lunes, 11 de julio de 2011

Sociedad : Migración en Europa; ningún ser humano es ilegal..Matteo Dean



El título que antecede estas líneas sigue siendo hoy la consigna más utilizada por los movimientos sociales de solidaridad con los migrantes en todo el planeta. La obviedad de dicha consigna es tan inmediata como incumplida. Desde que la migración en cuanto fenómeno económico y social fue adscrito a los temas de seguridad nacional en los distintos países (sobre todo del llamado “norte” del mundo), la criminalización de los migrantes ha sido una constante. Y no se trata solamente de las articuladas y en ocasiones absurdas campañas mediáticas; se trata, por encima de cualquier consideración de orden ético, de las políticas públicas que tratan de encarar el fenómeno. En este sentido, el caso europeo es particularmente llamativo.
Más allá de la enorme cantidad de normas nacionales y continentales que buscan regular la migración –como dicen sus promotores– o más bien reprimirla y controlarla –como dicen sus detractores–, hay un aspecto de dichas políticas públicas que es necesario señalar y denunciar no sólo por su absoluta falta de respeto de las leyes fundamentales sobre las cuales descansa (o debería) el estado de derecho, sino sobre todo por su tajante carácter inhumano. Estamos hablando de los Centros de Identificación y Expulsión o también llamados Centros de Internamiento para Extranjeros (cuyas siglas son iguales, es decir CIE).
Como sea, dichos centros no son otra cosa que centros de detención para migrantes indocumentados, mismos que en otras partes del planeta son llamadas Estaciones Migratorias. La aparente disputa sobre el nombramiento de estos espacios no es estéril, pues por ella también pasa la construcción del imaginario colectivo acerca de la oportunidad de detener seres humanos cuya única responsabilidad es la de no tener los papeles que legalicen su estancia en un determinado territorio.
La “detención administrativa”
El Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans (OSPDH), de la Universidad de Barcelona, definió a los CIE como “establecimientos públicos de carácter no penitenciario para la detención, custodia y puesta a disposición de la autoridad judicial de extranjeros sujetos a un expediente de expulsión del territorio nacional”. Por su parte, las leyes nacionales de cada país miembro de la Unión Europea (UE) no coinciden, como vimos, en definir qué son exactamente estos espacios. Sin embargo, todas las leyes coinciden en rehusarse a penalizar la ausencia de documentos de legal estancia; empero, también coinciden en “detener administrativamente” a quien no tiene esos papeles.
El concepto de “detención administrativa” fue introducido paulatinamente en todo el continente europeo a partir de los años ochenta a través de las distintas leyes nacionales. En el Estado español, por ejemplo, dicha medida –llamada “internamiento”– fue introducida por la Ley Orgánica 7/1985, sobre derechos y libertades de los extranjeros. En Italia, en cambio, dicha figura legal fue introducida apenas en 1998 con la Ley 40/98 que modificaba la primera ley migratoria de 1990. Por lo general, todas las normas coinciden también en que la “detención administrativa” tiene la función de detener al migrante sin papeles “cuando no es posible ejecutar la expulsión acompañando [al extranjero] a la frontera o no es posible rechazar porque se debe socorrer o por ser necesarias mayores averiguaciones acerca de la identidad o nacionalidad, o por ser necesario un tiempo de espera para obtener de los papeles de viaje [de regreso], o por falta de un medio de transporte adecuado”.
Abordando el concepto mencionado, muchos analistas coinciden en afirmar que no deja de llamar la atención el hecho de que se pueda privar de su libertad a una persona para asegurar una eventual sanción administrativa. Es ahí en donde reside, dicen los críticos, la mayor contradicción. ¿Cómo es posible privar de la libertad a una persona por una falta administrativa? A la luz de que hasta la fecha la condición del migrante sin documentos no es penalmente perseguida, sino que sólo es considerada una falta administrativa, ¿cómo es posible quitarle la libertad a un ser humano por un “delito” que bien se podría equiparar a una infracción de tránsito?
Brutal, fría y orwelliana
Hasta la fecha, son pocas las personas que han podido entrar en un CIE que no fuera policía, miembro de gobierno, diputado o migrante detenido. Aunque los CIE no son formalmente cárceles y los migrantes son detenidos en calidad de “huéspedes”, lo cierto es que estos últimos no pueden salir de las instalaciones de los CIE. Aunado a esto, cabe mencionar que, si bien las estructuras de detención son generalmente dadas en gestión a empresas privadas –en muchas ocasiones, organizaciones de la propia sociedad civil europea más proclives a gestionar lo existente en lugar de confrontarlo–, son los gobiernos nacionales quienes se encargan de la seguridad de los cie. Dicho en otras palabras: aunque los migrantes podrían formalmente salir de las estructuras, pues frente a la ley sólo tienen en contra una falta administrativa, entre ellos y la libertad regularmente hay muros, alambres de púas, cámaras de video y cientos de policías.

