróleo en el Atlántico Sur no es pavada. José Rigane, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA-CTA), nos recuerda que el potencial petrolero de esta zona del territorio argentino se estima entre unos 180.000 y 200.000 millones de barriles, es decir, muchísimo más de lo que aún guarda la parte continental de nuestro país. Por lo tanto –estima- podemos afirmar que, en un mundo donde la energía y los recursos naturales ganan cada vez más valor geopolítico, las empresas y el gobierno ingleses actúan con prepotencia por sobre los derechos argentinos.

Estamos –subraya Rigane- ante “una gravísima cuestión, estamos ante el principal desafío geopolítico que Argentina y América latina enfrentan en su historia, después de la gesta de su independencia. Nuevamente enfrentamos un agudo conflicto territorial con la principal potencia europea, habiéndonos convertido en estado corribereño de Europa, con una extensa zona en disputa de por medio, que cobija enormes riquezas hidrocarburíferas, mineras, e ictícolas”.

“La causa de la soberanía sobre Malvinas es del pueblo, es bandera de la CTA, pero no dejamos de ver el panorama del dominio multinacional más amplio que se ejerce sobre una economía que nos concierne a diario y que también indigna. Porque de las 500 empresas más importantes que operan en Argentina, dos tercios son extranjeras, controlan el 69 por ciento de la producción, el 70 por ciento de las exportaciones y el 84 por ciento de las ganancias. De las 30 empresas líderes, sólo 5 son nativas. En la cúpula patronal del bloque dominante, el 82 por ciento está integrado por firmas extranjeras o empresas argentinas multinacionales. La mayor parte de las ganancias que extraen del bolsillo de los argentinos van al exterior, al “primer mundo”. Es decir, en la parte continental de Argentina no vivimos bajo la lógica del colonialismo, como en Malvinas, pero transitamos en la dependencia.

Carlos Menem no ha sido ajeno a esta situación. Todos recordamos la política de seducción del ex canciller Guido Di Tella hacia los kelpers. Además, Menem en persona suscribió el acuerdo petrolero con el premier británico John Major en 1995 -anulado por el gobierno de Néstor Kirchner en 2007- que permitió que más de una decena de corporaciones se apropiaran de licencias para explorar los recursos en el archipiélago. El aumento de crudo en el primer semestre de 2008 reavivó la búsqueda de “oro negro” que había decaído por sus excesivos costos. Hoy, en plena crisis económica del capitalismo, se exacerba el saqueo y ya tenemos la plataforma Ocean Guardian operando en Malvinas y las multinacionales de la energía, en la minería y la alimentación enquistadas en la Argentina continental. Es hora, pues, de dar respuestas, en diplomacia y también en lo económico, en torno a las islas y en territorio continental también, con eficacia y sentido soberano. Sería el mejor tributo que podemos hacerle al Bicentenario.

fuente, vìa, tomado de :

http://www.argenpress.info/2010/04/soberania-y-recursos-naturales-malvinas.html

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