viernes, 30 de octubre de 2009

Si tù me olvidas. Pablo Neruda

Si tú me olvidas

Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Espero curarme de ti. Jaime Sabines.

Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte,
de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las
prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo,
abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No
es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se
puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado
sobre la tierra y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras del
amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo
del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: "qué calor hace", "dame agua",
"¿sabes manejar?", "se hizo de noche"...Entre las gentes,
a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde",
y tú sabías que decía "te quiero".)

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve,
es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas.
Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio
para entrar a un panteón.

La Boca . Miguel Hernàndez

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!

Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

NANAS DE LA CEBOLLA Miguel Hernández

La cebolla es escarcha
                                   cerrada y pobre.
                                   Escarcha de tus días
                                   y de mis noches.
                                   Hambre y cebolla,
                                   hielo negro y escarcha
                                   grande y redonda.
                                   En la cuna del hambre
                                   mi niño estaba.
                                   Con sangre de cebolla
                                   se amamantaba.
                                   Pero tu sangre,
                                   escarchada de azúcar
                                   cebolla y hambre.
                                   Una mujer morena
                                   resuelta en lunas
                                   se derrama hilo a hilo
                                   sobre la cuna.
                                   Ríete niño
                                   que te traigo la luna
                                   cuando es preciso.
                                   Tu risa me hace libre,
                                   me pone alas.
                                   Soledades me quita,
                                   cárcel me arranca.
                                   Boca que vuela,
                                   corazón que en tus labios
                                   relampaguea.
                                   Es tu risa la espada
                                   más victoriosa,
                                   vencedor de las flores
                                   y las alondras.
                                   Rival del sol.
                                   Porvenir de mis huesos
                                   y de mi amor.
                                   Desperté de ser niño:
                                   nunca despiertes.
                                   Triste llevo la boca:
                                   ríete siempre.
                                   Siempre en la cuna
                                   defendiendo la risa
                                   pluma por pluma.
                                   Al octavo mes ríes
                                   con cinco azahares.
                                   Con cinco diminutas
                                   ferocidades.
                                   Con cinco dientes
                                   como cinco jazmines
                                   adolescentes.
                                   Frontera de los besos
                                   serán mañana,
                                   cuando en la dentadura
                                   sientas un arma.
                                   Sientas un fuego
                                   correr dientes abajo
                                   buscando el centro.
                                   Vuela niño en la doble
                                   luna del pecho:
                                   él, triste de cebolla,
                                   tú satisfecho.
                                   No te derrumbes.
                                   No sepas lo que pasa
                                   ni lo que ocurre.

Manifiesto. Victor Jara

Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón
tiene corazon de tierra
y alas de palomita

Es como el agua bendita
santigua glorias y penas
aquí se encajo mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a primavera

Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morira cantando
las verdades verdaderas
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una alondra
hasta el fondo de la tierra

Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre será cancion nueva

Cambalache. Tango. Enrique S. Dicèpolo

Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...

No es que muera de amor. Jaime Sabines

No es que muera de amor

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Me muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
Inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

El diablo y yo nos entendemos. Jaime Sabines.

El diablo y yo nos entendemos

El diablo y yo nos entendemos
como dos viejos amigos.
A veces se hace mi sombra,
va a todas partes conmigo.
Se me trepa a la nariz
y me la muerde
y la quiebra con sus dientes finos.
Cuando estoy en la ventana
me dice ¡brinca!
detrás del oído.
Aquí en la cama se acuesta
a mis pies como un niño
y me ilumina el insomnio
con luces de artificio.
Nunca se está quieto.
Anda como un maldito,
como un loco, adivinando
cosas que no me digo.
Quién sabe qué gotas pone
en mis ojos, que me miro
a veces cara de diablo
cuando estoy distraído.
De vez en cuando me toma
los dedos mientas escribo.
Es raro y simple. Parece
a veces arrepentido.
El pobre no sabe nada
de sí mismo.
Cuando soy santo me pongo
a murmurarle al oído
y lo mareo y me desquito.
Pero después de todo
somos amigos
y tiene una ternura como un membrillo
y se siente solo el pobrecito.

