Centenares de vecinos de la periferia de Concepción, la tercera ciudad de Chile y la más afectada por el fuerte terremoto del sábado, se han atrincherado frente a sus casas para defenderlas de los saqueos con palos, cuchillos e incluso armas de fuego.
Centenares de vecinos de la periferia de Concepción, la tercera ciudad de Chile y la más afectada por el fuerte terremoto del sábado, se han atrincherado frente a sus casas para defenderlas de los saqueos con palos, cuchillos e incluso armas de fuego.
Concepción, ubicada a 515 kilómetros al sur de Santiago, se ha convertido en una ciudad sin ley donde los vecinos han optado por la justicia por mano propia ante la falta de protección de las fuerzas de seguridad.
El miedo a los daños que podrían provocar nuevas réplicas del fuerte sismo que en la madrugada del sábado azotó el país suramericano ha sido reemplazado por una creciente sensación de inseguridad por el vandalismo que está protagonizando un sector de la población.
El desabastecimiento y la total ausencia de ayuda por parte de las autoridades provocó el domingo un saqueo generalizado en supermercados, farmacias, bancos y todo tipo de establecimientos.
Lo que en principio se justificó por la necesidad de hacerse con productos básicos, como agua y alimentos, se ha convertido en una constante sucesión de actos meramente vandálicos.
Esta madrugada, cuando la ciudad debía cumplir un toque de queda decretado por el Gobierno nacional, una persona falleció por herida de bala cuando varias personas trataron de acceder a robar a un domicilio de las afueras de Concepción.
Atemorizados, los ciudadanos de ese barrio y de sus alrededores se han echado a las calles con palos, hierros, bates de béisbol, cuchillos e incluso escopetas para proteger sus casas.
“Están llegando de San Pedro (una población vecina) para desvalijar y quemar nuestras casas. Tenemos que protegernos”, afirman dos hombres con sendos palos en sus manos.
Todos ellos portan pañuelos o bolsas blancas atadas en el brazo, “para distinguir quiénes son los buenos y quiénes los malos”, explica un joven.
A su lado, un niño de unos doce años a duras penas puede sostener una escopeta.
Mientras tanto, continúan los saqueos en toda la ciudad, que hoy han llegado a producirse incluso en centros médicos, que se encuentran colapsados y sin el material necesario para trabajar.
La alcaldesa, Jacqueline Van Rysselbergue, ha pedido desesperada que manden a la ciudad la mayor cantidad de efectivos militares porque la situación se les está yendo totalmente de las manos.
La situación no es muy diferente en la vecina ciudad portuaria de Talcahuano, totalmente destrozada por el maremoto y los posteriores saqueos, y donde los vecinos están preparando barricadas para que los vándalos no puedan acceder a sus dañados hogares.
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