Un inmigrante tunecino muestra sus documentos de viaje fuera de la estación de tren de Ventimiglia, Italia. Foto: Eric Gaillard
Estos controles, sin embargo, no sólo impiden a los migrantes ejercer el derecho al libre tránsito, sino que también impiden a quienes estamos afuera, ciudadanos nacionales o migrantes “regulares”, entrar y conocer lo que realmente sucede ahí dentro. La información es tan escasa que mueve a escándalo, pues ya son diarias las denuncias de abusos por parte de las autoridades hacia los detenidos, así como ausencia de servicios, tentativas (logradas en muchas ocasiones) de revueltas y fugas, maltratos, acoso psicológico y sexual, más un largo listado que difícilmente rompe el muro del silencio que rodea estos espacios que la sociedad civil europea solidaria con la causa migrante no tiene rémoras en definir como “campos de concentración”.
“No los llamaría campos de concentración, pues los nazis pensaban aniquilar a la persona hasta su eliminación física. En los CIE no se llega a tanto”, dice Fabrizio Gatti, periodista italiano que en 2005 logró introducirse en un CIE fingiendo ser un migrante árabe y denunció los abusos a los que son sujetos los detenidos. “Me gustaría que si mañana se escribiera una historia de la migración, estos lugares se llamaran con su brutal, fría y orwelliana sigla: CIE. Esa sigla lo contiene todo.” Efectivamente parece ser así, pues los centros de detención para migrantes parecen ser un mundo aparte, en donde nadie sabe lo que sucede y cómo sucede. Ante ello, la red euroafricana de organizaciones civiles por los derechos de los ciudadanos migrantes, Migreurop, organizó este año la segunda visita a los cie de Alemania, Italia, Francia y España, como consecuencia de la larga campaña organizada a nivel continental con el explícito título: Por un derecho de fiscalización en los lugares de confinamiento.
A pesar de las dificultades de orden administrativo, la sociedad civil europea, acompañada por algunos diputados de distintos países, pudo visitar algunos de los cie existentes en la ue. Las conclusiones de la caravana que viajó en el continente del 7 de marzo al 1 de abril es clara y no deja espacio a dudas: “El objetivo de esta segunda campaña de la red Migreurop, que pidió en 2010 el cierre de los centros de internamiento de personas extranjeras en Europa y fuera de ella, era dar a conocer las condiciones de confinamiento de las personas migrantes y la violación sistemática de sus derechos. Las diferentes visitas realizadas han permitido poner de relieve dificultades materiales y en el acceso a derechos, así como la falta de transparencia sobre la realidad de lo que está sucediendo dentro de los centros. Poniendo así de manifiesto los efectos nefastos y represivos de la detención de migrantes, la conclusión de las diferentes visitas, no hace sino confirmar la ilegitimidad de la retención y la necesidad de cerrar los centros de confinamiento, tal y como han afirmado sin rodeos algunas delegaciones al término de su visita.”
Represión vs. control
A pesar de las retóricas antimigrantes esparcidas en voz alta por parte de líderes políticos europeos y locales que de esta manera esperan (y en parte logran) cosechar votos a lo largo y ancho del continente, las políticas públicas europeas en asuntos de migración no tienen la intención de reprimir las corrientes migratorias que desde muchas regiones del planeta llegan hasta la UE. Al contrario, los muros que se levantan y las leyes que se producen, así como los centros de detención que surgen, tienen la función primaria de controlar a los migrantes. Siendo una especie de filtro darwiniano, todos estos instrumentos seleccionan a los migrantes, los separan entre capaces o no, aptos o no, para el trabajo que –aun con los índices de desempleo que registra el continente– abunda para los ciudadanos de segunda en que se convierten los extranjeros indocumentados en la UE. Muestra de ello son las decenas de CIE que la UE, vía acuerdos bilaterales, hizo construir en territorio africano. En Libia, en Túnez, en Marruecos –por citar sólo algunos ejemplos–, los cie de origen europeo surgieron en los últimos años como estructuras para contener los flujos migratorios dirigidos al viejo continente. En una clara dinámica de externalización de las fronteras –típica también de este lado del mundo–, la ue no sólo busca frenar lo que la prensa presenta como “invasión” de migrantes “ilegales, clandestinos o sin papeles”, sino también busca reproducir en tierra extranjera –y por lo tanto lejos de las miradas indiscretas de las sociedades autóctonas– los espacios aptos para contener y seleccionar al nuevo “ejército de reserva”, de marxiana memoria, siempre necesario para cubrir los puestos de producción abandonados por sus pares europeos.