Cuando Tengas Ganas de Morirte. Jaime Sabines

Cuando tengas ganas de morirte

Cuando tengas ganas de morirte
esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y veras que hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan. 
Quédate sin mujer: verás.

Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete
y ya.

Epigrama. Ernesto Cardenal

Epigrama

Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era el que te amaba más.

Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

jueves, 15 de octubre de 2009

Fragilidad Sting

Fragilidad

Mañana ya, la sangre no estará
Al caer la lluvia se la llevará
Acero y piel, combinación tan cruel
Pero algo en nuestras mentes quedará.

Un acto así terminará
Con una vida, y nada más
Nada se logra con violencia
Ni se logrará.

Aquellos que han nacido
En un mundo así
No olviden su fragilidad.

Lloras tú y lloro yo,
Y el cielo también.

Lloras tú y lloro yo,
Qué fragilidad.

GENERAL SU TANQUE ES UN VEHICULO PODEROSO Bertolt Brecht

GENERAL SU TANQUE ES UN VEHICULO PODEROSO

General, tu tanque es más fuerte que un coche.
Arrasa un bosque y aplasta a cien hombres.
Pero tiene un defecto:
necesita un conductor.
General, tu bombardero es poderoso.
Vuela más rápido que la tormenta y carga más que un elefante.
Pero tiene un defecto:
necesita un piloto.
General, el hombre es muy útil.
Puede volar y puede matar.
Pero tiene un defecto:
puede pensar.

Primero Cogieron Bertolt Brecht

PRIMERO COGIERON...

Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada por que yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí,
no quedaba nadie para protestar.

A BERTOLT BRECHT

Llegó hasta mí aquel hombre
con cara de buena gente
y se ganó mi confianza

luego llegó el segundo
cargado de nobles sentimientos
y le abrí las puertas de mi casa

un día les hablé de injusticias
de que no vivimos realmente
en democracia
que amordazan a la libertad
de una forma
más o menos etérea

mientras me esposaban
después de enseñarme sus placas
retrocedí cuarenta años
en mi memoria

La tierra està dividida

La tierra està dividida en tres ùnicos continentes:  el de las vìctimas, el de los indiferentes y el de los comprometidos.
Josè Ignacio Gonzàlez Faus

El sur tambièn existe

Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventas navideñas
su culto de dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
el hambre disponible
recurre al fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohibe
con su esperanza dura
el sur también existe

con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
con sus gesta invasora
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el Sur también existe

con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos su misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena

pero aquí abajo abajo
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el Sur también existe

Muchas maneras de matar

Muchas maneras de matar, de Bertolt Brecht

Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc...
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.

La teorìa del fin de la Historia: el desprecio como destino. Eduardo Galeano


La teoría del fin de la Historia: el desprecio como destino



1

¿Fin de la historia? Para nosotros, no es ninguna novedad. Hace ya cinco siglos, Europa decretó que eran delitos la memoria y la dignidad en América. Los nuevos dueños de estas tierras prohibieron recordar la historia, y prohibieron hacerla. Desde entonces, sólo podemos aceptarla.

2

Pieles negras, pelucas blancas, coronas de luces, mantos de seda y pedrería: en el carnaval de Río de Janeiro, los muertos de hambre sueñan juntos y son reyes por un rato. Durante cuatro días, el pueblo más musical del mundo vive su delirio colectivo. Y el miércoles de cenizas, al mediodía, se acabó la fiesta. La policía se lleva preso a quien siga disfrazado. Los pobres se despluman, se despintan, se arrancan las máscaras visibles, máscaras que desenmascaran, máscaras de la libertad fugaz, y se colocan las otras máscaras, invisibles, negadoras de la cara: las máscaras de la rutina, la obediencia y la miseria. Hasta que llegue el próximo carnaval, las reinas vuelven a lavar platos y los príncipes a barrer las calles. Ellos venden diarios que no saben leer, cosen ropas que no pueden vestir, lustran autos que nunca serán suyos y levantan edificios que jamás habitarán. Con sus brazos baratos, ellos brindan productos baratos al mercado mundial.
Ellos hicieron Brasilia, y de Brasilia fueron expulsados.
Cada día ellos hacen el Brasil, y el Brasil es su tierra de exilio.
Ellos no pueden hacer la historia. Están condenados a padecerla.

