¿El grupo mediático expropiaba la palabra de los argentinos mientras su principal dueña cometía crímenes de lesa humanidad? Las dos caras de una misma injusticia que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se propone, si hace falta, llevar ante tribunales internacionales. El mismo día que los argentinos recordábamos a las victimas del terrorismo de Estado, por la memoria y el juicio a los culpables, a 34 años del golpe del 24 de marzo de 1976, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en una apelación republicana sin precedentes en el último medio siglo de historia política, se comprometió públicamente a acompañar a los organismos de derechos humanos hasta los tribunales internacionales, si la Justicia local sigue dilatando e impidiendo en forma cómplice el enjuciamiento a los criminales de lesa humanidad.
No nombró el caso particular que la acucia, de la misma forma que acucia a todos los sectores democráticos del país, pero sus palabras tuvieron una destinataria reconocible: la principal accionista del poderoso Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, sospechada casi hasta la certeza de haberse apropiado de sus hijos adoptivos, nacidos en cautiverio durante la dictadura y repartidos vilmente por sus victimarios.
Dentro de las múltiples causas por delitos de lesa humanidad que son investigadas por la Justicia, entre las más sensibles figuran la de apropiación de menores nacidos en cautiverio y cuyas madres fueron secuestradas durante la larga noche de la dictadura. Los militares entonces en el poder hicieron una repartija de esos recién nacidos, tal cual se reparte un botín de guerra.
La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, organismo defensor de los Derechos Humanos, es la principal impulsora del esclarecimiento de este drama. Según sus cálculos, más de 400 niños nacieron en cautiverio, y ya han recuperado a una centena. Pero existe un caso obstaculizado por abogados y lo más reaccionario del Poder Judicial: el de los dos hijos de la mayor accionista del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, quienes se niegan al estudio de ADN que podría aclarar la cuestión, aunque para las Abuelas y el conjunto de la sociedad son pocas las dudas respecto de que ambos fueron apropiados.
Marcela y Felipe Herrera son los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, directora del diario Clarín y una de las principales accionistas de ese grupo multimedios, uno de los más grandes de Latinoamérica. Las Abuelas de Plaza de Mayo son las principales impulsoras de este juicio que se le lleva adelante, en principio, para saber si estos hermanos fueron adoptados en los términos legales o si son hijos de desaparecidos.
Pero por primera vez, Estela Carlotto, titular de Abuelas, definió la situación de estos dos jóvenes como "apropiación", según el diario Página 12 del lunes 22 de marzo. "Ya hablamos de apropiados por el tiempo transcurrido. En ningún otro caso se ha registrado semejante dilación. No explicaron el por qué", sostuvo Carlotto en conferencia de prensa.
Cuando se avanza en un juicio de este tipo, lo que busca es que el eventual apropiado conozca su identidad, ni más ni menos. Se recurre a pruebas de ADN, para determinar la filiación. Mediante dilaciones tribunalicias y con la complicidad del Poder Judicial, la directora de Clarín logró que el Banco Nacional de Datos Genéticos sea dejado de lado en favor de una entidad privada.
Los militares, en su macabro plan de apropiación de los hijos de sus víctimas, en general los distribuían entre sus camaradas, pero hubo casos en los cuales los padres adoptivos actuaron de buena fe sin conocer el entramado de cómo sus futuros hijos habían venido al mundo.
Con increíble ingenuidad o malicia, hubo quienes creyeron en un tiempo que Ernestina Herrera de Noble pertenecía a ese último grupo, que había adoptado de buena fe. Pero las sospechas, casi certezas, de que ella fue conciente de la situación y por consiguiente autora de un delito de lesa humanidad, van en aumento.
La directora del diario Clarín llevó hasta ese punto de máxima gravedad la política de estrecha relación que su empresa sostuvo con la dictadura, lo que le permitió instalarse como la más poderosa corporación mediática del país y uno de los grupos empresarios con mayor capacidad de lobby y conspiración contra gobiernos e instituciones democráticas.
"Si fueran hijos de desaparecidos, van a seguir siendo lo que son. Nada va a cambiar en la herencia. Lo que va a cambiar es que la sangre que corre por sus venas no es la que creen", señaló la titular de Abuelas, en clara alusión a lo que parece ser el motivo que mueve hasta ahora a los hijos de la Noble a rechazar su identidad: los intereses que tienen sobre la inmensa fortuna de la directora de Clarín.
"Estamos hablando de apropiación. Son prisioneros de la impunidad, que pasa por la práctica de la Justicia", añadió, y consideró que los jueces merecen una sanción. "Yo denuncio a la Justicia por corrupta e injusta. ¿Adonde quieren llegar?", agregó Carlotto.
Este miércoles, Carlotto habló en Plaza de Mayo en ocasión de los 34 años del golpe cívico-militar, y dijo que "los cómplices del hambre son los mismos de hace 30 años, son los Macri, los Herrera de Noble, los Bunge y Born, los Pérez Companc, los Roca, Fortabat, Blaquier y su ingenio Ledesma, la Sociedad Rural Argentina, Mercedes Benz, Ford, Techint, Acindar y tantos otros”.
"Como en el golpe de Estado del ‘76 se encuentran también políticos como Ruckauf, economistas como Martínez de Hoz, médicos como Bergés y curas como Von Wernich, periodistas como Grondona, abogados y jueces como Bisordi”, resumió Carlotto, en declaraciones que reproduce la agencia pública de noticias Télam.
El poder de las corporaciones mediáticas está en juego, de ahí la complicad del Poder Judicial, de la derecha y de los empresarios y periodistas mencionados por Carlotto. La sociedad argentina demanda saber si la titular del multimedios más importante de habla hispana en América Latina es culpable de delitos de lesa humanidad.
fuente, vìa:
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=4617
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