Hasta cuando nos marchamos lejos
por cobardía o por despecho,
por un amor inconsolable,
cuando en casa el tiempo pasa sin vivirle
y lloras porque no sabes por qué
una fuerza enorme esta en nosotros mismos,
la sencillez de lo sencillo,
donde las luchas son inútiles,
es más fuerte que una muerte incomprensible,
es vencer esa nostalgia que nos se va de tí.
Tienes que poner los dedos en tu herida
y entonces sentirás la fuerza de la vida,
que te conducirá, lo sé,
amor, ya lo verás,
a la salida que hoy no ves.
Cuando te recomen los silencios
y el corazón les pone precio
con un rumor insoportable
cuando te hundes y no puedes levantarte,
y hasta cuando la esperanza
piensas que se perderá.
Es la voluntad que a todo desafia,
es nuestra dignidad, la fuerza de la vida,
que no preguntará que es la eternidad,
aunque sepa que la ofenden,
o que la venden sin piedad.
Tienes que tocar el fondo de tu herida
y reconocerás la fuerza de la vida,
que te conducirá, lo sé,
no te dejará marchar,
no te dejará, ten fe.
Hasta dentro de la carcel
de esta enorme hipocresía,
y en los fríos hospitales
de ese mal de nuestros días,
una fuerza te vigila,
tu la reconocerás,
es la fuerza testaruda que hay en tí,
que sueña y no se va de tí.
Es la voluntad
más fragil e infinita,
es nuestra dignidad,
la fuerza de la vida.
Es nuestro amor, la fuerza de la vida,
que no preguntará
que es la eternidad,
porque siempre por nosotros luchará,
y no nos dejará.
Tienes que tocar
la llaga de tu herida,
y reconocerás
la fuerza de la vida.
La fuerza dentro de tí,
la tienes que presentir
y allí estará,
la fuerza de la vida,
que te conducirá, lo sé,
que susurra convencida
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