3

Fin de la historia. El tiempo se jubila, el mundo deja de girar. Mañana es otro nombre de hoy. La mesa está servida, y la civilización occidental no niega a nadie el derecho de mendigar las sobras. Ronald Reagan despierta y dice: "La guerra fría acabó. Hemos ganado". Y Francis Fukuyama, un funcionario del Departamento de Estado, gana súbitamente éxito y fama descubriendo que el fin de la guerra fría es el fin de la historia. El capitalismo, que dice llamarse democracia liberal, es el puerto de lleegada de todos los viajes, "la forma final de gobierno humano".
Horas de gloria. Ya no existe la lucha de clases y al Este ya no hay enemigos, sino aliados. El mercado libre y la sociedad de consumo conquistan el consenso universal, que había sido demorado por el desvío histórico del espejismo comunista. Como quería la Revolución Francesa, ahora somos todos libres, iguales y fraternales. Y todos propietarios. Reino de la codicia, paraíso terrenal.
Como Dios, el capitalismo tiene la mejor opinión sobre sí mismo, y no hay duda de su propia eternidad.

4

Bienvenida sea la caída del muro de Berlín, dice un diplomático peruano, Carlos Alzamora, en un artículo reciente; pero dice que el otro muro, el que separa al mundo pobre del mundo opulento, está más alto que nunca. Un apartheid universal: los brotes de racismo, intolerancia y discriminación, cada vez más frecuentes en Europa, castigan a los intrusos que saltan ese alto muro para meterse en la ciudadela de la prosperidad. Y a la vista está. El muro de Berlín ha uerto de buena muerte, pero no alcanzó a cumplir treinta años de vida, mientras que el otro muro celebrará muy pronto sus cinco siglos de edad. El intercambio desigual, la extorsión financiera, la sangría de capitales, el monopolio de la tecnología y de la información y la alienación cultural son los ladrillos que día a día se agregan, a medida que crece el drenaje de riqueza y soberanía desde el Sur hacia el Norte del mundo.

5

Con el dinero ocurre al revés que con las personas: cuanto más libre, peor. El neoliberalismo económico, que el Norte impone al Sur como fin de la historia, como sistema único y último, consagra la opresión bajo la bandera de la libertad. En el mercado libre es natural la victoria del fuerte y legitima la aniquilación del débil. Así se eleva el racismo a la categoría de doctrina económica. El Norte confirma la justicia divina: Dios recompensa a los pueblos elegidos y castiga a las razas inferiores, biológicamente condenadas a la pereza, la violencia y la ineficacia. En un día de trabajo, un obrero del Norte gana más que un obrero del Sur en medio mes.

6

Salarios de hambre, costos bajos, precios de ruina en el mercado mundial. El azúcar es uno de esod productos latinoamericanos condenados a la inestabilidad y la caída. Durante muchos años, hubo una excepción: la Unión Soviética ha pagado, y paga todavía, un precio equilibrado por el azúcar de Cuba. Ahora, en plena euforia, el capitalismo triunfante se frota las manos. Hay bastantes indicios de que ese pacto comercial no va a durar mucho tiempo más. Y a nadie se le ocurre pensar que esa excepción ejemplar pudiera anunciar la posible creación de un nuevo orden internacional más justo, una alternativa al sistemático saqueo que los técnicos llaman "deterioro de los términos de intercambio". No: si los soviéticos pagan todavía buen precio por el azúcar cubano, eso no hace más que probar las diabólicas intenciones que han guiado los malos pasos de Moscú, que se metía donde no debía cuando usaba cuernos, tridente y rabo.
El orden vigente es el único orden posible: el comercio ladrón es el fin de la historia.

