A pesar de los juicios por la Verdad, motorizados por la militancia de Derechos Humanos, por los sobrevivientes y por los familiares de los desaparecidos, solamente tenemos una pequeña parte de lo que aconteció en el período 1976 – 1983. La reciente difusión de la lista de los integrantes del Batallón 601 de Inteligencia nos revela que muchos datos están ocultos dentro de los pliegues del Estado, al igual que muchos colaboracionistas civiles y militares del régimen de facto.
No basta con saber la cantidad de Centros Clandestinos de Detención o algunos de los procedimientos con los cuales se violaron los Derechos Humanos de miles de personas, pues todavía falta esclarecer el rol de muchas y de muchos que participaron de la represión ilegal como también el destino de nuestros seres queridos.
Por ese ayer, la lucha continúa y debe continuar. Y no son pobres ancianos, los genocidas que hoy gozan de una prisión domiciliaria o que se encuentran en una celda con comodidades que, con seguridad, no tienen los presos comunes en nuestras cárceles. Todavía conservan el instinto asesino que transmiten a sus seguidores fuera de su lugar de encierro. Jorge Julio López, quien continúa desaparecido en democracia, es el mejor ejemplo de este accionar de los nostálgicos del pasado.
Parafraseando a Serrat, “entre estos tipos y yo hay algo personal” que seguramente todas y todos compartimos. Sabemos de sus bravuconadas ante un tribunal; de su negación, ante la verdad irrefutable de los testimonios de los sobrevivientes y de los familiares de nuestras compañeras y compañeros; de su contínua defensa de su accionar, rayana en la apología del delito, en el pensamiento de haber actuado como si estuviesen en una guerra y de afirmar que lo volverían a hacer si fuese necesario.
No son pobres y simples ancianitos. Son genocidas, a pesar de los laberintos jurídicos tendientes a consolidar la impunidad de unos cuantos que debiesen estar encerrados en una jaula, como bien expresa la canción de la película “Tango Feroz”.
La mejor evidencia son los juicios que se vienen sustanciando en todo el país; salvo en la Provincia de Mendoza, donde todavía la justicia continúa haciendo oídos sordos a los reclamos por el juzgamiento de los personeros de la muerte.
Por ese pasado, seguimos la lucha hasta que sean condenados a permanecer en una cárcel común, sin privilegios ni prebendas.
Sin embargo, el ayer llegó al presente. De la mano de los que aún permanecen en las fuerzas de seguridad para reprimir al pueblo. De los que ayer eran, tal vez, simples aspirantes o meros agentes u oficiales y hoy están en jerarquías medias y superiores continuando con las viejas metodologías represivas.
De la mano de normas jurídicas, como los Códigos de Faltas, las policías provinciales continúan la represión sistemática contra los jóvenes y los pobres. El mejor ejemplo lo tenemos en la Provincia de Córdoba. Lo podemos ver en Villa María, en San Francisco y en Alta Gracia, entre otras ciudades y pueblos cordobeses.
La APDH de La Matanza viene denunciando la utilización de menores por parte de la Bonaerense para la comisión de delitos. Ello no ha sido esclarecido y probablemente permanezca en la oscuridad judicial, la misma que impide saber lo que pasó con Luciano Arruga, actualmente desaparecido.
Correpi viene denunciando sistemáticamente la represión ilegal, el gatillo fácil contra nuestros jóvenes y no tanto… El archivo de casos del año pasado nos habla de 20 muertes por día, en democracia…
El pasado no está tan lejos… Resulta evidente que la represión es funcional al sistema para detener la justa y necesaria protesta social ante una política socio – económica destinada a esas minorías que, en su momento, apoyaron el golpe del ‘ 76 y hoy apoyan las maniobras destituyentes, buscando otra forma de romper el orden constitucional.
Por eso también, la lucha continúa en este presente, problemático y febril, donde los Derechos Humanos son una cáscara vacía, cuando ellos son vulnerados sistemáticamente cada vez que un chico se muere de hambre, que una persona con discapacidad se muere por no tener un remedio a tiempo o que los pueblos originarios son violentados por aquellos que pretenden usurpar sus tierras ancestrales.
A pesar de una asignación universal por hijo, objetivo loable pero que no alcanza frente a la gran cantidad de niños que aún siguen buscando el alimento en la tierra, como ocurre en el Chaco y en otras provincias argentinas y así, el hambre campea libremente en el país de las vacas y del trigo.
A pesar de la enorme cantidad de pensiones asistenciales otorgadas, sus beneficiarios cada vez que deben acudir al PROFE (Programa Federal de Salud) se encuentran con la falta de autorización de su medicación. Eternas prórrogas que, a veces, pueden provocar la muerte. Lo mismo pasa con las Obras Sociales Sindicales. Y podemos hablar de infinidad de estos casos, los cuales no son visibilizados informativamente y que, rara vez, llegan a la justicia… Claro, los pobres no pueden pagar un abogado…
La propiedad de la tierra ha cobrado víctimas en los pueblos originarios, como el asesinato de Javier Chocobar en Tucumán. Sin contar con las acciones violentas de los terratenientes; con la complicidad judicial y policial, en Santiago del Estero, Chaco y Formosa, que también lesionaron derechos fundamentales de los pueblos originarios.
Por eso hoy la lucha continúa… Las bases económicas y sociales establecidas por Martínez de Hoz, en abril de 1976 y continuadas sistemáticamente en democracia, están al amparo de esa impunidad que también rodea al pasado reciente de nuestro país.
Mientras esos cimientos continúen en pié, no habrá Derechos Humanos en la Argentina en su total dimensión.
El pasado construyó este presente, la lucha logró destruir ciertas paredes impensadas como la Ley de Obediencia Debida y Punto Final.
Hoy más que nunca, por la memoria de nuestros 30.000 compañeros y compañeras, la lucha debe seguir para hacer realidad sus sueños e ilusiones, los mismos que nos llevan a afirmar que no nos han vencido…
Estamos aquí, firmes junto al pueblo, en la trinchera de la vida para terminar con la tragedia neoliberal que nunca se fué y que, cada tanto, se recicla con nuevos ropajes hasta mostrar la hilacha…
fuente, vìa:
http://www.argenpress.info/2010/03/por-ayer-y-por-hoy-la-lucha-continua.html
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