martes, 2 de febrero de 2010

Sorprendentes Coincidencias con 2010. Mèxico.

SORPRENDENTES COINCIDENCIAS CON 2010

mexteki
LA CRISIS 1908 – 1910
Reproducimos estos parrafos que hablan de los antecedentes de la revolución de 1910 en Chihuahua del libro: Pancho Villa de Friedrich Katz. Editorial Era.pag 66
La transformación del descontento con el régimen existente en fervor revolucionario se vincula a tres fenómenos claramente diferenciados: la destrucción a gran escala de la base económica de los pueblos por Creel y Terrazas, la gran depresión de 1908, que pareció afectar a Chihuahua más que al resto del país, y una crisis política a nivel nacional y regional. A estos fenómenos internos hay que añadir la evolución de la situación al norte de la frontera.
La crisis económica de 1908 – 19010 fue la más grave que sufrió el México porfiriano. Afectó a todo el país pero se sintió con más intensidad en los estados norteños cuya economía estaba muy íntimamente vinculada a la de Estados Unidos. La baja de los precios de la plata y el cobre junto con la recesión y el pánico financiero en Estados Unidos condujeron al cierre de muchas minas del norte de México. Una de las mayores compañías mineras estadounidenses que trabajaban en México, la American Smelting and Refining Company (ASARCO), cerró sus minas de Santa Eulalia y Santa Bárbara, en Chihuahua, dejando sin trabajo a más de mil personas. La mayoría de las minas del centro minero más importante del estado, Hidalgo del Parral, también cerró. El imperio económico de William C. Green, un gran empresario estadounidense que poseía numerosas minas, la mayoría en Sonora, y había creado que se incrementó el número de desempleados, especialmente en esa región occidental del estado.
Muchos habitantes de los pueblos que trabajaban por temporadas en las minas o las madereras se vieron afectados. En ocasiones anteriores, cuando las empresas cerraban en Chihuahua, los trabajadores encontraban empleo en otro lado. Podían ir a los vecinos estados de Sonora y Coahuila o cruzar la frontera a Estados Unidos. Pero ahora Sonora y Coahuila sufrían la misma crisis que afectaba a Chihuahua y los trabajadores mexicanos eran despedidos por miles en el suroeste estadounidense. Estados Unidos prohibió la inmigración de mexicanos y a más de dos mil de ellos sus patrones le dieron boletos de ferrocarril para El Paso, de donde los forzaron a cruzar hacia Chihuahua, para engrosar aún más las filas ya colmadas de los desempleados.
Como último recurso, algunos volvían a sus pueblos natales para vivir del producto de los campos de la familia mientras durará la crisis. Pero muchos descubrían que sus familias habían perdido sus tierra habían perdido sus tierras debido a la ley agraria de Creel. Y quienes todavía las tenían sufrieron sequías en 1908 y de nuevo en 1909.
No sólo los desempleados, sino incluso los trabajadores que lograban conservar su empleo padecían profundamente la crisis. Sus salarios se redujeron drásticamente en un momento en que los precios de los alimentos aumentaban a causa de las malas cosechas. “La situación económica ha sido particularmente mala”, informaba el cónsul alemán en Chihuahua en 1909, “debido a los aumentos en el costo de los alimentos básicos y los frijoles. La mayoría de los precios se han duplicado y los frijoles han pasado de 6 a 15 pesos por hectolitro. El poder de compra del público se ha reducido de manera muy seria […] El consumo de la población se limita a los alimentos más esenciales. Los ingresos de los trabajadores han decrecido todavía más y los salarios han caído entre $0.75 y un peso diario. Esto significa que los aumentos de precios de entre doscientos y trescientos por ciento fueron acompañados de reducciones en los salarios.