7

Preocupado por el colesterol, olvidado del hambre, el Norte practica, sin embargo, la caridad. La Madre Teresa de Calcuta es más eficiente que Carlos Marx. La ayuda del Norte al Sur es muy inferior a las limosnas solemnemente comprometidas ante las Naciones Unidas, pero sirve para que el Norte coloque la chatarra de guerra, mercancías sobrantes y proyectos de desarrollo que subdesarrollan al Sur y multiplican la hemorragia para curar la anemia. Mientras tanto, en los últimos cinco años, el Sur ha donado al Norte una suma infinitamente mayor, equivalente a dos planes Marshall en valores constantes, por concepto de intereses, ganancias, royalties y diversos tributos coloniales. Y mientras tanto, los bancos acreedores del Norte destripan a los Estados deudores del Sur, y se quedan con nuestras empresas públicas a cambio de nada.
Menos mal que el imperialismo no existe. Ya nadie lo menciona: por lo tanto, no existe. También esa historia se acabó.

8

Pero, si los imperios y sus colonias yacen en las vitrinas del museo de antigüedades, ¿por qué los países dominantes siguen armados hasta los dientes? ¿Por el peligro soviético? Esa coartada ya no se la creen ni los soviéticos. Si la cortina de hierro se ha derretido y los malos de ayer son los buenos de hoy, ¿por qué los poderosos siguen fabricando y vendiendo armas y miedo? El presupuesto de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos es mayor que la suma de todos los presupuestos de educación infantil en el llamado Tercer Mundo. ¿Despilfarro de recursos? ¿O recursos para defender el despilfarro? La organización desigual del mundo, que simula ser eterna, ¿podría sostenerse un sólo día más si se desarmaran los países y las clases sociales que se han comprado el planeta?
Este sistema enfermo de consumismo y arrogancia, vorazmente lanzado al arrasamiento de tierras, mares, aires y cielos, monta guardia al pie del alto muro del poder. Duerme con un solo ojo, y no le faltan motivos.
El fin de la historia es su mensaje de muerte. El sistema que sacraliza el caníbal orden internacional, nos dice: "Yo soy todo. Después de mí, nada".

9

Desde la pantalla de una computadora, se decide la buena o mala suerte de millones de seres humanos. En la era de las superempresas y la supertecnología, unos son mercaderes y otros somos mercancías. La magia del mercado fija el valor de las cosas y de la gente. Los productos latinoamericanos valen cada vez menos. Nosotros, los latinoamericanos, también.
El Papa de Roma ha condenado enérgicamente el fugaz bloqueo, o amenaza de bloqueo, contra Lituania, pero el Santo Padre nunca dijo ni pío sobre el bloqueo contra Cuba, que ya lleva treinta años, ni sobre el bloqueo contra Nicaragua, que duró diez. Normal. Y normal es, ya que tan poco valemos los latinoamericanos vivos, que nuestros muertos se coticen cien veces menos que las víctimas del hoy desintegrado Imperio del Mal. Noam Chomsky y Edward Herman se han tomado el trabajo de medir el espacio que merecemos en los principales medios norteamericanos de comunicación. Jerzy Popieluszko, sacerdote asesinado por el terror de Estado en Polonia, en 1984, ha ocupado más espacio que la suma de cien sacerdotes asesinados por el terror de Estado en América Latina en estos últimos años.
Nos han impuesto el desprecio como costumbre. Y ahora nos venden el desprecio como destino.

10

El Sur aprende geografía en mapamundis que lo reducen a la mitad de su tamaño real. Los mapamundis del futuro, ¿lo borrarán del todo? Hasta ahora, América Latina era la tierra del futuro.
Cobarde consuelo; pero algo era.
Ahora nos dicen que el futuro es el presente.
(1990)

Disculpen La Molestia. Eduardo Galeano

Eduardo Galeano
Disculpen la molestia
(Página/12 Web. Buenos Aires, Argentina. 8 de Mayo de 2009)
            Quiero compartir algunas preguntas, moscas que me zumban en la cabeza.
 
            ¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés?
 