Personas que huyen de los disturbios en Túnez son escoltados por oficiales de policía cuando llegan a la isla sureña italiana de Lampedusa. Foto: Tony Gentil
No se trata entonces de reprimir a la migración por reprimirla. No se trata en absoluto de impedir que millones de seres humanos que escapan de la pobreza, de las guerras, de las represiones o simplemente que quieren cambiar vida, logren instalarse en la UE. Se trata simplemente de ir conformando un contingente de personas que constituyan las reservas de mano de obra a bajo costo. Por otro lado, se trata también de que esa mano de obra a costo ínfimo pueda también ser objeto de chantaje y amenazas, y transformarse, en consecuencia, en sujetos maleables al gusto y necesidad de patrones y gobiernos.
Por otro lado, los cie y su distribución territorial también desempeñan otra tarea: la de difuminar la potencial cohesión migrante. Ejemplo de ello son las transferencias constantes de que son objeto los migrantes de un CIE a otro. En estas últimas semanas de supuesta emergencia migrante en la ue, los contingentes tunecinos –por citar un grupo nacional vituperado por la prensa europea en meses recientes– son separados, divididos y enviados a lugares distintos. Se trata efectivamente de romper vínculos, lazos posibles entre comunidades migrantes que se reconocen primariamente por su nacionalidad, pero también por el destino del encierro en los CIE.
Se podría opinar que los cie son el último territorio europeo que un migrante en vía de expulsión pisa. Dicha afirmación es certera hasta cierto punto, pues a pesar de la propaganda de las expulsiones y deportaciones –de las que la mal afamada Directiva de Retorno, aprobada en 2008, sería el máximo instrumento–, la ue no posee los instrumentos y medios (económicos, ante todo) concretos para deportar a los ingentes volúmenes de seres humanos hacinados en los cie. La solución, entonces, pasa por la expedición de “decretos de expulsión” a cumplirse por parte del ciudadano migrante “con sus propios medios”. ¿Qué harán estos ciudadanos entonces? Nada más entrar al cada vez más frecuentado mercado informal del trabajo de la Unión Europea. 

Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/10/sem-matteo.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

free counters

Datos personales

Mi foto
Malas noticias en los periòdicos, asesinatos, enfermedad, pobreza, dolor, injusticias, discriminaciòn, guerras, lo grave es que nos parece normal.

Ecologia2