Las clases medias del estado se vieron particularmente afectadas por la crisis. Numerosas pequeñas empresas quebraron. Habían perdido a muchos de sus clientes, cuyo poder de compra había desaparecido al quedar desempleados, y los comerciantes que intentaron obtener préstamos para sortear la tormenta descubrieron que o no había fondos o su costo era prohibitivo. “Aunque los bancos han sido un poco más liberales en sus préstamos”, escribía el cónsul alemán en 1909, “el costo del dinero sigue siendo muy alto y hace difícil la inversión. Ni siquiera las compañías más fuertes consiguen obtener fondos a menos de 10 por ciento mientras que las tasas de los bancos son de 12 por ciento y las de los prestamistas privados van de 18 a 24 por ciento”. Los bancos prácticamente no daban créditos más que a las compañías de la oligarquía, y en el momento de la crisis demandaron el pago de los préstamos pendientes y cerraron el crédito a los pequeños propietarios que no podían pagar. En otras partes de México, los hombres fuertes regionales, preocupados por las posibles consecuencias sociales de la crisis, intentaron obtener ayuda federal para aliviarlas o incluso ayudaron ellos mismos a los desempleados. En la vecina Coahuila, uno de los hombres más ricos del estado, Evaristo Madero, pidió a Porfirio Díaz que destinara fondos a auxiliar a los hambrientos y los pobres. Su nieto, Francisco Madero, utilizó parte de los ingresos que le daban sus propiedades para alimentar a los menesterosos, independientemente de que trabajaran en sus haciendas o no.
Pero Enrique Creel no se preocupaba de tales cosas. En noviembre de 1908 escribía a Díaz que debido a las heladas prematuras.
las cosechas de frijol se han perdido por completo y la de maíz se ha reducido a la mitad. Como consecuencia, el precio de estos artículos de primera necesidad es muy alto y perjudica a las clases pobres.
El bajo precio de la planta también está perjudicando mucho a la minería del estado y varias negociaciones han paralizado los trabajos de sus minas, lo cual incluye para que en algunos distritos mineros se comience a sentir la falta de trabajo y de actividad en los negocios.
En general, la perspectiva económica para el año próximo no es buena.
A diferencia de Evaristo Madero, Creel no menciona siquiera en su carta la ayuda para los necesitados. En cambio, concluye, “estoy tomando desde ahora las precauciones prudentes y necesarias para evitar el desequilibrio en las rentas públicas. Con ese objeto estoy reduciendo los presupuestos de todos los municipios del estado a los gastos más precisos, dentro de los ingresos probables”.
Ésta fue la única consecuencia práctica que Creel se dignó sacar la crisis. Equilibrar el presupuesto significaba no sólo reducir los gastos sino aumentar los ingresos, es decir los impuestos. Dado que las grandes compañías extranjeras y las empresas que pertenecían a la oligarquía estaban prácticamente exentas y las empresas que pertenecían a la oligarquía estaban prácticamente exentas de los impuestos, Creel aumentó la carga fiscal de las clases bajas y medias de la sociedad, y lo hizo precisamente en el momento más crudo de la recesión, cuando esos sectores menos podían pagar.
“Por el alza de las contribuciones y otros actos [los funcionarios de la pasada administración]”, escribía el último gobernador porfirista de Chihuahua, Miguel Ahumanda, a Porfirio Díaz en 1911, “habían sembrado un malestar y una desconfianza tan grandes, que si el señor ministro de Relaciones [Creel] viniera aquí en estos correría peligro su vida.”
Como resultado de la crisis de 1908 y las medidas tomadas por Creel y Terrazas, se creó en Chihuahua una unidad sin precedentes entre la oposición tanto al gobierno estatal como federal. Empezó a haber colaboración entre las clases medias urbanas, los trabajadores industriales y los habitantes de los pueblos.
Esa unidad se vio reforzada por su suceso extraño que contribuyó a menoscabar la legitimidad de Creel a los ojos de muchos habitantes de Chihuahua. Se trata del caso del robo al Banco Minero, que tal vez, si hubiera ocurrido en el periodo de auge de la economía, cuando la prosperidad parecía en ascenso, no habría tenido tantas repercusiones.
vìa:
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