            El zapatista de Irak, el que arrojó los zapatazos contra Bush, fue condenado a tres años de cárcel. ¿No merecía, más bien, una condecoración? ¿Quién es el terrorista? ¿El zapatista o el zapateado? ¿No es culpable de terrorismo el serial killer que mintiendo inventó la guerra de Irak, asesinó a un gentío y legalizó la tortura y mandó aplicarla?
            ¿Son culpables los pobladores de Atenco, en México, o los indígenas mapuches de Chile, o los kekchíes de Guatemala, o los campesinos sin tierra de Brasil, acusados todos de terrorismo por defender su derecho a la tierra? Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden?
            Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero,¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes?
            ¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?
            ¿Por qué la justicia es ciega de un solo ojo? Wal Mart, la empresa más poderosa de todas, prohíbe los sindicatos. McDonald’s, también. ¿Por qué estas empresas violan, con delincuente impunidad, la ley internacional? ¿Será porque en el mundo de nuestro tiempo el trabajo vale menos que la basura y menos todavía valen los derechos de los trabajadores?
            ¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?
            ¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?  Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles. 
            Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina tres millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren quince niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?  ¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?  ¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte?
            El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.  Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial.
            Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo?¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.  En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que este país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo era, traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos.
            Y cuando el presidente ecuatoriano Correa anunció que se negaba a pagar las deudas no legítimas, la noticia produjo terror en el mundo financiero y el Ecuador fue amenazado con terribles castigos, por estar dando tan mal ejemplo. Si las dictaduras militares y los políticos ladrones han sido siempre mimados por la banca internacional, ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea?
            Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia? ¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia?  ¿No es de sentido común, y también de justicia, ese lema de las feministas que dicen que si nosotros, los machos, quedáramos embarazados, el aborto sería libre? ¿Por qué no se legaliza el derecho al aborto? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de las mujeres que pueden pagarlo y de los médicos que pueden cobrarlo?
            Lo  mismo ocurre con otro escandaloso caso de negación de la justicia y el sentido común: ¿porqué no se legaliza la droga? ¿Acaso no es, como el aborto, un tema de salud pública? Y el país que más drogadictos contiene, ¿qué autoridad moral tiene para condenar a quienes abastecen su demanda? ¿Y por qué los grandes medios de comunicación, tan consagrados a la guerra contra el flagelo de la droga, jamás dicen que proviene de Afganistán casi toda la heroína que se consume en el mundo? ¿Quién manda en Afganistán? ¿No es ese un país militarmente ocupado por el mesiánico país que se atribuye la misión de salvarnos a todos?
            ¿Por qué no se legalizan las drogas de una buena vez? ¿No será porque brindan el mejor pretexto para las invasiones militares, además de brindar las más jugosas ganancias a los grandes bancos que en las noches trabajan como lavanderías?
            Ahora el mundo está triste porque se venden menos autos. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída de la próspera industria del automóvil. Si tuviéramos algún resto de sentido común, y alguito de sentido de la justicia ¿no tendríamos que celebrar esa buena noticia? ¿O acaso la disminución de los automóviles no es una buena noticia, desde el punto de vista de la naturaleza, que estará un poquito menos envenenada, y de los peatones, que morirán un poquito menos?
 
            Según Lewis Carroll, la Reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el país de las maravillas: –Ahí lo tienes –dijo la Reina–. Está encerrado en la cárcel, cumpliendo su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles. Y por supuesto, el crimen será cometido al final.
            En El Salvador, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia, como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. El murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento.
            El resultado de las recientes elecciones en El Salvador, ¿no es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?
            A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Cuando dice adiós, dice hasta luego.




La luna. Jaime Sabines

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Yo Te Seguirè

No me pidas mas de lo que puedo dar,
cada uno tiene su mayor anhelo
no le quites alas a la libertad,
porque ya ha empezado a levantar el vuelo.

No me pidas mas de lo que puedo dar,
tengo a mano la alegria y la tristeza,
me acompañan y me ayudan a cantar,
por eso las dos se sientan en mi mesa.

Yo no puedo ser perfecto,
tengo miles de defectos,
tengo lagrimas,
y tengo corazón.

