Amores extremos
En los animales, el cortejo es una conducta que demanda una gran inversión de tiempo y energía por parte de los machos. Estos costos son el resultado indirecto de la intensa competencia que se da entre congéneres, ya que usualmente a la cita acude más de un macho por cada hembra. Y no es para menos, ya que lo que se encuentra en juego es su reproducción, ese boleto fundamental que sirve para pasar el material genético a la siguiente generación. Ciertos atributos físicos son utilizados durante los despliegues de cortejo y en algunas especies han llegado a rayar la exageración, como resultado de la selección sexual actuando a través del tiempo. Un ejemplo es la cola del Quetzal macho (Pharomachrus mocinno) que puede medir más de dos veces el tamaño del cuerpo. Sin embargo, la mayoría de los animales machos tienen atributos físicos mucho más modestos y por tal motivo deben echar mano de otras artimañas, como el lenguaje corporal, para poder ganar de esta manera la simpatía y preferencia de las hembras. De manera similar a los atributos físicos exagerados, los despliegues de movimiento durante el cortejo pueden llegar a ser tan sorprendentes e intensos que los machos llegan a rozar los límites de seguridad sobre los que se encuentran construidos sus cuerpos.
Por: Víctor M. Ortega* y Tonatiuh Velázquez Premio**En los animales, el cortejo es una conducta que demanda una gran inversión de tiempo y energía por parte de los machos. Estos costos son el resultado indirecto de la intensa competencia que se da entre congéneres, ya que usualmente a la cita acude más de un macho por cada hembra. Y no es para menos, ya que lo que se encuentra en juego es su reproducción, ese boleto fundamental que sirve para pasar el material genético a la siguiente generación.
Ciertos atributos físicos son utilizados durante los despliegues de cortejo y en algunas especies han llegado a rayar la exageración, como resultado de la selección sexual actuando a través del tiempo. Un ejemplo es la cola del Quetzal macho (Pharomachrus mocinno) que puede medir más de dos veces el tamaño del cuerpo. Sin embargo, la mayoría de los animales machos tienen atributos físicos mucho más modestos y por tal motivo deben echar mano de otras artimañas, como el lenguaje corporal, para poder ganar de esta manera la simpatía y preferencia de las hembras. De manera similar a los atributos físicos exagerados, los despliegues de movimiento durante el cortejo pueden llegar a ser tan sorprendentes e intensos que los machos llegan a rozar los límites de seguridad sobre los que se encuentran construidos sus cuerpos.
En los vertebrados los movimientos bruscos pueden causar daños potenciales en el sistema músculo-esquelético y un incremento en la aceleración puede ocasionar una distribución desigual de los fluidos corporales. En la aeronáutica esto último es de vital importancia, ya que un piloto puede sufrir mareo y una pérdida temporal de la visión si alcanza una aceleración mayor a siete veces la aceleración de la gravedad.
En este sentido, el caso más sorprendente de cortejo lo encontramos entre las aves. El macho del Colibrí de Cabeza Roja (Calypte anna) alcanza tal velocidad y aceleración durante sus acrobacias aéreas que los huesos del ala llegan a experimentar una gran tensión. Es más, la fricción producida por la interacción entre el aire y las plumas, tanto de las alas como de la cola, es tal que provoca que éstas vibren hasta producir sonidos estridentes que se pueden escuchar a gran distancia. Sonidos que sirve finalmente para allanar un poco más el arduo camino que representa la conquista de una hembra.
Vuelo sonoroEl cortejo del colibrí macho inicia cuando una hembra se posa en una rama dentro de su territorio. De pronto el macho se orienta en dirección al sol, y sin más preámbulos, se remonta a una altura de hasta 30 metros del suelo para dejarse caer en picada y realizar un vuelo espectacular en forma de “J” hasta el lugar donde se encuentra perchando la hembra.
Al inicio de la caída, el ave se acelera al batir sus alas y como consecuencia del cambio de energía potencial (producto entre su peso y altura) en energía cinética. En esta etapa las plumas de sus alas comienzan a vibrar con una frecuencia de 55 Hz produciendo un trino grave, que corresponde por ejemplo a la nota La producida por un bajo. Tal vibración es producto de la fricción entre las moléculas de aire y la superficie de las plumas. En la siguiente etapa el ave pliega sus alas a su cuerpo y como consecuencia el sonido cesa.
En el último par de metros antes de alcanzar el punto más bajo de su vuelo, el colibrí abre sus alas para ganar control. Esta vez produce un tono menos grave, no obstante más puro. Por medio del planeo logra estabilizarse y remontarse a gran altura, cambiando la posición de sus alas, ayudado por el fuerte impulso que lleva. Al ganar altura abre abruptamente su cola, con lo que aumenta el arrastre, y consecuentemente disminuye su velocidad. Esto produce un sonido explosivo, más agudo. Finalmente, vuelve a aletear, al tiempo que cierra su cola. Increíblemente toda esta acrobacia aérea transcurre en un tiempo menor a un segundo.
Locomoción y límites de diseñoLa velocidad máxima que alcanza el Colibrí Cabeza Roja durante su despliegue aéreo es de 27 m/s, (cerca de 100 kilómetros por hora) lo que equivale a un recorrido de 385 veces el tamaño de su cuerpo por cada segundo. Esta es una hazaña extraordinaria que ni siquiera el ave más rápida del mundo logra superar. El Halcón Peregrino sólo consigue ir a una velocidad de 200 cuerpos por segundo (70 m/s).
Gracias a los rápidos cambios de dirección durante el vuelo en picada el colibrí obtiene una aceleración de hasta siete veces la aceleración de la gravedad (la cual es 9.8 m/s). En el ser humano, los problemas que genera mantener una aceleración tan grande por más de un segundo van de la ceguera hasta la pérdida del sentido. Sin embargo, el colibrí puede volar a esa aceleración sin causarle ninguno de estos efectos negativos.
Bajo esta prueba de locomoción extrema, la fuerza que soportan los músculos pectorales para mantener firme el ala durante el inicio de la etapa de planeo es posiblemente la máxima exhibida en la naturaleza. De igual forma, los huesos también soportan una gran tensión pero no es tan grande para que alcance el punto de fractura.
Epílogo
Este ejemplo de cortejo extremo del Colibrí Cabeza Roja nos orilla a preguntarnos si en el Homo sapiens sucede algo similar. En el hombre el cortejo ha sido a lo largo de la historia una buena excusa para llevar al límite una de las capacidades que lo identifican como especie: la creatividad. Algunas de las más bellas piezas de arte están basadas de una u otra manera en el cortejo, las cuales han sido llevadas, en algunas ocasiones, al límite de la locura. Desgraciadamente, así como en los animales, pocos hombres gozan de atributos físicos, talento y recursos suficientes para vivir despreocupados por conseguir pareja. A decir verdad, a la gran mayoría sólo le queda resignarse y tomar en serio los consejos que Ovidio plasmó en “El arte de Amar”.
Para saber más:
Clark, C. J. y T. J. Feo. 2008. The Anna's hummingbird chirps with its tail: a new mechanism of sonation in birds. Proceedings of the Royal Society B 275 : 955-962. doi: 10.1098/rspb.2007.1619
Clark, C. J. 2009. Courtship dives of Anna’s Hummingbird offer insights into flight performance limits. Proceedings of the Royal Society B. 276:3047-3052. doi: 10.1098/rspb.2009.0508
http://razonaurea.cicese.mx/
*Departamento de ecología, CICESE.
fuente:
http://ciencias.jornada.com.mx/ciencias/investigacion/ciencias-quimicas-y-de-la-vida/investigacion/amores-extremos
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