domingo, 13 de junio de 2010

Sociedad : Alegato a la vida El pueblo, cuando todas las medidas pasivas fracasan, ostenta el derecho inalienable a liberarse de la opresión de quienes ejercen el poder. David Peña Pérez | Ex nihilo

Ante las nuevas medidas sociales de recorte que los estados han iniciado de forma global y unilateral, y sobre la compresión que ejercen en la soga que sujeta al pueblo por el cuello, los sindicatos mayoritarios, aquellos que dominan la pantomima laboral, han informado que la única salida pasa por convocar una huelga general. Yo, sin embargo, discrepo con esta opinión parcial, ya que conozco una serie de soluciones optativas, las cuales ni conciernen, ni consuelan, ni complacen a la oligarquía.
En primer lugar es preciso señalar que el enemigo del trabajador no se compone únicamente por los gobiernos satélites que dan forma terrena a la sociedad capitalista. Este desacreditado enemigo resulta algo más complejo y difícil de identificar. Entre las partes corporales de este execrable engendro sí hallaríamos a los gobiernos, mas también a los estamentos, estados y representantes, la mal nombrada justicia, la banca, la iglesia, las multinacionales, petroleras, farmacéuticas, los partidos políticos, las empresas, los caciques y todos y cada uno de aquellos que se beneficien económicamente del esfuerzo laboral y la vida de un hombre.
Por otro lado nos encontramos con las herramientas de acondicionamiento y represión, cuyo cometido es inculcar, propagar, reprimir, somatizar y acondicionar al oprimido. Cabría destacar a los medios de comunicación, televisión, radio, diarios; los centros educativos que anulan la facultad de pensar de la masa; los sindicatos y políticos que ambicionan reducir la capacidad de reacción del pueblo; la disgregación social que impide la reacción de la masa, los cuerpos de seguridad del estado y los ejércitos que amortiguan cualquier pronunciamiento; la propagación de un sentimiento de miedo y desesperanza, que rociado sobre la población, procura adormecer, mediante un vulgar efecto Morfeo, cualquier brizna de sedición; la mentira capaz de excusar un sistema caduco e injusto; y un falso bienestar pestilente que desprende una sociedad de consumo, de créditos e hipotecas, que subyuga aún más al ciudadano.
A sí mismo también resulta imprescindible valorar el esfuerzo de los obreros adecuadamente. Un trabajador que dedique sólo ocho horas diarias a una empresa, tras un cálculo rápido, ofrecerá alrededor de diez años completos de su vida a su explotador. Ese tiempo, simple y efímero, supera los límites del altruismo. A esta dedicación tan generosa, debemos añadirle el esfuerzo empleado, el cual obstaculizará el disfrute del tiempo restante y gracias al cual seguramente extraviemos también algunos años de vida. ¿Existe algo en este mundo más preciado que la vida? Pues comprendan que cuando se discute sobre trabajo, se alude a la vida, y que los explotadores decretan ejercer de dioses al disponer sobre la existencia ajena, especulando con los sueldos, el esfuerzo, las condiciones y la felicidad de los hombres.
 
Consideremos, a partir de este punto, la imagen de la sociedad capitalista como una red compacta y estrecha que rodea el mundo, una malla ceñida, una telaraña que cubre el planeta y cuyo sustento se basa en la explotación de la gran mayoría de habitantes, los oprimidos, los únicos con la fuerza capaz de tensarla desde su esfuerzo y su sudor. El arduo trabajo que tensa la red exprime cada vez más la Tierra, y asfixia a los propios tensores.
Es el momento de regresar a las medidas promulgadas por los sindicatos como únicas ante los recortes promocionados por la oligarquía, para desenmascarar tal falacia, puesto que al hablar de huelga o de protesta, obraremos desde el interior de la misma red, sin posibilidad de romperla, vigilados, permitidos y obviados, malgastando rabia de forma ornamental, pero carente de efecto alguno. El hecho de no hablar el mismo lenguaje con el que el enemigo pretende imponer su diálogo, nos facultará para destruir la red esférica del capitalismo mundial, en una nueva coordinación que prodigue pequeños cortes alrededor de todo el globo, continuos e indiscriminados, que impidan tanto la tensión como la posibilidad de regeneración o parche.
El poder del pueblo debe abandonar la potencia de ser, y avanzar, desprendido de miedo e indiferencia, enarbolando la única bandera de la libertad y la esperanza, preservando la verdadera vida frente a la humillación. Para ello corresponde al pueblo empuñar las armas de que dispone, las auténticas medidas del subyugado, las que a continuación les enumero, puesto que considero que componen la mezcla idónea para cimentar la construcción de la libertad. Me refiero a la resistencia social; la insumisión ante las medidas injustas; la desobediencia civil; la anulación de las falsas diferencias entre colectivos que prioricen la lucha y la difusión de este espíritu; la creación de múltiples focos de educación libre y conocimientos alternativos; la coordinación libertaria; la colectivización de la vida, desde los pequeños aspectos hasta llegar a las empresas; el boicot masivo deslocalizado y el sabotaje al opresor.
Quisiera concluir este alegato a la vida, ya por último, afirmando que el pueblo, cuando todas las medidas pasivas fracasan, ostenta el derecho inalienable a liberarse de la opresión de quienes ejercen el poder.
http://olihinxe.blogspot.com/2010/06/ante-las-nuevas-medidas-sociales-de.html

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