La guerra contra el terrorismo de George W. Bush sigue dando que hablar.
Restos de militares norteamericanos fueron enviados a un basural en un
condado de Virginia de forma secreta, sin autorización de sus
familiares.
Desde Los Angeles
La fuerza aérea de Estados Unidos usó secretamente un basural para
disponer de los restos incinerados de cientos de soldados muertos en
acción durante la Guerra del Terror. Las cifras que se hicieron públicas
ayer muestran que los restos parciales de 274 hombres y mujeres caídos
fueron enviados al basural en el condado de King George, Virginia, entre
2004 y 2008. A sus familias, que habían dado permiso para que los
restos se dispusieran de una forma “digna”, nunca se les dijo de esa
práctica.
La escala del escándalo, en el Washington Post hace un mes, es mucho
mayor de lo que se pensaba previamente. Además de los 976 fragmentos de
cuerpos identificados, los informes del Pentágono muestran que otros
1762 restos del campo de batalla no identificados, demasiado dañados
para ser sometidos a análisis de ADN, también terminaron en el basural.
Los funcionarios dicen que no tienen planes de contactar a las
familias de los soldados para informarles del destino de sus seres
queridos. Dice que establecer las identidades de los hombres y mujeres
afectados sería demasiado caro y tomaría mucho tiempo.
Una carta del Pentágono a Rush Hold, una congresista demócrata que
está investigando el asunto para una electora cuyo marido fue muerto en
Irak, sostiene que determinar a quiénes pertenecen los restos que fueron
al basural, “requeriría un esfuerzo masivo” y habría que examinar los
records de unos 6300 soldados.
“¿Qué diablos?”, respondió Hold en el Post. “Gastamos millones,
decenas de millones, para encontrar algún rastro de los soldados muertos
y ellos están preocupados por el esfuerzo ‘masivo’ de volver y sacar
los archivos y averiguar a cuántos soldados se les faltó el respeto en
esta forma. Simplemente no quieren hacer preguntas o averiguar mucho.”
Hace un mes, los investigadores federales publicaron un informe muy
crítico descubriendo “una grosera ineficiencia” de la morgue en la base
aérea de Dover, el principal puerto de entrada para los cuerpos de
soldados estadounidenses caídos en acción que vuelven a Estados Unidos.
El informe descubrió que las partes de los cuerpos fueron dejados en
congeladoras durante meses y aun años. En un incidente, el desfigurado
brazo de un marine muerto fue serruchado, sin el permiso de sus padres,
para que entrara en el féretro.
Los denunciantes que trataron de atraer la atención a las prácticas
deshonestas en la morgue fueron ignorados o amenazados con despidos. El
“patrón de fracaso” identificado en el informe se extendía a partes de
cuerpos de soldados cayéndose de las bolsas de plástico y mezclándose
con los restos de otros. En una carta a una viuda de guerra descubierta
por el Post, el director de la morgue, Trevor Dean, dijo que la práctica
se había hecho común desde por lo menos 1996, cuando él comenzó ahí.
Que el escándalo no llegara al conocimiento del público más pronto
es quizás un subproducto de los esfuerzos de los sucesivos presidentes
para mantener a la base aérea alejada del escrutinio del público.
Durante la primera guerra del Golfo, George H. W. Bush prohibió la
cobertura de las noticias sobre el regreso de las tropas caídas allá. La
prohibición fue continuada por su hijo durante la segunda guerra del
Golfo y finalmente levantada por la administración Obama en 2009. El
gobierno de Bush ha sido acusado de groseras violaciones a los derechos
humanos en las guerras de Irak y Afganistán, amén de persecuciones a la
comunidad islámica de EE.UU.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-182990-2011-12-09.html
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