Si me pides que mejore,
mis fracasos, mis errores,
dame tiempo,
para ver si puedo andar.

Y yo te seguiré,
donde vayas tu,
y me quedaré,
a tu lado.

No me pidas mas de lo que puedo dar,
yo soy lo que ves,
no soy mas que vida,
he escogido a mi cuerpo para descansar,
y seguira camino, alguno de estos dias,
yo prefiero darme tal y como soy,
con todas mis dudas y contradicciones,
yo no quiero fabricar una mentira,
para retenerte, para estar contigo.

Yo no puedo ser perfecto,
tengo miles de defectos,
tengo lagrimas,
y tengo corazón.

Si me pides que mejore,
mis fracasos, mis errores,
dame tiempo,
para ver si puedo andar.

Y yo te seguiré,
donde vayas tu,
y me quedaré,
a tu lado.

Solo una cosa te voy a pedir,
no le hagas caso a mi melancolia,
algunos dias es mas facil sonreir,
pero este, no es uno de aquellos dias.

Y yo te seguiré,
donde vayas tu,
y me quedaré,
a tu lado.

Y yo te seguiré,
donde vayas tu,
y me quedaré,
a tu lado.

Dame un poco de tu amor

Sin tus caricias no soy igual
Y me siento tan solo cuando
Tu no estas conmigo
Los días pasan y sigo sin ti
Sin tu amor no soy feliz
Por que tus ojos son mis ojos
Por que tu piel esta en mi piel
Nunca pensé sentirme así
Nunca pensé en enamorarme así contigo
Tantos momentos que compartí a tu lado
Sin descubrir que cuando sonríes
También sonrío que cuando tu lloras
Lloro también que lo que tu sientes
Todo lo siento porque tu y yo somos
El mismo ser.



Dame un poco de tu sueño
Llévame en tu corazón
Nunca olvides que te quiero
Dame un poco de tu amor.

Por que tus ojos son mis ojos
Por que tu piel esta en mi piel
Porque tu vida es mi vida
Solo te amo a ti mujer.

LA GENTE QUE ME GUSTA, por Mario Benedetti

LA GENTE QUE ME GUSTA, por Mario Benedetti

 
Primero que todo
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace en menos tiempo de lo esperado.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.
Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.
Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.
Me gusta la gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente; a éstos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no fallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente que trabaja por resultados. Con gente como esa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.
Mario Benedetti

Pasatiempo Mario Benedetti

Pasatiempo

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.

Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

sábado, 3 de octubre de 2009

¿ Què pasarìa ?

¿Qué pasaría?


¿Qué pasaría si un día despertamos dándonos cuenta de que
somos mayoría?

¿Qué pasaría si de pronto una injusticia, solo una, es repudiada
por todos, todos que somos todos, no unos, no algunos, sino
todos?

¿Qué pasaría si en vez de seguir divididos nos multiplicamos,
nos sumamos y restamos al enemigo que interrumpe nuestro
paso?

¿Qué pasaría si nos organizáramos y al mismo tiempo
enfrentáramos sin armas, en silencio, en multitudes, en millones
de miradas la cara de los opresores, sin vivas, sin aplausos, sin
sonrisas, sin palmadas en los hombros, sin cánticos partidistas,
sin cánticos?

¿Qué pasaría si yo pidiese por vos que estás tan lejos, y vos por
mí que estoy tan lejos, y ambos por los otros que están muy
lejos y los otros por nosotros aunque estemos lejos?

¿Qué pasaría si el grito de un continente fuese el grito de todos
los continentes?

¿Qué pasaría si pusiésemos el cuerpo en vez de lamentarnos?

¿Qué pasaría si rompemos las fronteras y avanzamos y
avanzamos y avanzamos y avanzamos?

¿Qué pasaría si quemamos todas las banderas para tener solo
una, la nuestra, la de todos, o mejor ninguna porque no la
necesitamos?

¿Qué pasaría si de pronto dejamos de ser patriotas para ser
humanos?

No sé... me pregunto yo, ¿qué pasaría?

Mario Benedetti