Llegó hasta mí aquel hombre
con cara de buena gente
y se ganó mi confianza
luego llegó el segundo
cargado de nobles sentimientos
y le abrí las puertas de mi casa
un día les hablé de injusticias
de que no vivimos realmente
en democracia
que amordazan a la libertad
de una forma
más o menos etérea
mientras me esposaban
después de enseñarme sus placas
retrocedí cuarenta años
en mi memoria
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